Indudablemente, que hay grandes expectativas de la mayoría del pueblo de México sobre lo que el nuevo gobierno de López Obrador vaya a lograr para cambiar las cosas en nuestro país. Realmente todos esperamos que sucedan cosas extraordinarias. Pero, existen muchas dudas sobre las posibilidades de dichos logros.
Todos queremos resolver el problema de la violencia, erradicar la corrupción, tener un gobierno austero pero eficiente, que se cumpla cabalmente el estado de derecho, eliminar la impunidad, tener una economía sana, que haya una buena distribución de la riqueza, que se generen empleos bien pagados, tener un ambiente sano para las empresas y ser competitivos, dentro de un marco de democracia participativa.
Eso suena magnífico, pero, para ello se necesitan hacer muchas cosas, pero un número muy grande de las propuestas de AMLO se contraponen con los objetivos anteriores.
Mucha gente se imagina que va a regresar al gobierno una especie de buen PRI, autoritario, pero justo, social y distribuidor de riqueza que vaya a poner orden. Pero, para empezar, si vamos a tener un gobierno autoritario quiere decir que no habrá espacios para la participación ciudadana, no va a haber una oposición efectiva ni contrapesos para que las cosas al fallar se corrijan.
Si va a haber distribución de riqueza sin crear riqueza y oportunidades para el desarrollo de las empresas, se establecen incentivos para que los capitales nacionales y extranjeros de fuguen.
Si no hay una clara definición de cómo atacar la delincuencia, sino una nebulosa propuesta de pacificación que venga de ofertas de las Naciones Unidas, cuya intervención es en violencia política, y no necesariamente en violencia de lucha entre carteles o proveniente de delincuencia común. Si se va a atacar la inseguridad a través de una estrategia proveniente de una propuesta no estructurada, a partir de mejorar la distribución de riqueza y una amnistía no definida, desapareciendo la violencia como por arte de magia. Va a ser prácticamente imposible llegar con ello a abatir la violencia e inseguridad.
Si el nuevo gobierno quiere erradicar la corrupción bajando los salarios de los burócratas. Para empezar, va a haber un fuerte incentivo para que la siga habiendo. Además, AMLO no quiere tener un fiscal anticorrupción autónomo, es decir, quiere que haya un fiscal dependiente de él directamente. Nos preguntamos, ¿para qué quiere eso? ¿Qué se quiere lograr con esa dependencia? ¿Bajará la corrupción con esa dependencia?
El primer condicionamiento para tener una economía sana es el control de la inflación, pero, desde ahora hemos oído voces de intervención en el Banco de México para generar más dinero y de meterle mano a las reservas internacionales para “distribuir la riqueza”. Para que haya crecimiento es necesario tener una economía estable, sin sobresaltos, que no haya actividades que generen nerviosismo en los mercados que son sumamente sensibles a las acciones populistas sin sustento económico.
También ya hay intenciones claras del Congreso de aumentar los salarios mínimos por decreto, sin consideración a las presiones laborales que ello pueda ocasionar en áreas de la economía que no pueden aguantar un aumento de salarios basados en la economía ficción y los buenos deseos de los legisladores.
Tenemos, definitivamente, que atacar muchas cosas. Primero hay que poner orden en casa, fortalecer a las instituciones y al estado de derecho, evitando la impunidad y persiguiendo eficazmente a la corrupción.
El ejercicio de un gobierno serio y responsable muchas veces atenta en contra de las ofertas de campaña. Los gobernantes deben de madurar y serenarse al momento del ejercer sanamente el poder para la generación del bien común. Ello implica no satisfacer a muchos intereses particulares que se les prometieron innumerables cosas que de realizarse atentan en contra de la generación del bien común.
El ejercicio del poder de forma responsable implica el tener que afectar múltiples intereses y de hacer innumerables balances de factores delicados para poder llegar a un puerto seguro que genere bienes públicos y beneficios a la población. Ese es el principal reto que tendrá que afrontar el nuevo gobierno.
Es preferible ejercer una autoridad moral fundada en realidades e ingerir tragos amargos pero que, como las buenas medicinas, a la postre traigan beneficios para todos, que mantenerse en una constante campaña que genere contradicciones y cree más problemas de los que pretenda resolver.
Nadie quiere en México otra gran decepción como la que nos dio Fox al no haber cambiado el sistema que nos ha tenido hundidos en la pobreza y en los bajos niveles de desarrollo. Todos queremos que AMLO tenga éxito en su gobierno y debemos de contribuir para que eso suceda, pero una sana contribución es criticando lo que no está bien y sugiriendo los caminos correctos a seguir. Los ciudadanos responsablemente debemos participar para bien común.