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Quizá sin darnos cuenta, poco a poco y siempre por el impulso de la políticamente correcta, hemos construido –como irreflexiva sociedad arrastrada por el oportunismo político–, dos enormes y ya incontrolables monstruos.
Uno de ellos es una figura jurídica incomprensible a la luz de la equidad y la universalidad del Derecho: la violencia política de género, aplicada sólo al sexo femenino, la cual a veces ni es política ni es genérica. El otro es la tipificación de cualquier opinión, señalamiento, denuncia o comentario público, como un delito con lo cual se justifica y aplica la censura judicial.
En el catálogo de las grotescas realidades a dónde nos lleva la moralina mal digerida de Morena (“Morelina”) y sus consecuencias –entre ellas la supresión de la crítica, el libre pensamiento, la libertad de expresión; la divulgación y publicación de las ideas y la información en general– debemos mantener como gran ejemplo el caso de doña “DATO PROTEGIDO”, cuya ridícula historieta prueba –además– la mendaz actuación del Tribunal Electoral del Poder Judicial (por consigna), convertido en herramienta del grupo dominante.
Cuando DATO PROTEGIDO se sintió ofendida por todo lo ya sabido (deberíamos mejor conocerla como “Data protegida”, con A), y logró imponerle a una ciudadana (por encima de los artículos sexto y vigésimo segundo de la Constitución), una pena infamante: repetir treinta veces un texto digno de los procesos estalinistas, ha conseguido también una mancha imborrable para el tribunal.
“Te pido una disculpa, DATO PROTEGIDO, por el mensaje que estuvo cargado de violencia simbólica, psicológica, por interpósita persona, digital, mediática y análoga…”. Treinta veces.
Pero ahora doña Data Protegida, da marcha atrás y le pide al tribunal cese (recule) de su infame sentencia.
Recula, pues, dicen algunos medios en abierta utilización de un verbo castizo. Y digo esto porque recular, (según el lexicón) significa cejar o retroceder (con curul o sin curul); simplemente ceder alguien “de su dictamen u opinión”. Así pues, quien recula es reculante, cambiante, arrepentido, mutante o ducho en reversar o andar –como embiste el toro manso a puros arreones– actuando a puros reculones, pues tal dice el mismo lexicón sobre quien de esa manera actúa (RAE p.1745). Quien vende globos es un globero. Quien recula, es rectificante.
Así pues tras el arrepentimiento de la DATA PROTEGIDA (puro, cuento: le jalaron las orejas en “La mañanera”) , advertimos el segundo error de gravedad; creerse con atribuciones para determinar desde su repentina y justiciera sensatez, la suspensión de una sentencia en firme.
¿Eso aprenden en San Lázaro los diputados, las diputadas y les diputades de la izquierda ignara (op.cit p. 1139) o nos creen a todos habitantes de la veracruzana luna de plata?
Por su parte la verdaderamente agraviada por el atropello del club de Mónica Soto en el TEPJF, Karla María Estrella, contesta con mayor sensatez y sin diputación (JLD):
“…Es increíble (…) Es una sentencia firme, y le agradezco a la presidenta que se haya pronunciado, pero igual tengo que cumplir la sentencia hasta el último día. Ahorita sus palabras se agradecen y espero que los magistrados le hagan caso, que los actores políticos también no tengan una piel tan delgada y que sean más tolerante con la crítica, pero yo tengo que cumplir con la sentencia hasta el último”
Pues sí, la única en tomar este asunto en serio es la víctima, porque el paso de reculo de la supuestamnte ofendida a quien ni siquiera alguien mencionó en el texto causante de su influyente y costoso berrinchito, se cimbró por una opinión desfavorable por parte de la presidenta (con A) quien dijo, me parece un exceso.
LA FARSA
Llega Adán Augusto, al Consejo morenista y en medio del disgusto, con amargo regusto y un poco de susto, reitera su disposición ante cualquier autoridad si se le requiere. Farsa absoluta mientras goce de fuero senatorial.
No os hagais… Tío Lolo.
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