NÚMERO CERO/ EXCELSIOR
La pandemia saca a la luz males crónicos como el abandono de décadas del sistema de salud y la seguridad social o, en el plano institucional, el debate sobre el agotamiento del Pacto Federal. También descubre cambios ignorados en la sociedad, como el rechazo a la concentración de poder con la esperanza de que la figura presidencial salve de la crisis, a pesar del mandato fuerte a López Obrador en las urnas. O la reacción de los particulares al tener que tomar su responsabilidad sin poder refugiarse, como otras veces, en el paternalismo que critican de las políticas asistenciales para salvar sus empresas. La emergencia abre una conexión con la realidad por la experiencia de palpar el precipicio. Hay cosas positivas en las crisis.
La cúpula empresarial comienza a actuar al margen del gobierno para auxiliar a grandes y pequeñas, excluidas por la política de austeridad. Pero, paradójicamente, su reacción escaló el choque con López Obrador y ahora su pretensión de ampliar facultades en el manejo del Presupuesto. La exclusión de sus demandas del Plan para Reactivar la Economía acabó por convencerlos de dejar de esperar la protección estatal e impulsar un acuerdo nacional en ausencia del Ejecutivo. Aunque, en medio del encono, fueron más allá de la defensa sectorial para advertir que pasarán factura del abandono al terreno político-electoral, un mensaje que fortalece a las voces más radicales del círculo presidencial.
El gobierno tiene poco espacio fiscal para dar estímulos a las empresas sin contraer deuda, como dijo Arturo Herrera, pero sí lo suficiente para proteger a miles de empleos de las quiebras, corrige el Banco Mundial. El gran confinamiento puede ahorcar al 50% de la industria si va más allá de finales de mayo, de acuerdo con una encuesta interna de la Concamin. Pero la ruta de colisión del sector privado y el Ejecutivo es un riesgo mayor no sólo para la planta productiva, sino también para las cadenas de suministro con EU y Canadá dentro del T-MEC, la gran apuesta del gobierno para salir de la crisis.
La confrontación política ahora es veneno puro para la economía. ¿Para qué quiere concentrar más poder el Ejecutivo?, preguntaba Porfirio Muñoz Ledo sobre la reforma a la Ley de Presupuesto que le daría el control total del gasto público mientras dure la emergencia. En el peor momento, en medio de la crisis y cuando gobernadores demandan revisar el Pacto Federal, la iniciativa es un golpe institucional por alterar el equilibrio de poderes, debilitar el contrapeso del Congreso y afectar los recursos de estados y municipios. No obstante, López Obrador cae en la tentación convencido de que los empresarios pretenden ganarle la partida en las urnas y tumbarlo en la revocación de mandato en 2021. Su apuesta de que la patronal pusiera recursos para reactivar la economía deriva en mayor cerrazón del gobierno en sus proyectos y búsqueda de refugio en sus bases con la concentración de recursos para la política social hacia las elecciones de 2021.
La IP es el principal motor de la economía, pero asumirse como oposición nos devolvería décadas, a la confrontación con Echeverría y López Portillo. Sobre todo si cae en el terreno político mejor conocido por el Presidente, por ejemplo, cuando desestima las críticas a la reforma por acercarse la elección o descalifica el acuerdo de las grandes empresas con el BID como un foco de corrupción. El riesgo para los empresarios de bajar a esa cancha, como botón de muestra, es el error de Gustavo de Hoyos de designar de vocero de la Coparmex a una figura de los gobiernos del PRI y del PAN como Javier Lozano, de las voces más altisonantes y visibles de la oposición a López Obrador.
La oposición, en su conjunto, ha llamado a frenar la reforma, aunque Morena tiene la mayoría para aprobarla en solitario, aunque sea inconstitucional y viole la división de poderes. Otro paso de desmantelamiento institucional tras la reducción del Estado por la política de austeridad. Algo que compromete a todos los sectores, pero que no todos podrán defender si incurren en el error de abrirse a la lucha política directa y dar la justificación al Presidente para radicalizarse y encerrarse en Palacio.