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Ahora que el país está metido en medio de una pandemia y en una polarización promovida por el mismo presidente, me atrevo a expresar lo que verdaderamente queremos los mexicanos de nuestro gobierno: que se respete el Estado de Derecho.

Quizás mucha gente no tenga la menor idea de a qué me refiero, pero haré mi mejor esfuerzo para explicarlo.

Los mexicanos deseamos que haya reglas del juego para nuestra convivencia que sean claras y efectivas. Deseamos que cuando haya violaciones a la ley haya consecuencias sin distingos para nadie. Que se aplique la ley parejo para todos. Se crea mucha irritación cuando el ciudadano ve que en las colonias y barrios de gente con mayor capacidad económica los policías de tránsito no están al acecho de los automovilistas, mientras en las áreas de la ciudad más pobres, parece que los agentes salen a la casa de los pocos pesos que traen los ciudadanos, deteniéndolos y amenazándolos con quitarles su vehículo a menos que haya “un arreglo”.

El ciudadano desea que el gobierno cumpla con su deber de darnos seguridad y justicia, y no que ella se concentre nada más en el decil más alto de ingresos de la población.

El pueblo desea que el gobierno nos deje en paz para desarrollar las actividades que más nos gustan o que nos dejen trabajar libremente para ganarnos la vida, sin que se metan con nosotros, a menos de que sea para generar el piso parejo para todos y que el ejercicio de nuestros derechos no invada los derechos de otros.

Deseamos que nuestro gobierno haga obra pública y no negocio con nuestro dinero de los impuestos. Que realice las obras, ya sea directamente el gobierno, con los mejores recursos disponibles en precio o calidad, o que las licite con particulares que concursen en condiciones iguales y que gane la mejor oferta en valor y calidad.

Que las obras públicas queden garantizadas en cuanto a su tiempo de desarrollo y calidad y que si no se cumplen dichas obligaciones haya consecuencias para los contratistas.

Deseamos que el gobierno apoye de la mejor manera a la economía, creando condiciones de libre competencia y que si hay distorsiones de mercado por los agentes económicos (las empresas y personas que ofrecen bienes y servicios- “satisfactores”- en el mercado), el gobierno intervenga y castigue a las colusiones (que varios agentes del mercado se pongan de acuerdo en fijar precios o condiciones) y a los monopolios y sus prácticas. Todo ello beneficia al consumidor que llega a tener mejores productos y servicios, con la mejor calidad y precio.

Deseamos que el gobierno nos brinde servicios de salud para todos, sin que implique que los que quieran pagar por servicios privados lo puedan hacer. Que dichos servicios se administren con honradez, orden y eficacia.

Deseamos que los apoyos a la vivienda sean a intereses justos y no que se otorguen créditos que solamente se paguen con el seguro de vida del deudor.

Queremos tener un gobierno que promueva el bienestar, pero no a costa de nadie, más que de la capacidad del mexicano de generar riqueza y con ella pague sus impuestos de forma proporcional y equitativa, con un sistema sencillo, tasas promotoras del desarrollo y que le den competitividad a nuestra economía.

Queremos tener un gobierno que respete el balance de poder institucional y que actúe en beneficio de todos y no de una clase o partido político, estrato social, ideología o interés particular, que su única misión sea darnos bien común para que todos y cada uno de nosotros desarrollemos la vida que anhelamos.

Si estos principios los aplicáramos como gobierno en nivel municipal, podemos logra mucho en una comunidad, si lo aplicamos en un estado, lograremos grandes avances en el mismo, pero si lo aplicamos a nivel federal, seguramente lograremos la transformación de nuestras vidas y la prosperidad de México.

Nada más nosotros los mexicanos lo podemos lograr. Trabajemos para ello.