Pues sí, hoy fue día de fiesta para nuestro presidente populista. Festeja la peor inversión hecha en su mandato que nos costó a los mexicanos muchos cientos de miles de millones de pesos de lo que no nos hubiera costado el aeropuerto de Texcoco cancelado por el capricho del tirano que ahora nos gobierna (y que por desgracia, la oposición casi se une unánimemente para que permanezca en el poder y termine de destruirnos), ya que el aeropuerto cancelado si iba a pagar por la gente que usamos el aeropuerto, mientras que el famoso AIFA (Aeropuerto “Internacional” Felipe Ángeles) [las comillas son nuestras a manera de sarcasmo], la pagaremos todos los mexicanos, independientemente de que millones tomarán vuelo alguno en sus vidas.
Ha sido increíble como los medios abiertos de radio y televisión cayeron en el garlito de dar una imagen de éxito en esta obra central camionera del aire, que no va a despejar el AICM (Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México Benito Juárez) [sin agregarle comillas a la palabra internacional porque realmente lo es], sino que las autoridades le han mochado artificialmente capacidad para forzar a las líneas aéreas nacionales a mover vuelos al AIFA. Por cierto, que bueno que la sufran los paisanos de nuestro presidente que vayan a Villa Hermosa por Aeroméxico. Pero, qué culpa tienen los meridanos de tener que hacerlo también.
Nos cuentan que el famoso “Lord Molécula” no llegó a tiempo a la inauguración del AIFA porque optó no trasladarse en el transporte previsto para la prensa e hizo tres horas para llegar al flamante aeropuerto.
De riza las imágenes que la gran comunicadora de Milenio, Azucena Uresti, al twittear un video de una vendedora colada entregando tlayudas en plena sala del nuevo aeropuerto y ver como se está tianguiniciando el AIFA con vendimias autóctonas y otras con la imagen de nuestro Tlatoani en las áreas de espera del nuevo aeropuerto.
Me dieron ñáñaras el ver a la no-primera dama regodearse del “gran éxito” obtenido por su maridazo en las escenas televisadas del acontecimiento.
Los “logros” a obtenerse con esta obra ocurrirán en la medida que el gobierno continúe forzando a nuestras líneas aéreas mexicanas a trasladar vuelos a esta remota localización del aeropuerto, en donde las personas con gran suerte harán dos horas en su traslado, y en donde muchas otras gentes les convendrá trasladarse a Monterrey o a Aguascalientes en automóvil, ya que los tiempos de viaje hacia el novel aeropuerto, y espera necesaria a que salgan los vuelos, quedarán muy cerca de los traslados directos en automóvil, por lo que provocará a que pocas gentes quieran someterse a la tortura de salir o llegar a ese aeropuerto.
Pero, este ejemplo del AIFA, por desgracia, no es ni será el único de los grandes despropósitos de nuestro nefasto gobierno. Lo más serio viene de manera próxima.
La debacle financiera del país en ciernes nos pegará muy duro. Por ahora, lo único que nos ha salvado son las exportaciones de manufacturas y las remesas de dinero de nuestros mexicanos que viven en el exterior.
Pero ya las manufacturas están empezando a batallar por la falta de energía eléctrica. Por ejemplo, en Ciudad Juárez, lugar en donde nací, me crie, tuve a mis hijas y he radicado toda mi vida, existen innumerables plantas industriales, nuevas y flamantes, listas a ser ocupadas, pero no han podido abrir sus puertas porque la CFE no tiene capacidad para darles el servicio de energía eléctrica. Pero eso sí, la CFE se pelea con los generadores independientes y ha empezado a discriminarlos violando flagrantemente la ley, dejando capacidad instalada de generación eléctrica sin ser aprovechada para la generación de empleos y nuevas inversiones.
Y continuarán las andanadas del presidente, de su partido Morena y sus aliados por apoderarse del INE o cambiar su naturaleza para tener el dominio de las elecciones a sus anchas, para detentar el poder absoluto destruyendo a las oposiciones y a nuestra democracia, para empezar una época de profunda obscuridad en el país de la que no podremos salir en décadas.
Impidamos lo anterior con todo el esfuerzo que tengamos, antes de que sea demasiado tarde.