Estamos a 9 días del fin de las campañas. Las federales fueron largas y las locales, a lo menos en mi estado de Chihuahua, fueron muy cortas. He participado en muchas campañas, pero en esta, el comportamiento de los ciudadanos ha sido, según mi experiencia y opinión, totalmente atípico. No se si tenga que ver el nuevo entorno de múltiple información bombardeada por todos lados, principalmente por las redes sociales.
Lo primero que noto es el poco entusiasmo ciudadano, no importa que apoyen al supuesto puntero AMLO. Digo supuesto porque cada día le pierdo más fe a las encuestas, me da la impresión de que fueron diseñadas para públicos que ahora no existen. Que no las contestan muchas de las veces o que contestan con miedo, y esto no necesariamente refleja lo que será el resultado electoral.
Si hay tanto apoyo a MORENA y a sus candidatos, por qué no se oye algarabía en las calles; oigo a los niños que reflejan en mucho el sentir de los adultos en sus casas, curiosamente, más entusiasmados por la canción de “Movimiento Naranja”, y por Ricardo Anaya que por AMLO. No veo que se hayan volcado las calcomanías en favor de ningún partido. Percibo muy poca gente que responde agresivamente, que no quiere ni entablar un diálogo o recibir un simple saludo. A esas personas les dicen, no se por qué, “Chairos” o Peje Sombies” (aunque este último epíteto lo entiendo, porque actúan sin racionalidad alguna, simplemente se enconchan y no quieren sabe nada de otras opciones). Sin embargo, interpreto que hacia el final de este proceso electoral va a haber muchas sorpresas.
Visualizo que en este último trecho de la campaña, aumentará exponencialmente la guerra sucia. Espero que los seguidores de Meade se enfoquen hacia el voto útil, pero sospecho que las personas cercanas al poder del PRI, que tienen cola que les pisen, se volcarán al refugio que les brinda López Obrador, espero que no sean tantos como para anular el voto útil hacia Anaya.
Noto en la gente un hartazgo por tanta campaña y poca fe en lo que se ve, exhibe y manifiesta. Espero que ello no se vaya a traducir en abstención, si este fenómeno se da, el más beneficiado será AMLO.
¿Qué deberá suceder para que nos vaya bien? Hay que considerar que México ahora tiene quizás su única oportunidad de convertirse por primera vez en su historia en una auténtica república. Esto puede suceder a partir del gobierno de coalición que propone “Por México al Frente”, que lo integran el PAN, PRD y MC. Pero se debe de entender que para que haya un gobierno de coalición, es necesario que el Presidente lo proponga, así intervienen luego todas las fuerzas que existan en el Congreso, por lo que necesariamente participarían MORENA, el PRI, el PAN y sus respectivos aliados.
De esta manera podremos tener un gobierno balanceado, integrado por todas las fuerzas políticas del país que elegirán a los integrantes del Gabinete. Una situación de balance político como el descrito es lo que todos deseamos y necesitamos. Desterremos de una vez por todas la noción de que México solo se puede gobernar por dictadores, caudillos y caciques. Si esto sucede, lograremos mucho de lo que buscamos: tener un auténtico gobierno plural que represente la multiplicidad de nuestro país, que como los Estados Unidos, son nuestra verdadera riqueza, es decir, nuestra gente.
Con un Gobierno de Coalición, todo mundo, empezando desde el gobierno, le interesará tener una transparencia total en las actividades públicas. Todos, incluyendo los integrantes del gobierno, estaremos interesados en que haya rendición de cuentas. Habrá una sana competencia entre los integrantes del gabinete para hacer su trabajo a niveles de excelencia, porque la rendición de cuentas será la norma y no la excepción.
De esta manera enviaremos las señales correctas a los empresarios que estarán ávidos de invertir y generar empleos. El gobierno se tornará eficiente ante la competencia interna, y como consecuencia de ello se adelgazará, pudiéndose bajar los impuestos. Al reducirse los impuestos se abatirán los costos en las empresas y al suceder esto habrá la oportunidad de subir los salarios.
Cuando los salarios suben y cuando a los ciudadanos el gobierno les deja de quitar el dinero que se han ganado, el ciudadano emprende más, invierte y a su vez genera trabajos, que serán mejor remunerados. Al haber mayor circulación de dinero se atrae la inversión extranjera y nacional y la economía crece ante la creación de riqueza.
Finalmente, así, transitaremos a las instituciones y hacia el Estado de Derecho, que da estabilidad y oportunidad para resolver los problemas de inseguridad, abatir la pobreza y para generar bien común.