Toda elección tiene su signo.
Y también sus víctimas.
Candidatos cuya hegemonía demoscópica los hizo sentirse en Palacio Nacional -antes la residencia presidencial de Los Pinos- y jefes del Estado mexicano.
Pero fracasaron por su soberbia.
Recordemos dos casos:
A principios de 2000 las encuestas favorecían con más de 16 puntos al priista Francisco Labastida Ochoa sobre la popularidad del panista Vicente Fox Quesada.
Además, se suponía entonces, el sinaloense tenía el respaldo de la maquinaria del partido oficial, del gobierno, del aparato de Estado y toda su estructura electoral.
Ignoraban una decisión histórica:
A Ernesto Zedillo Ponce de León, cuyo legado económico todavía tiene efectos en la solidez del PIB y en el tipo de cambio, le faltaba trascender como el Presidente demócrata.
Desamparó al candidato oficial y dejó sin protección a Labastida para dar paso a la primera transición del sistema político mexicano: ganó Fox.
VENCIDOS POR LA SOBERBIA
Francisco Labastida cometió errores.
Uno de los mayores fue desestimar la invitación de los empresarios para hablar de temas económicos y fortalecer el crecimiento, el mayor conocido en tiempos recientes.
-Los veo el 3 de julio -les contestó Labastida.
Ignoró y perdió
La siguiente historia se escribió en 2006.
Andrés Manuel López Obrador era puntero indiscutible frente a Felipe Calderón y todo mundo lo buscaba para hacer proyectos rumbo al siguiente sexenio, el 2006-2012.
Los banqueros y Elba Esther Gordillo le pidieron un encuentro para conciliar y él emuló al primer priista perdedor por el poder federal:
-Los veo el 3 de julio.
No hubo victoria: Calderón lo venció aunque haya cuestionado el triunfo con un tenderete de carpas del Zócalo a la Fuente de Petróleos y todo quedó en la pantomima de presidente legítimo.
Hoy el turno es de Claudia Sheinbaum.
Sólo falta el trámite de la elección del 2 de junio, dice respaldada en las encuestas comprometidas desde hace muchos meses y por supuesto amparada por Palacio Nacional.
Falta ver el resultado.
Pero la historia cuenta y aquí simplemente recordamos el pasado.
LAS ALIANZAS OAXAQUEÑAS
1.- Oaxaca es un estado de alta preocupación electoral para el frente opositor.
La ascendencia del presidente López Obrador y sus operadores vaticinan una operación de Estado para allegarse cientos de miles de votos mal habidos, tanto como en Chiapas y Tabasco.
En esas ha aparecido una alianza inesperada: dos exgobernadores antaño adversarios, Diódoro Carrasco y Ulises Ruiz, suman capitales políticos y aglutinan a líderes reales para apoyar a Xóchitl Gálvez e impedir el fraude.
Quién sabe si consigan contener la maquinaria gubernamental, pero al menos habrá presencia en las casillas del frente ciudadano, de su candidata y de los partidos impulsores de su candidatura.
Y 2.- Donde se ve vigorosa la oposición es en la capital del estado, Oaxaca
El municipio es gobernado por Francisco Martínez Neri, quien fue rector de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) y siempre se ha autodefinido como de izquierda.
Pero su administración ha sido fatal y la gente está harta del abandono y de la corrupción y ha volteado hacia la alianza PAN, PRI y PRD, cuyo abanderado es el priista Martín Vásquez.
Vásquez aspiró a la gubernatura y no fue escogido, pero ha reestructurado al priismo y ya trae las tendencias a su favor para cambiar el panorama estatal.
@urenajose1