NÚMERO CERO/ EXCELSIOR
La reacción de Sheinbaum a la amenaza de guerra comercial deja ver que ya no sorprende el chico duro de la negociación que impone el resultado, aunque llega a la presidencia de EU con mucho más poder que antes. En su primer asalto de esgrima político con Trump, no se pasmó ni cayó en la provocación, sino que aprovecho para probar el tono de su postura y fijar límites al acuerdo.
Del primer round de sombra entre ambos resalta que México parece haber aprendido a tratar con los modos agresivos sin respeto al protocolo de Trump; eso no significa que su estilo de negociación deje de generar mucho ruido, incertidumbre y conmoción. También que el gobierno se ha preparado para la “mayor debilidad en debilidad”, que es ser tomado de sorpresa por una contraparte más fuerte y sin alegatos o propuestas para defenderse; lo que tampoco quiere decir que bajará la presión y el endurecimiento de las posiciones.
Una negociación es un proceso de comunicación y lo socios del T-MEC han comenzado a hablar en público y privado, con razones políticas y prácticas, que ponen a prueba sus habilidades y técnicas para dirigir un acuerdo. Trump quiere resultados, y rápidos, con una estrategia para acerar en la misma agenda su guerra comercial contra China, la política migratoria y el combate al fentanilo. Lo engloba todo con el hierro de “la palabra más bonita” para un proteccionista: aranceles.
¿Cuál es la mejor forma y el tono para contestar a Trump? Sheinbaum movió ficha con una carta de razones prácticas sobre la inconveniencia económica, comercial y para los consumidores estadunidenses ante el amago de gravar con 25% las exportaciones mexicanas si no detiene la migración y el fentanilo a EU. Pero, más importante, en su respuesta transmitió que no está cruzada de brazos esperando el ramalazo y que tiene una estrategia para negociar, sin envolverse en la bandera del nacionalismo o la dignidad masilla.
Sheinbaum asienta su respuesta en la premisa de que México es un socio de igual nivel que EU y Canadá, que no se disminuye con interlocutores más fuertes; y advirtió a sus socios comerciales que puede replicar los aranceles. Es evidente que México sería el eslabón más débil de una guerra comercial que de facto inhabilitaría el T-MEC o nos excluya, como han expresado en Canadá. Algunas voces temerosas internas advierten tener cuidado de ponerse con Sansón a las patadas, pero hacerse menos de nada ayudaría a contener las exigencias del principal socio comercial. La clave de su estrategia está en el tono del discurso, el modo de expresar sentimientos, emociones y estados de ánimo, a diferencia de la apuesta por una relación personal y allanarse con que López Obrador logró frenar a Trump y salvar el T-MEC. La demodulación de la retórica “trumpista”, entre bulos y mentiras, es el terreno de juego para vender sus narrativas sobre la invasión ilegal de migrantes e imponerse en una negociación con la imagen del líder sin respeto a las formas para doblar a la contraparte.
La Presidenta muestra voluntad de escucha y disposición a cooperar con las preocupaciones de Trump, dentro de ciertas “líneas rojas”, como la defensa de la soberanía de amagos de intervención suave contra los cárteles o del tercer país seguro para la migración. Y sin parecer obsequiosa o sumisa, que sería un desacierto, por inflamar una personalidad machista y la violencia repetida entre pares, menos para evitar que cumpla sus amenazas. Por eso no es extraño que Trump usara la última llamada telefónica con ella para vender un triunfo anticipado de su política migratoria con campañas dirigidas a sus consumidores políticos. En modo publicitario, celebró que aceptara frenar la migración y, de hecho, cerrar la frontera, aunque luego ella contradijera esa versión.
No será el único logró que le dará para alzarse como héroe que transformó las reglas de juego con México. También comienza a acompañar su discurso con acciones visibles, como alejarse de China y golpear al comercio chino en la CDMX; o disolver caravanas y destinar a los migrantes a estados lejanos a la frontera norte del país. Y urgir resultados de Harfuch en el combate a los cárteles para apoyar el tono colaborativo y tener cartas para una negociación que todavía no empieza, pero ya está en marcha, aunque todavía nadie pueda asegurar su éxito.