NÚMERO CERO/ EXCELSIOR
La definición de Morena en la CDMX es la primera prueba notable para el “bastón de mando” de Claudia Sheinbaum. La decisión enseñará la forma como resuelve el dilema de la rebelión del obradorismo contra el favorito Omar García Harfuch en una plaza clave para sus aspiraciones presidenciales, porque necesita recuperarla tras el abandono de la clase media en los comicios de 2021 en su mayor revés electoral.
La disputa entre los punteros García Harfuch y Clara Brugada es la que más debate público y guerra sucia genera de las nueve entidades en liza de 2024. La carrera por la CDMX sorprendió a la cúpula morenista por la resistencia del movimiento y bases territoriales a aceptar al exsecretario de Seguridad Pública de Sheinbaum, cuya candidatura se atribuye a una decisión de su exjefa y no parece dispuesta a soltarlo. El desacuerdo se visibilizó por la adhesión a la candidatura de Brugada de la llamada corriente de los puros y fundadores de Morena, que ven un conflicto entre el pragmatismo electoral y la reivindicación del proyecto original del partido.
La situación pone en un predicamento a Sheinbaum, a la que nada disgustaría más que una oposición en el gobierno de la capital. Ello ha derivado en la primera hendidura visible con el movimiento que encumbró a López Obrador en 2018 y de su voto duro, del que necesita para llegar a ser la primera mujer en la Presidencia de México y puntal del eventual gobierno. El dilema es que choca con el diseño mercadológico de una candidatura que ilusione a la clase media con la promesa de seguridad de su “súper policía” como el arribo de Batman a Ciudad Gótica. Su fórmula “seguridad=inversión y crecimiento” asemeja una visión de derecha para una ciudad gobernada por la izquierda.
García Harfuch llega a la zona de definición como favorito en los sondeos, aunque Brugada ha recortado distancia y, sobre todo, tiene una competitividad similar a él en los careos con las opciones más fuertes de la oposición. Según datos de Brugada, estarían en un empate técnico, aunque los sondeos la sitúan 10 puntos abajo. Pero es difícil de determinar por el uso de las encuestas como propaganda para crear percepción de triunfo. Y, además, no es el único “mito” que enfrenta, también la idea de que la combativa exalcaldesa de Iztapalapa no podría conquistar a la clase media.
Brugada necesita convencer tanto al electorado como a su partido de poder alcanzar a ese público que Morena necesita para retener la ciudad y apuntalar a Sheinbaum. Ése es el argumento que parece haber vencido las reticencias de López Obrador con un recién llegado sin militancia en Morena y ligado a los aparatos de seguridad de Genaro García Luna y del gobierno de Enrique Peña Nieto, frente a una luchadora social con larga trayectoria política de izquierda en la capital.
En el terreno electoral, Andrés Manuel López Obrador también ha sido pragmático con candidaturas adversariales que los puros sólo dejan pasar a su líder máximo. Aunque incluso ha defendido a García Harfuch de críticas por Ayotzinapa, López Obrador nunca desalentó la aspiración de Brugada y, por el contrario, la ve bien. Ésa es la rendija por la que la inconformidad de los puros planta cara a García Harfuch, a pesar de la tensión con el “bastón de mando” como símbolo de obediencia para el movimiento.
Sobre la aceptación del resultado de la encuesta, que se aplazó al 10 de noviembre, no planea el temor de un “efecto Ebrard” en la definición del candidato. Nadie romperá con la ungida del Presidente, a la que no deja de respaldar como la mejor jefa de Gobierno de la CDMX, pero será una prueba a su capacidad de resolver conflictos y tejer consensos que, si gana, se multiplicarán en el gobierno ya sin el resguardo de Palacio Nacional.
Morena no ha adelantado los criterios que aplicará para la paridad de género del INE que obligan a presentar cinco candidaturas de mujeres y cuatro hombres entre las nueve elecciones estatales. La norma es clave para decidir quién llegará a la boleta, incluso sobre el resultado de la encuesta. Por ahí puede discernir una salida al dilema de la CDMX, aunque sólo si Brugada logra convencer a Sheinbaum de que es un “mito” que no pueda interpelar a la clase media y de que ella tampoco tema que una solución así debilite su mando.