NÚMERO CERO/ EXCELSIOR
La 4T ha logrado cambiar el rostro de las instituciones autónomas bajo la fuerza del presidencialismo de López Obrador. La cirugía no le alcanzó para trastocar su autonomía con reformas constitucionales, aunque sí recortarla con las viejas normas para impulsar “cuates” en esos enclaves. En el caso del INE con un nuevo estilo que rompe con pactos de “cuotas” con la oposición y apuesta por viajar en solitario para transformarlo.
El premio mayor de la presidencia del INE se lo sacó Guadalupe Taddei, exconsejera en Sonora, designada por insaculación en el Congreso junto con tres nuevos consejeros, después que la 4T descartara un acuerdo. Morena jugó a la probabilidad del sorteo, dado que la mayoría de los 20 finalistas para las cuatro vacantes del consejo son personas cercanas o afines al partido. Sobre todo, por la línea que marcó López Obrador para evitar enjuagues y transparentar el proceso. Los nuevos consejeros se decantan por el plan B, que suspendió la Corte por una controversia constitucional del propio INE y que defenderán los consejeros que se quedan.
El INE ha sido caballo de batalla y blanco de la crítica presidencial por la simulación del modelo de “cuotas y cuates” de los partidos para nombrar consejeros. Sin embargo, eso no evitó que el resultado derive en otro intento de captura, una vez que su mayoría fue insuficiente para eliminarlo o reestructurarlo con el plan B. El rostro del INE tiene ahora más del ADN de la nueva mayoría con un perfil acorde a las prioridades del gobierno. En eso se resume el beneplácito de López Obrador con una nueva presidenta “incapaz de actuar” como Lorenzo Córdova, al que acusa de ser parte de la mafia del poder de la vieja mayoría por defenderse de ataques y viejos rencores desde la denuncia de fraude de 2006.
El cambio de rostro devela su concepción sobre el reparto del poder en el Estado y la función pública. La disputa por el INE o el Inai no pretende eliminarlos, como decía la oposición con el eslogan político del “no se toca”, aunque acabará por bailar al son que le toca la nueva mayoría en el poder. Fueron víctimas de sus propias argucias, cuando no de otra clase de acuerdos para avalar el comité técnico que evaluó candidaturas y luego rechazarlo como cercano a Morena.
La cara que López Obrador quiere ver de los autónomos es austeridad y alineación con las decisiones centrales del gobierno. Aunque intentó reformas constitucionales, su objetivo no era desaparecerlo, sino dirigirlo hacia su idea sobre los derechos y la democracia en la que no cabe la anterior fórmula de la inclusión, sino la representación de la mayoría, incluso al precio de dejar la decisión a la suerte.
La opción de la insaculación, prevista en las viejas normas, había servido antes como disuasivo para alcanzar acuerdos y evitar la exclusión de algún partido, como ocurrió en 2003 con el PRD. La última vez que se eligió un consejo sin consenso, los resultados fueron desastrosos. Representó el inicio del conflicto de “obradorismo” con el INE por la elección de 2006 y la erosión de la confianza de una parte del electorado con la institución.
Pero hay diferencias con el actual proceso. En posiciones contradictorias, la oposición esta vez aceptó el comité técnico de candidaturas, pese a tener cargados los dados hacia Morena y luego querer impugnarlo en el Tribunal. Y tampoco pueden llamarse excluidos por el recurso del sorteo, aunque la palabra mágica de la inclusión de la “partidocracia” se diluya del perfil de la institución. No obstante, ahora el PAN se dice burlado, por lo que impugnará como consejeros a Taddei y Jorge Montaño, por nexos con Morena.
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Morena y López Obrador no han usado filtros como en TikTok para cambiar el rostro del INE, lo intentaron con reformas y acabaron por emplear los recursos de las viejas normas ahora a favor de su mayoría. Para la oposición, la renovación del INE es como esa experiencia en la que ver el propio rostro te espanta, después de que hicieron de su defensa casus belli contra el gobierno. Y para la Presidencia saliente la despedida con la exoneración del PRI de los casos de corrupción de Odebrecht y la operación Zafiro.
Habrá que dar el beneficio de la duda a los nuevos.