Es realmente sorprendente el nivel de fortaleza que tiene nuestro país para superar los obstáculos, los indicadores económicos recientemente publicados por el INEGI lo indican. A pesar de que el gobierno federal por instrucciones del presidente no apoyó a las empresas para poder superar el cierre de la economía sufrido debido a la pandemia (México solo aportó el 1% del PIB, frente a Estados Unidos que aportó el 12%, en apoyos fiscales), la recuperación económica del país, en términos relativos, ha sido buena. Claro, que el sector exportador, tanto de manufacturas como de productos agrícolas sigue siendo el que mayor número de divisas aporta al país. Las remesas de nuestros migrantes en Estados Unidos siguen aumentando, habiéndose anunciado hoy 2 de agosto, un 22% de aumento, llegando a la suma de 23,000 millones de dólares.
Gran parte del dinamismo de la economía nacional se debe al trabajo incansable de los mexicanos, a los emprendedores que inician negocios o hacen crecer los que ya tienen, a lo benevolente de nuestra situación climática, si la comparamos con la existente en otros países, pero, sobre todo, a nuestra vecindad con la economía más grande del mundo, que combinada con la canadiense y la nuestra propia, resulta en la región de mayor actividad económica del mundo.
Si analizamos con calma el mal que el gobierno le ha hecho a la economía de nuestro país, deberíamos estar a niveles más bajos de lo que estamos. Según el análisis que hace hoy en su Columna del Financiero Macario Schettino, señala que “el nivel alcanzado al cierre de junio es ya muy cercano al que teníamos antes de la pandemia, confirmando lo que habíamos platicado: el impacto económico directo del Covid prácticamente ha terminado”, pero menciona que las otras fallas de la economía permanecen, señalando que al comparar el tercer trimestre de 2018 con el del segundo trimestre de este año, la economía ha descendido un 4%, y si lo comparamos con las tendencias que la economía ha tenido en los últimos 40 años, estamos por debajo en un 12%.
En conclusión, los mexicanos somos (utilizando la palabra de moda) resilientes, pero la tragedia del asunto es que tenemos a un gobierno unimembre que se maneja según el estado de ánimo del presidente y sus fantasías de ocurrencia, que está haciendo todo lo posible para destruir nuestra economía, primero, deshaciendo el Estado de Derecho y el entramado institucional que tanto trabajo nos ha costado construir.
La otra tragedia es que tenemos a un sistema de partidos estructurado de tal forma que no dependen del ciudadano, sino que están hechos con incentivos perversos para deber su existencia, principalmente, a grupos de élite que manipulan el sistema para generar cotos de poder que atienden a sus propios intereses y no al bien del pueblo y de la Nación.
Mientras los partidos no tengan una liga directa con los ciudadanos para postular a sus candidatos, vamos a seguir resintiendo una red de complicidades dentro de las dirigencias de los partidos, que no ayudan a promover el bien común, sino que ayudan a alimentar a mafias de poder para mantenerse con privilegios.
La propuesta del presidente y sus seguidores de Morena, no es destruir ese sistema, sino a cerrarlo más, para crear de nuevo un único partido en el país que someta a los mexicanos a una dictablanda como la que tuvimos 75 años del siglo pasado.
Debemos los ciudadanos meditar profundamente lo anterior, para presionar políticamente a todos los partidos a que se cree esa apertura hacia la ciudadanía, ya que, de lo contrario, estaremos condenados a seguir bajo la servitud de élites, como casi siempre hemos estados sujetos los mexicanos,