Con fondo de los violines de Villa Fontana, el senador moreno Pepe Narro Céspedes declara nostalgia por la cercanía con Su Alteza Serenísima.
¿Por eso quiere ser presidente de la mesa directiva del Senado de la República?
Bueno, bueno, desde uno de los salones del fifí St. Regis en el Paseo de la Reforma, se queja del alejamiento que, desde su corazón aspiracionista, hay con el licenciado presidente; y denuncia ser víctima de guerra sucia en su cruzada por relevar en el cargo a la abogada Olga Sánchez Cordero.
Pero se niega a dar nombres y apellidos de los responsables de esa guerra sucia. Es como lanzar la piedra hacia la multitud para ver quién se llama descalabrado.
Así de fácil como negarse a entregar el número de carpeta que se abrió en la Fiscalía de Justicia de la Ciudad de México por el caso de los marinos Óscar Manuel González Andrade y Victoriano Rodríguez Zurita, desparecidos poco después de haberse puesto a sus órdenes como escoltas enviados por la alcaldesa de Acapulco, Abelina López Rodríguez, en el no muy lejano día 6 del mes de marzo de este año.
–¿No es importante que te exoneren oficialmente de esa desaparición de los marinos, para poder aspirar a la Presidencia del Senado—pregunto al legislador que juega con los números de sus apoyadores y admite que con 36 no gana pero, en esto de los marinos repite el mismo guion y se asume inocente. O sea.
Y, dijo el clásico de Siempre en Domingo ¡Aún hay más!
Así que, fíjese nomás, como su pecho no es bodega, el senador Pepe Narro declara ante los colegas convocados a compartir el desayuno, que se escogió ese salón porque:
“(…) pensamos que los medios de comunicación merecen toda nuestra atención y merecen todo el apoyo y merecen los mejores espacios, que lamentablemente a veces el Senado no se los proporciona y están ahí un poco a la intemperie, en lo que sería la plaza del Federalismo”. ¡Recáspita”
Así, Pepe Narro puntualiza su aspiración a la Presidencia del Senado y pone por delante a los reporteros, camarógrafo y reporteros gráficos, en la prioridad de su agenda. Y en esta mañana del jueves 4 de agosto de 2022, acota:
“Y porque creo que es un tema que hay que cambiar, que hay que modificar, que hay que darle un trato correcto y justo a todos los medios de comunicación, que día con día nos hacen el honor de acompañarnos en nuestra tarea legislativa y de transmitir, comunicar a los mexicanos las tareas que estamos desempeñando”.
En serio, como para conmover.
Aunque debe usted saber que las y los canijos y canijas reporteras están curados de espanto y no se dejan seducir por el meloso y fraternal trato de campaña porque luego, como dice Julio Iglesias, la vida sigue igual. Aunque los hay, ¡qué caray!
En fin. Deje usted este punto y atienda las declaraciones de Pepe Narro, que nada como mojarra enjabonada y escurre respuestas y delega responsabilidades y expone vaguedades. ¿Es el gallo de la rebelión de los que dicen llegaron para hacerse del poder en el Senado?
Acompañado en la mesa –esa sí, austera—por Juan Javier Córdova Contreras y Arcelia Flores Castro, se asume víctima de la guerra sucia desatada para impedirle llegar a la Presidencia senatorial. ¿Y los nombres, Pepe? ¡Sabe!
¡Ah! Y habla de la lana, de los recursos que se entregan a los senadores y denuncia que hay legisladores de primera y de segunda. Como quiénes, plantea la colega Karina Aguilar y Pepe Narro escurre la respuesta. Vivillo, para qué meterse en problemas cuando lo que quiere es adeptos a su causa.
Y qué de sus guardaespaldas, quién paga y de dónde los dineros. Niega la especie aunque lo pillan con esa seguridad cuando llega al St. Regis.
“Y yo, lo que recibo personalmente son 119 mil pesos mensuales, que es lo que yo recibo como senador y es parte de (lo) que nos paga el Senado a nosotros. Y de ahí, habría que descontar los impuestos que debemos de pagar respectivamente, a las autoridades hacendarias”, expone con esa claridad absoluta de humildad plasmada del San Francisco de Asís con la mirada hacia el infinito, en el óleo pintado por El Greco.
Despuesito se abre de capa y espada, dirían los clásicos, entra en materia y dice que, como todos saben, “en la mesa pasada decidí contender por la Presidencia de la Mesa Directiva del Senado, entendiendo que este ejercicio democrático traería consigo nuevos retos y sin duda, mucho quehacer político”, dice con ese preclaro discurso de campaña.
Dice que ha platicado, debatido y propuesto, a sus compañeros y colegas del Senado, su legítima y respaldada aspiración.
Por supuesto primerito con su bancada, la de Morena, representante y responsable, ¡faltaba más!, de la 4T que encabeza Su Alteza Serenísima. Además, informa que también ha cabildeado con senadores de otros partidos. ¡Chévere!
¿Y?
Se victimiza, igualito que el licenciado presidente, dice que “estos acercamientos han generado una preocupación de ciertos personajes, mismos que han pretendido desacreditar el trabajo y desempeño de un servidor, a base de descalificaciones, calumnias y una gran campaña de propaganda digital, pagada por estructuras falsas; que buscan mal informar y generar entre los pasillos de este importante Recinto Legislativo”.
Nombres, nombres, senador.
Escurre la respuesta a la petición. Y, con esa enorme experiencia, recomienda: “a todos ellos les digo: calma, paciencia, serénese. Nosotros representamos la democracia, el diálogo, el ejercicio político y no la politiquería”.
¡Sopas!, igualito, como la doctora Sheinbaum. “A todos ellos –agrega–les recuerdo que soy parte de un Movimiento que llegó al Poder gracias al apoyo y la confianza (de) millones de personas, ciudadanos libres, informados y convencidos de que la transformación era necesaria y posible”.
Por favorcito, no se ría. Más respetillo, es un candidato en campaña que, con esa nostalgia que Su Alteza Serenísima suele aludir, dice empezó su participación política “en este proyecto desde 1987-1988, cuando yo fui candidato a diputado federal suplente, en el 88, con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano”, aunque quizá no sabe que el ingeniero se ha deslindado de la 4T que es de reciente cuño y no de esos días del Frente Democrático Nacional.
¡Vaya con los asesores de Pepe!, porque además cree que anda en campaña para gobernador y sostiene que “hoy sabemos que tenemos el respaldo del pueblo y también de mis compañeros senadores, para presidir el Senado”.
Y cuando habla de armonizar los trabajos del Senado con los del Poder Ejecutivo Federal, aclara que no se trata de subordinar al Senado.
¡Ah!, pero reitera que impulsará “la democratización, el diálogo, la apertura del Senado al pueblo, y nos apegaremos a los principios de la austeridad republicana”. O sea, hay un Senado antidemocrático, cerrado al diálogo y al pueblo, además de dispendioso.
Nombres, Pepe Narro, nombres.
Porque, lanza la piedra y acusa:
“No podemos seguir sosteniendo un Senado con senadores de primera y senadores de segunda (…) los que tienen mucho de todo, medios de comunicación, acceso a recursos, asesores y otros que hacen su trabajo con nada. Mucho menos podemos seguir impulsando un Senado rico con un pueblo pobre”.
¿Nos puede decir quiénes son los de primera, quiénes son los de segunda y por qué son de primera y por qué son de segunda?, pregunta la respetable colega Karina Aguilar. Y Pepe Narro se sale por la tangente.
Bueeeno, compréndalo, anda en campaña y son pecadillos discursivos. Pero el que se ríe se lleva.
Y, contra lo que evidencia en su decir y andar, echa campanas a vuelo y ante el respetable anuncia:
“Debo decirles que vamos muy arriba en las preferencias de presidir la Mesa Directiva. Sin embargo –se queja–, ante nuestro inminente triunfo y derivado de nuestra intención de transparentar, democratizar y apegar al Senado a una verdadera actividad republicana, sabemos que los ataques y la guerra sucia en mi contra (…)”.
Aunque minutos después admitió: “es claro que con ese grupo de senadores no ganamos. Hemos estado con más senadores con más senadores que han empezado su apoyo hacia nosotros y que por reserva y porque también así lo nos lo han pedido los compañeros, no lo hemos hecho público: “fulano, zutano está con nosotros”.
O sea, Pepe, entonces, si no tiene importancia para qué tanta preocupancia. Para que rime.
Y hasta se atrevió a irse a la profundo con una denuncia, por supuesto simplemente enunciativa, sin pruebas, de que hay intento de entregar la presidencia de la Mesa Directiva del Senado a la oposición, pero, advierte casi enredado en el lábaro patrio, “que se oiga fuerte y claro: no lo permitiremos”.
En serio, señoras y señores, es palabra del tamaulipeco, del meritito Ciudad Mante, médico cirujano Pepe Narro, senador por Zacatecas.
Y todo por el poder, hasta se dice respetuoso de su coordinador Ricardo Monreal y del senador poblano Alejandro Armenta Mier, quien está en la contienda por la presidencia senatorial.
Po cierto, en eso del mimetismo discursivo, Pepe Narro no podía ser la diferencia y repite el discurso harto conocido de Su Alteza Serenísima. “Creo que no puede haber un Senado rico y un pueblo pobre. Creo que nosotros debemos de ganar con la justa medianía, que nos permita desempeñar nuestras responsabilidades”. ¡Recórcholis!
–¿Por qué hasta ahora levantar la voz? ¿Qué pasó? ¿Por qué denigrar el Senado a estas alturas?—pegunta una colega.
–Bueno, siempre que hay una elección o un proceso electoral, que hay un cambio en los órdenes de dirección, generalmente también se inicia conjuntamente con esto, la guerra sucia. Nosotros no buscamos denigrar, nosotros buscamos hacer propuestas de lo que queremos hacer, en el caso de que los senadores nos apoyen para llegar a ser presidente de la Mesa Directiva del Senado—responde Pepe Narro sin rubor.
Qué bueno que no quiso denigrar ni acusar ni… Asuntos de campaña; el que se ríe se lleva. ¿Nombres? ¿Pruebas? ¡Bah! Digo.
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