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elcristalazo.com

Mientras el machismo edípico mexicano se apresta a celebrar una más de las significativas fiestas anuales de la patria: el día de la Madre (La que nos amó antes de conocernos), paraíso de mercachifles, aboneros y prestamistas, los políticos mexicanos de una u otra coloratura vuelven la vista a “La Madre Patria”, como los cursis de antaño solían llamar a la Hispania Fecunda.

Carlos Salinas de Gortari se acogió a su ascendencia judaica y como su condición de sefardita se lo permite, se naturalizó español sin ofrecer ninguna explicación pública para transformarse de ciudadano mexicano en súbdito juramentado de la corona española. Obviamente, como en el caso de tantos, podrá aducir el concepto contradictorio de la doble nacionalidad.

Es una forma de esquizofrenia: doble nacionalidad; doble personalidad. ¿Doble cultura, doble lealtad? A ver quien lo averigua.

Felipe Calderón tiene ahora, con el feble pretexto de indefinido proyectos académicos, la residencia en España. Fue invitado por José María Aznar, su amigo y (dicen) socio.

Enrique Peña Nieto también reside en España amparado por la dorada visa de sus inversiones inmobiliarias.

Lo único semejante en esos tres casos tan distintos, de personajes tan diferentes en sus capacidades, talento e importancia en nuestra historia reciente, es la búsqueda de protección judicial. Por lo demás, junto a Salinas, todos parecen enanitos de Blancanieves.

Si bien el pacto Peña-López dejó inmune al primero durante todo el sexenio anterior, las cosas pueden cambiar en los tiempos por venir. Cuando la propaganda lo necesite, sería muy rentable para cualquier gobierno del humanismo mexicano populista moreno y revolucionario de las conciencias, ir a por él (como dicen allá) y exhibir su cabeza en la picota. Total, la complicidad entre el patriarca macuspano y el golfista de Atlacomulco, no resulta obligatoriamente hereditaria. Quien sabe, quien sabe…

Pero si los expresidentes se van a España en busca de refugio (cada uno su “Sinaia) resulta difícil comprender por qué la integrante de una pareja abiertamente anti-hispanista, va a Madrid y se pliega a la Ley de Memoria Democrática para transformarse –de ciudadana mexicana en súbdita de la Corona de los Borbones, lo cual –dice la presidenta (con “A”) — es su pleno derecho, seguramente derivado de sus ascendientes castellanos y catalanes.

¿Perdón a la Corona por la conquista? No, mejor dejarse conquistar por la Corona.

Las razones aducidas por Beatriz Gutiérrez también tienen relación con trabajos de investigación académica, lo cual es un bulo.

Su marido, por ejemplo, ha convertido parte de la Selva Lacandona en una especie de Biblioteca de Alejandría porque allí se dedica además de festejar el XVIII aniversario de su hijo ya ciudadano Jesús (de Nazareth) Ernesto (Guevara), a construir la enciclopedia del conservadurismo mexicano y otros textos de segura trascendencia intelectual.

Y no pidió naturalizarse lacandón.

Como sea Beatriz Gutiérrez sugiere un océano de por medio entre ella y Palenque. Si eso significa algo bien lo podrían averiguar Marta Debayle o Shanik Berman. A mí los asuntos matrimoniales me dan pereza.

O como dice la dicha señora:

“…La voz pública no puede enunciarse a la ligera; no hay que hablar por hablar. Me ha tocado mirar de lejos, de cerca y de muy cerca a cualquier cantidad de políticos, hombres y mujeres, que se dirigen a públicos de índole diversa en un sinfín de escenarios. Me sorprende en algunos su incapacidad de conectar ideas lógicas, y cómo repiten cual merolicos una serie de enunciados inconexos…

“…Cuando faltan ideas, lo común es toparse con el asedio, la agresión, la provocación; denigrar, atacar a la persona, humillarla, eso es común. Muchos crímenes no se cometen necesariamente contra una persona en particular, sino porque tal o cual individuo representa una forma de pensar…”

Imposible saber si cuando redactó el párrafo anterior, doña BGM estaba mirando “la mañanera” conyugal.

Por lo pronto los trámites avanzan y las palabras retroceden.