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Quizás algunos no lo recuerden, pero la irrupción de “Andy” en el juego político, como orgullo del nepotismo y vástago favorito del señor presidente (para estos menesteres) L.O., se da por segunda ocasión.
Ya antes lo había puesto al frente de las protestas contra la privatización de la industria petrolera en los tiempos del neoliberalismo, cuando el cerco contra el Senado fue interrumpido por un infarto. Ahora, con la designación dinástica de su vástago en la secretaría general del Movimiento de Regeneración Nacional el pronto expresidente, quien con este nombramiento anticipado le recuerda a Claudia Sheinbaum quien es el único dueño del partido (con todo y sus finanzas), nos recuerda al otro López quien patentó y consagró el orgullo del nepotismo presidencial.
“… Andrés Manuel López Beltrán, hijo del exjefe de Gobierno capitalino, manifestó que el cerco al Senado convocado por Morena contra la reforma energética no será pospuesto por las condiciones de salud de su padre.
“El apoyo a nuestro dirigente es acudir al cerco en el Senado, quiero recordarles a todos sus simpatizantes que este movimiento es pacífico; podemos tener el corazón caliente, pero debemos tener la cabeza fría”, dijo López Beltrán…”
Joaquín Baños Jiménez, dirigente de Morena en Tabasco, fue el encargado del destape de Andy.
“… Nosotros (…) vamos a apoyar a otro tabasqueño y qué mejor que el hijo de nuestro actual presidente de la República. Y también a Luisa María Alcalde. La verdad es una joven luchadora, una joven de izquierda y que, pues por merecimiento propio, va a estar al frente de Morena…”
En esas condiciones la designación familiar no cayó en terreno yermo. Ya la había abonado el vocero Baños quien la presentó en términos de poco mérito para el nuevo secretario general, no se refiere a su capacidad ni trayectoria, sino a dos accidentes: su lugar de nacimiento (ser tabasqueño es su gran talento por lo visto) y ser hijo de quien es, una mayor muestra de inteligencia.
En este rasgo inolvidable de la picaresca nacional, tan fecunda y duradera; amplia y extendida como el universo, no es el primer caso de una dirigencia partidaria por herencia. Jorge Emilio González recibió el Partido Verde de manos de su papá, Jorge González Torres.
Cualquier defensor diría, esto no es un acto de nepotismo, es un reconocimiento a su militancia, como si no hubiera otros militantes cuya labor merecería ser tomada en cuenta. También el abogado puede decir misa, si se la sabe, pero cuando se trata de entidades de interés público, cuya operación se hace con fondos estatales, las cosas no caen de ninguna manera en el ámbito de lo privado.
Quien menos responsabilidad tiene en esta decisión es el propio beneficiario, más allá de si tiene o no méritos o talento para este asunto. Su caletre ya lo ha comprobado —a corta edad ya había instalado con su hermano una fábrica de chocolates y una cervecera artesanal cuya capacidad pronto dejará atrás a Heineken—, como también su capacidad para hacer amigos. Ahí tenemos al compadre Amilcar y a don Alejandro Castro para demostrarla.
“Andy” sobresale del resto de sus hermanos, y obviamente, de su medio hermano Jesús Ernesto. Quienes lo conocen advierten instantáneamente su fulgor intelectual. Yo no tengo el gusto.
Pero tanto él como sus hermanos han sido víctimas de sistemáticas calumnias ante las cuales han respondido con la frente en alto. No hace mucho, firmaron y publicaron una carta defensiva –lo cual los exonera de cualquier acusación, obviamente–, cuya síntesis es simple:
“..Todo tiene un límite. Creemos que la bajeza ha reinado en los últimos tiempos y se ha convertido en estrategia política. Esto no puede tolerarse…”
Y eso lo hicieron cuando se les señaló en diversos medios como grandes “coyotes”, gestores, intermediarios o cabilderos en el llano de los negocios y la venta de influencias.
“…Nunca hemos recomendado a ninguna persona o empresa para la obtención de contratos de obra pública en dicho proyecto ni en ninguno otro…” Suficiente.Quizás algunos no lo recuerden, pero la irrupción de “Andy” en el juego político, como orgullo del nepotismo y vástago favorito del señor presidente (para estos menesteres) L.O., se da por segunda ocasión.
Ya antes lo había puesto al frente de las protestas contra la privatización de la industria petrolera en los tiempos del neoliberalismo, cuando el cerco contra el Senado fue interrumpido por un infarto. Ahora, con la designación dinástica de su vástago en la secretaría general del Movimiento de Regeneración Nacional el pronto ex presidente, quien con este nombramiento anticipado le recuerda a Claudia Sheinbaum quien es el único dueño del partido (con todo y sus finanzas), nos recuerda al otro López quien patentó y consagró el orgullo del nepotismo presidencial.
“…Andrés Manuel López Beltrán, hijo del exjefe de Gobierno capitalino, manifestó que el cerco al Senado convocado por Morena contra la reforma energética no será pospuesto por las condiciones de salud de su padre.
“El apoyo a nuestro dirigente es acudir al cerco en el Senado, quiero recordarles a todos sus simpatizantes que este movimiento es pacífico; podemos tener el corazón caliente, pero debemos tener la cabeza fría”, dijo López Beltrán…”
Joaquín Baños Jiménez, dirigente de Morena en Tabasco, fue el encargado del destape de Andy.
“…Nosotros (…) vamos a apoyar a otro tabasqueño y qué mejor que el hijo de nuestro actual presidente de la República. Y también a Luisa María Alcalde. La verdad es una joven luchadora, una joven de izquierda y que pues por merecimiento propio va a estar al frente de Morena…”
En esas condiciones la designación familiar no cayó en terreno yermo.Ya la había abonado el vocero Baños quien la presentó en términos de poco mérito para el nuevo secretario general, no se refiere a su capaciad ni trayectoria sino a dos accidentes: su lugar de nacimiento (ser tabasqueño es su gran talento por lo visto) y ser hijo de quien es, una mayor muestra de inteligencia.
En este rasgo inolvidable de la picaresca nacional, tan fecunda y duradera; amplia y extendida como el universo, no es el primer caso de una dirigencia partidaria por herencia. Jorge Emilio González recibió el Partido Verde de manos de su papá, Jorge González Torres.
Cualquier defensor diría, esto no es un acto de nepotismo, es un reconocimiento a su militancia, como si no hubiera otros militantes cuya labor merecería ser tomada en cuenta. También el abogado puede decir misa, si se la sabe, pero cuando se trata de entidades de interés público, cuya operación se hace con fondos estatales, las cosas no caen de ninguna manera en el ámbito de lo privado.
Quien menos responsabilidad tiene en esta decisión es el propio beneficiario, más allá de si tiene o no méritos o talento para este asunto. Su caletre ya lo ha comprobado –a corta edad ya había instalado con su hermano una fábrica de chocolates y una cervecera artesanal cuya capacidad pronto dejará atrás a Heineken– , como también su capacidad para hacer amigos. Ahí tenemos al compadre Amilcar y a don Alejandro Castro para demostrarla.
“Andy” sobresale del resto de sus hermanos, y obviamente, de su medio hermano Jesús Ernesto. Quienes lo conocen advierten instantáneamente su fulgor intelectual. Yo no tengo el gusto.
Pero tanto él como sus hermanos han sido víctimas de sistemáticas calumnias ante las cuales han respondido con la frente en alto. No hace mucho, firmaron y publicaron una carta defensiva –lo cual los exonera de cualquier acusación, obviamente–, cuya síntesis es simple:
“..Todo tiene un límite. Creemos que la bajeza ha reinado en los últimos tiempos y se ha convertido en estrategia política. Esto no puede tolerarse…”
Y eso lo hicieron cuando se les señaló en diversos medios como grandes “coyotes”, gestores, intermediarios o cabilderos en el llano de los negocios y la venta de influencias.
“…Nunca hemos recomendado a ninguna persona o empresa para la obtención de contratos de obra pública en dicho proyecto ni en ninguno otro…” Suficiente.