La volcadura de una pipa de Silza, filial de Grupo Tomza, dejó este miércoles en la CDMX 3 muertos y 70 heridos. La tragedia revive cuestionamientos sobre un consorcio señalado por prácticas abusivas y supuestos privilegios con Pemex
El siniestro en Iztapalapa expuso la fragilidad de los controles en el transporte de gas y colocó bajo el reflector a Grupo Tomza, conglomerado que concentra la mayoría del mercado y ha sido objeto de múltiples acusaciones
El estallido de una pipa de gas en la Calzada Ignacio Zaragoza, la tarde de este miércoles, no sólo dejó muerte y destrucción en Iztapalapa. También abrió un capítulo de escrutinio sobre la empresa responsable de la unidad siniestrada: Silza, filial del Grupo Tomza, consorcio gasero con décadas de denuncias a cuestas.
La tragedia ocurrió a las 14:20 horas, cuando la pipa cargada con 49 mil 500 litros de gas LP, volcó en el Puente de la Concordia, sobre la Calzada Ignacio Zaragoza, en la colonia Unidad Habitacional La Concordia. El accidente se registró a unos metros de la estación Santa Marta de la Línea A del Metro y del distribuidor vial que conecta con la autopista México-Puebla.

La volcadura provocó una fuga que, segundos después, derivó en una violenta explosión. La onda expansiva alcanzó decenas de metros, arrasando con vehículos, peatones y comercios en la zona oriente de Iztapalapa.
Las escenas fueron dantescas. Conductores atrapados en el fuego intentaban huir a pie, mientras una columna de humo oscuro cubría la zona oriente de la capital. Videos tomados por testigos muestran el instante en que el gas se dispersa como nube blanca antes de convertirse en una llamarada y a personas gravemente heridas, prácticamente desnudas, con la piel en girones, colgante de sus cuerpos.
El saldo oficial fue demoledor. La jefa de Gobierno, Clara Brugada, informó que 70 personas resultaron heridas —51 hombres y 16 mujeres—, de las cuales tres murieron en hospitales horas después. Otras permanecen en estado crítico.
Además, 28 vehículos quedaron siniestrados. Entre ellos se cuentan dos camiones pesados que transportaban cemento y cartón, atrapados por la onda expansiva. La infraestructura vial también sufrió daños, aunque no se ha precisado el costo de la reparación.
El caos obligó a suspender servicios de transporte. El Metro Línea A interrumpió operaciones en la estación Santa Marta, mientras que el Cablebús Línea 2 cerró temporalmente. Ambos sistemas reanudaron servicio al caer la tarde, una vez que bomberos y Protección Civil controlaron el siniestro.
La hipótesis inicial apunta a la volcadura de la pipa como origen del desastre. La Fiscalía capitalina determinará con peritajes si hubo fallas mecánicas, negligencia del conductor o irregularidades en el mantenimiento de la unidad. El retiro de la pipa y de los camiones afectados tomó varias horas más por el riesgo de nuevas explosiones.
Grupo Tomza bajo la lupa
La tragedia colocó en el centro a Grupo Tomza, propiedad de Tomás Zaragoza Fuentes y sus hijos, que controla más del 70 por ciento del mercado nacional de gas LP. Su red de filiales abarca prácticamente todo el país: Gas Silza, Unigas, Gasomático, Gas y Servicio, Gas Chapultepec, entre otras.
Las denuncias contra la empresa son antiguas y persistentes. Usuarios han señalado durante años que reciben cilindros con kilos de menos o cargas en tanques estacionarios reducidas entre 10 y 15 por ciento. Estas prácticas, según cálculos periodísticos, le generan a la compañía ingresos ilícitos cercanos a los 50 millones de pesos mensuales.
El columnista Francisco Rodríguez documentó en 2017, en su texto “La corrupción huele a gas”, que empleados de Tomza sobornaban a inspectores de la Profeco para evitar sanciones. Quienes se negaban al cohecho eran amenazados. “Andan armados y carecen de permisos de portación de armas”, escribió entonces, describiendo métodos que se mantienen desde hace más de dos décadas.
Vecinos de Azcapotzalco, en la Ciudad de México, han denunciado a estaciones de Unigas, otra filial de Tomza, por realizar cargas de cilindros sin cumplir normas de seguridad. Organizaciones vecinales las describen como “bombas de tiempo” en zonas habitacionales densamente pobladas.
Negocios con Pemex y beneficios indebidos
El historial de Tomza no se limita a las quejas de consumidores. Diversos análisis, entre ellos los publicados por Luis Carriles en su columna Aguas profundas de El Sol de México, han señalado irregularidades en la formación de precios del gas LP y la necesidad de revisar los contratos y márgenes aplicados en la cadena de distribución. No obstante, hasta ahora no existe un registro público que confirme de manera documental que Grupo Tomza haya intentado colocar cargamentos de gas LP a Pemex con precios fuera del mercado.
Sí hay, en cambio, antecedentes periodísticos sobre beneficios atípicos. En 2018 se informó que Pemex habría otorgado a Grupo Tomza descuentos del orden del 34 por ciento, muy por encima del rango usual de 13 a 15 por ciento. Esa diferencia representaba —según estimaciones publicadas—, pérdidas anuales cercanas a los 18 mil millones de pesos para la petrolera estatal. Hasta la fecha no se conocen sanciones ni resoluciones oficiales derivadas de aquella investigación.
La capacidad de Tomza para operar de esta manera ha sido interpretada como muestra de complicidad oficial. Analistas sostienen que el conglomerado ha hecho su agosto gracias a contratos ventajosos, fletes de barcos y otros servicios inflados que se cobran a Pemex con el aval de funcionarios de distintos gobiernos.
El alcance de Grupo Tomza es nacional. Sus filiales operan con distintas razones sociales en Tijuana, Ensenada, Mexicali, Mérida, Cancún, Campeche, Tepatitlán, Acapulco, Sonora, Jalisco, Sinaloa y Querétaro, entre otras entidades. Esta dispersión le ha permitido evadir la percepción de monopolio, aunque en los hechos controla la mayor parte del mercado.
Su dominio ha generado quejas constantes de consumidores, organizaciones vecinales y legisladores, sin que ninguna autoridad haya aplicado sanciones proporcionales. La percepción generalizada es que Tomza “hace y deshace” en el sector gasero mexicano.
El choque entre tragedia y corrupción
La explosión de Zaragoza pone en evidencia la intersección entre negligencia, falta de regulación y un consorcio con largo historial de prácticas cuestionables. La tragedia no puede entenderse como un accidente aislado: la unidad siniestrada pertenecía a una empresa que ha operado durante décadas con denuncias sin consecuencias.
Hoy, la Ciudad de México enfrenta el duelo por tres personas muertas y decenas de heridos. Al mismo tiempo, surge la exigencia de revisar de fondo la operación de un conglomerado que, a pesar de múltiples señalamientos, continúa expandiéndose.
La pregunta es si las autoridades federales y capitalinas tendrán la voluntad política para enfrentar a este conglomerado que controla la energía doméstica de millones de familias, o si, como en ocasiones anteriores, todo quedará en la memoria de una explosión más, mientras los negocios de Tomza siguen intactos y crezca el peligro de siniestros que produjeron la terrible tragedia de esta tarde.