Número cero/ EXCELSIOR
La candidatura de Xóchitl Gálvez sería un revulsivo para el PAN y el alicaído Va por México en su nutrido desierto de liderazgos. Si lograra imponerse a la dirigencia panista y alinear los intereses de la alianza, podría significar que la oposición toca fondo y comienza a reaccionar para presentar algo más que un candidato presidencial testimonial, aunque su idea es concentrarse en ganar el Congreso.
La senadora panista, aunque no militante, mide el terreno, las resistencias y conveniencias que encontrarían sus aspiraciones en los cotos de poder del grupo que controla Marko Cortés. En una carambola a dos bandas aprovechó reflectores que la siguieron a Palacio Nacional a exigir, amparo en mano, su derecho de réplica en la mañanera por una añeja discusión con López Obrador sobre su política social. En un anuncio calculado y cargado de simbología confesó públicamente que valora competir por la Presidencia contra Morena, con lo que se bajaría de la CDMX. Ella no es de la “sociedad civil”, que cándidamente espera una candidatura opositora, sino una de sus cartas más competitivas, con historia personal y política propia, aunque independiente del control de la cúpula partidista. Tampoco es una peligrosa outsider como Lilly Téllez ni tiene un discurso extremista de derecha ,que marcaría al PAN con el sello del populismo y la marginaría en el próximo Congreso.
El globo sonda trata de develar lo que puede esperar el PAN y el lugar en que está parada la dirigencia, que decidirá la candidatura presidencial y a la CDMX, porque así lo pactó con sus socios del PRI y el PRD. Cortés empuja a los de su círculo cercano, como al cuestionado Santiago Taboada por el cártel inmobiliario de la capital, o a un demodé Santiago Creel para la otra posición, con los que pretendería mantener el control del aparato al costo del achicamiento de su partido. La decisión de Xóchitl podría despejar el camino a Taboada, y con ello dar cobertura a una de las camarillas que controla al PAN con el exdiputado Christian von Roehrich en prisión.
El PAN ha caído desde gobernar 12 estados hace seis años a sólo cuatro entidades y dos más en alianza. En 2021 pudo hasta prever sus derrotas (Marko dixit), pero hacer poco para reaccionar frente a ellas. El movimiento de Xóchitl pretende saber el significado de su candidatura si –como ella admite– “hoy está perdida, en los números”, para el bloque opositor. Ésa podría ser razón de dejarla pasar con la idea de concentrarse en el Congreso y en CDMX ante una ventaja irremontable de Morena. Va por México definirá su método de selección del candidato el 26 de junio urgido de salir del pasmo de su última gran derrota en Edomex y evitar que Morena saque más ventaja con su campaña adelantada. Está pensando hasta en hacer unas primarias, con padrón amplio y debates, para diferenciarse de la encuesta de Morena y la crítica al “dedazo” presidencial. Pero hay dudas de que tenga tiempo y de que realmente las cúpulas cederían sus posiciones más importantes fuera de su círculo a candidatos más competitivos que necesitaría para el Congreso.
La decisión de abandonar la CDMX no es fácil, sobre todo si la alianza piensa concentrar recursos económicos y humanos en la capital y el Congreso. Aunque dice Xóchitl que “nunca he comenzado ganando”, tendrá que convencerlos de que la candidatura presidencial es capital para arrastrar a las otras campañas y de que el voto diferenciado rara vez se cumple, menos para la segunda fuerza del país y nunca como sucedáneo de voto útil. Aunque lograra imponerse, lo que podría encontrar es una dirigencia decidida a administrar los restos del naufragio y replegarse a sus feudos, como el PRI.
Una posición así iría en contra de toda lógica de competencia, pero desde hace mucho a las dirigencias del PRI, PAN y PRD no llegan sus mejores cuadros, sino camarillas que buscan entronizarse en los cargos. Pero la estrategia del voto dividido sería suicida para el PAN y una desventaja para Xóchitl, dado que la tendencia es que la campaña presidencial arrastra a las demás. Si el PAN entiende que necesita una buena candidatura presidencial para ganar el Congreso, ella puede ser su mejor revulsivo. Pero si se trata de un papel testimonial, está en aprietos.