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Hemos comentado en este espacio que, para hablar de un crecimiento económico, es necesario se tenga no solo estabilidad en sus finanzas públicas, o que se instrumenten proyectos y programa de infraestructura, únicamente quedan en palabras o papel, pero nunca son puestos en marcha para obtener ganancias y beneficios para todos.


Hablar y señalar que México está en el camino de recuperación, como así lo hacen creer el gobierno federal y ahora los legisladores de Morena y sus aliados, es un error, porque la realidad es otra.


Señalar que las cifras como un peso estable, reservas internacionales o finanzas públicas sanas, no revelan verdaderamente el crecimiento económico, porque la gente aun no supera los niveles de pobreza en la que cayeron como consecuencia de la pandemia del Covid-19 o del confinamiento a que tuvimos que recurrir para evitar un índice alto de contagios, sino también por las malas decisiones que se han tomado desde el gobierno federal, apoyadas muchas de las veces por un poder legislativo que con una mayoría aplastante únicamente siguen velando por los intereses, personales e ideológicos de Andrés Manuel López Obrador.


Hasta ahora existen 3 proyectos de inversión, que han quedado en ello, donde se estima que los resultados podrían ser benéficos para todos, sin embargo, el no echarlos a andar ha provocado el estancamiento de la economía mexicana.


Si nos remitimos a las cifras que otorga el INEGI, en esta semana podemos conocer que la inversión privada en el segundo trimestre de este año se estancó respecto al nivel del primer trimestre.


Derivado no solo de la baja de exportaciones en la manufactura, por consecuencia de la falta de insumos básicos como pilas o baterías de litio, sino también porque el sector privado espera del gobierno federal se establezcan reglas claras o no modifiquen las actuales para poder invertir.


El resultado de esto es la poca o nula generación de empleos que a su vez se traducen de la falta de ingresos en las familias mexicanas para reactivar el mercado interno a través del consumo.


Esta paralización de inversión privada no es reciente, porque ya se había venido presentando desde el periodo marzo-junio.


Sin embargo, la problemática de la inversión de los empresarios privados no es reciente. Esto lleva en todo este tiempo que entro Andrés Manuel López Obrador como titular del poder Ejecutivo y un poco más.


El nivel más elevado de inversión privada se presentó en el primer trimestre del año 2018. Cuando aún no se llevaban a cabo los comicios electorales, Desde entonces, ha bajado.


La incertidumbre que representó el resultado de las elecciones y lo que implicaría redujeron los montos de inversión privada en el país.


Lo siguiente fueron señales no tan positivas, como la cancelación del aeropuerto de Texcoco, la cancelación de algunos contratos en el sector energético para la Iniciativa Privada, provoco que una contracción de la inversión privada, al caer 3.2 por ciento en 2019.


Si a esto le sumamos la pandemia del Covid-19 y sus consecuencias, el incremento de la inseguridad en el país, el crecimiento del comercio informal y la nula participación del gasto público en infraestructura, pues se aplicó solo en los proyecto como el Tren Maya, el aeropuerto Felipe Ángeles y la refinería de Dos bocas en Tabasco y la falta de políticas públicas para fortalecer a los sectores productivos y proteger al empleo dieron como resultado la caída de 8.3 por ciento en la economía durante el 2020, con un desplome también de la inversión privada de 19.8 por ciento.


Es por ello que debe ser un punto de alerta los resultados otorgados por el INEGI, que nos habla de un estancamiento en el segundo trimestre.


Si hablamos de las inversiones aplicadas por el gobierno federal, los números tampoco son alentadores, principalmente porque el monto de ello, representa un 15 por ciento de lo que la iniciativa privada realiza. Aun cuando se señale que, si ha existido inversión, en los mega proyectos de este gobierno, no significa que esto es suficiente para mover la economía nacional.


El problema es que, aun cuando la inversión pública ha crecido, está en términos reales durante el primer semestre de este año se muestra 23 por ciento inferior a la efectuada en el mismo periodo de 2018.


México cuenta con el T-MEC, que podría seguir empujando a la economía nacional, entre otros acuerdos y tratados comerciales, el problema es que, si no se tiene una capacidad instalada para la producción, para poder exportar o captar divisas en comercio y turismo no podremos tener crecimiento económico.


Si se aplica el presupuesto de egresos en el sentido que ha venido realzándose en los tres primeros años de esta administración federal, bajo la política de austeridad y ahorro, no podemos esperar que el crecimiento económico del próximo año sea mayor al 3 por ciento.


Entonces estaremos condenados a seguir manteniendo crecimientos por debajo del 3 por ciento, mediocres como los calificó AMLO años atrás, y la falta de creación de empleos y salarios justos para obtener una mejor calidad de vida, tendrán que esperar para el siguiente sexenio, si existe un cambio de régimen político o unos años más si continúa Morena al frente del poder Ejecutivo.