NÚMERO CERO/ EXCELSIOR
El bloque opositor va a las elecciones estatales como un rompehielos con el peligro de encallar en sus propias barreras políticas de liderazgos y estrategias congeladas en el pasado e insuficientes para resistir a Morena, que se encamina a consolidar su poder territorial mientras profundiza su choque con la alianza tras sus derrotas de 2021 y en el Congreso con la reforma eléctrica. Lo que está en juego en los seis estados que se disputan este 5 de junio es la viabilidad de Va por México para enfrentar a Morena en la sucesión presidencial. Su capacidad de resistencia definirá en buena medida el futuro de esta amalgama de partidos tradicionales, a los que une básicamente su rechazo aLópez Obrador y de detener el avance de su partido. El resultado será determinante para probar la fuerza y la consistencia de un bloque artificial y sin liderazgos en el puente de mando, que se debate entre defenderse del creciente dominio de Morena y sus debilidades internas.
El consenso de las encuestas vaticina que 5 de 6 estados caerán en manos de Morena, lo que significaría el control de 23 estados y gobernar a más del 60% del país. Si esos pronósticos se cumplen, arrinconarán al PRI y al PRD a posiciones cada vez más marginales territorialmente. Para la alianza, la derrota del PRI en dos de sus últimos bastiones, Oaxaca e Hidalgo, así como la extinción de la presencia territorial del PRD en Quintana Roo y Durango, representaría un duro golpe. Más fuerte aún si el PAN pierde Tamaulipas y se conforma con una sola victoria Aguascalientes.
Los aliancistas acusan una campaña del Presidente para destruirlos con intromisión en los comicios y persecución política de sus dirigentes, pero poco reparan en sus falencias y debilidades, como creer que el “antiobradorismo” es suficiente como única apuesta para aliarse y desplazar a Morena en el 2024. Su cálculo falló en Quintana Roo y Oaxaca, donde no lograron candidaturas de unidad en estados gobernados por ellos y en los que sus mandatarios no parecieron interesados en que prosperaran. Ni siquiera ese argumento es contundente en su interior entre partidos fragmentados, con dirigencias desprestigiadas y sin liderazgos frescos, ni un proyecto común.
Morena, en efecto, va con todo para debilitar la amenaza opositora tras el revés en el Congreso y en la CDMX en 2021, así como el parón a su reforma eléctrica. Pero el choque que eso abrió no es la única barrera política donde puede estrellarse la oposición. Un revés en las elecciones estatales de este año y en el Edomex puede debilitar a la alianza y fortalecer la tercera vía de Movimiento Ciudadano, que en solitario lleva el gobierno de Nuevo León y Jalisco. Y que además cuenta con candidatos con mayor proyección que los de Va por México como Colosio o Alfaro. Va por México necesitaría sus votos para superar a Morena en 2024, pero un revés ahora encarecerá sus bonos. Sus dirigencias se amarran al “resistiremos” los ataques de Morena, pero un mal resultado puede ser un revulsivo para sus partidos. Por ejemplo, sus propios candidatos, como Esteban Villegas en Durango, tratan de desmarcar su campaña de la confrontación con López Obrador por considerarla batalla perdida y enfocarse a ofrecer soluciones a problemas locales. También los gobernadores panistas con más prestigio como Campos en Chihuahua, Vila en Yucatán o Kuri en Querétaro han abandonado la ruta de colisión.
Mientras que las dirigencias del Va por México se hunden cada vez más en escándalos como el de las grabaciones del líder priistaAlejandro Moreno, o bien se pierden en el enfrentamiento insulso como el panistaMarko Cortés, quien desde el año pasado anticipaba la derrota del bloque en 2022 como si estuviera dispuesto a entregar la plaza. Además de que no han logrado desprenderse de su cercanía con el poder económico con su alianza con Gustavo de Hoyos y Claudio X. González desde la convocatoria de Va por México.
Los cambios en los equilibrios en el poder territorial pueden hacer que la alianza pierda firmeza al interior de sus partidos, aunque sus dirigencias se adelantan a decir que la unidad está segura y resistirán un gobierno que quiere doblarlos. Pero lo que en cualquier caso les será más difícil es aguantar si también se tambalean los apoyos internos.