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La certidumbre es un factor determinante en el desarrollo y crecimiento de una nación, porque dependiendo del nivel en el cual se encuentre, es el monto que los inversionistas aplican en el desarrollo de sus empresas y comercios y esto también se muestrea en la creación de empleos y el monto de los salarios.


En México estamos nuevamente, por cortesía de Andrés Manuel López Obrador, en un momento de incertidumbre que por lo menos durara hasta este fin de año y que ahora también ya está en el campo político, lo que abona aún más a la incertidumbre.

Mientras que un inversionista no encuentre en un ambiente adecuado para colocar sus capitales y estos le generen ganancias dejara de invertir y buscara otros lugares donde puedan generar mayores recursos sus inversiones.

Esto está pasando en nuestro país, que aún no salimos de manera importante de la pandemia causada por el Covid-19 y ahora se suma la discusión de la reforma constitucional en materia eléctrica que envió López Obrador al Congreso de

la Unión, lo que crea más incertidumbre entre los inversionistas.

México se mantiene en alto riesgo porque la economía nacional no se ha recuperado y no existen incentivos para que los capitalistas sigan colocando una gran cantidad de dinero en nuestro país para el crecimiento de sus empresas, obtener mayores ganancias y crear más empleos que permitan reactivar el círculo virtuoso de una economía, donde el consumo interno sea un factor importante para mayor producción.

Esto provoca que disminuyan los niveles de inversión, no se puedan crear empleos, la gente no obtenga ingresos suficientes para comprar no solo alimentos sino otros bienes que empujen la producción de las empresas.
Así lo demuestran las cifras que el Grupo BBVA dio a conocer sobre su monitor de consumo correspondiente al mes de septiembre y su indicador refleja una caída de 1.0 por ciento en el tercer trimestre.

Esto implica que el consumo se sigue ralentizando y que, a pesar del incremento en la movilidad derivado del retorno a clases, los efectos de la tercera ola de contagios del covid y de las incertidumbres creadas a nivel nacional ante la falta de estímulos de inversión, afectan negativamente este proceso de crecimiento económico.

Tan bien deberemos tomar en cuenta que la inversión hasta el mes de junio, el más reciente dato que se conoce, presento una baja de 1.8 por ciento, lo que debe encender focos de alerta para las autoridades mexicanas ya que, repito, a menor inversión, menor creación de empleos e ingresos a la población lo que se traduce en pobreza.

Es necesario que se establezcan políticas públicas capaces de ofrecer la certidumbre que se necesita para captar inversiones o de lo contrario nuestra economía seguirá siendo sostenida por alfileres y que se podrían caer en el momento en que el gobierno federal no cuente con los recursos suficientes para seguir subsidiando, las gasolinas, la energía eléctrica u ofrecer apoyos a través de los programas sociales.

México requiere de proyectos de inversión reales, contratos por parte del gobierno que sean respetados y que no sean cambiados como consecuencia de caprichos de una persona que observa el desarrollo del país, basado en estrategias de hace más de 40 años y que no son útiles en esta época.

Ojala alguien le explique e a López Obrador que México está inmerso en una economía globalizada, donde el intercambio comercial es el motor que mueve a la economía mundial y que el encerrarse en decisiones es añejas solo traerá mayor pobreza e incertidumbre.