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NÚMERO CERO/ EXCELSIOR

El temido escenario para México por el regreso de Trump se consolida con su avance en las primarias republicanas como posible favorito para ganar la Presidencia de EU. Todos los temas de la agenda bilateral cruzarán por la política del año electoral en los dos países, pero la cuestión aquí es si estamos preparados para enfrentar las presiones y el vendaval del discurso antimexicano inmersos en la propia guerra interna.

Asuntos clave, como migración, no son temas de campaña en México, pero no obsta para ser el eje de la discusión política en EU y estar bajo su mirada atenta del desarrollo de la elección presidencial. La coerción en los próximos meses volverá a intensificarse, dado que el resultado de las políticas de migración o combate a los narcóticos son municiones en la confrontación electoral allá. ¿El gobierno está listo para eso? ¿Qué piensan los candidatos? ¿Cómo enfrentaría Sheinbaum ese escenario si el mayor reto del próximo gobierno es la renegociación del T-MEC en 2026 con la eventual contraparte de Trump?

El Presidente parece consolarse con la idea de que, por ejemplo, el discurso antiinmigrante tenga costos políticos y, por tanto, disuada a encenderlo. La prueba sería la caída de Ron DeSantis de la carrera presidencial, pero la desmentiría el avance irrefrenable de Trump con declaraciones infames, como la de que los migrantes les “envenenan la sangre”, y otra vez amenazas de cerrar la frontera o militarizarla. López Obrador acepta que con Trump tuvo problemas, pero los resolvió, al costo de alienar la política migratoria a sus exigencias y chantajes, como aquella de imponer 5% de aranceles a importaciones mexicanas. Aunque a él ya no le tocaría un segundo mandato del republicano. Pero tampoco pueden olvidarse, ni los candidatos, de los riesgos de la irrupción de Trump en la campaña de 2018, cuando engulló a Peña Nieto con el error de entregar el Águila Azteca a Jared Kushner después de que EU gaseara migrantes en la frontera. Y menos aún desconocer que México está en un predicamento por la exigencia de los demócratas de profundizar la contención de migrantes para exhibir datos que contrarresten el discurso de Trump o plegarse a los planteamientos radicales de militarizar la frontera para cerrar el flanco electoral. El Congreso de EU podría votar la próxima semana un acuerdo de asistencia a Ucrania condicionado a blindar la seguridad en la frontera con México.

El seguimiento cercano del proceso electoral no se reduce a migración, como dejan ver las reuniones en Washington de una delegación mexicana en la Casa Blanca y el encuentro de congresistas estadunidenses encabezados por el presidente del Comité de Relaciones Exteriores, Michael McCaul, con López Obrador y antes con las candidatas Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez. Aunque se enfocaron en ese tema, la presión se extiende al fentanilo y la crisis de violencia, que ha abierto propuestas extremas, como declarar terroristas a los cárteles para perseguirlos en México como asunto de seguridad nacional.

La visita, en medio de las campañas, muestra el interés de seguirla de cerca y la posibilidad de conflictos poselectorales con potencial desestabilizador de su socio comercial. La candidata opositora asistirá invitada a una reunión con el Comité de Seguridad del Congreso en Washington, donde, previsiblemente, denunciará elecciones de Estado en 2024 en México y el peligro de la intervención de los cárteles en la elección; lo que servirá como munición para las críticas republicanas sobre el fracaso de López Obrador en el combate al narco. Sheinbaum aún no da indicios de que viaje a EU, donde ha sido invitada, aunque lanza señales sobre su prioridad con el T-MEC.

Las diferencias han dominado la relación con Trump desde su candidatura en 2016 hasta su presidencia. Pero hoy es distinto porque EU vive una campaña en medio de la crisis política que dejó el asalto al Capitolio y la posibilidad de que su próximo presidente esté bajo investigación y por otros delitos en tribunales, además de una sociedad muy polarizada por su eventual regreso. Esa situación marcará el tono de las campañas y puede dar lugar, no sólo a una escalada del discurso, sino también a “golpes” que impacten el proceso mexicano, por ejemplo, denuncias contra figuras de la clase política, escándalos de corrupción o reveses en casos como el de García Luna. ¿Para ese escenario están listos el gobierno y los candidatos?