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Todos lo hemos escuchado en innumerables ocasiones:
¡Como México no hay dos!
No se sabe si es un consuelo, para el resto o una exhibición altiva ante nuestra condición de única tierra prometida, espacio privilegiado por la naturaleza, la divinidad, la historia, el talento nacional o quien sabe cuál otro designio superior, pero nuestra exclusiva y excluyente condición nos protege y libra de todo mal, amén.
Pero quizá eso haya sido falso antes, pero es verdadero ahora cuando ya somos el país más democrático del planeta; porque sólo aquí se eligen, por voto directo, universal y secreto, los cargos para los tres poderes de la Unión. Y eso debe ser muy importante. Si nadie más lo hace nos confirma en nuestra privilegiada condición de pueblo superior. Más allá de las limitadas capacidades del resto del mundo.
¿Cómo desde los atenienses del siglo de Pericles a nadie se le había ocurrido una evolución democrática como la nuestra? Al menos esa prenda ya ha sido exhibida por nuestra señora presidenta (con “A”) quien nos ha explicado uno más de los motivos infinitos de nuestro orgullo nacional:
“…digo que: Somos el país más democrático del mundo, porque en ningún país del mundo se elige a los tres Poderes…”
Obviamente, esa fórmula de absoluta democracia no es obra de la casualidad, es producto del pensamiento profundo del Humanismo mexicano, la práctica de la Cuarta Transformación y la consecuente Revolución de las Conciencias, trilogía feliz sobre cuyos pilares descansa la única utopía convertida en realidad cotidiana.
Tan grande es la 4-T como para anular los efectos de las medidas arancelarias y proteccionistas de Donald Trump, porque la presidenta (con A) –ante los inminentes hechos de mañana–, nos ha dicho de los poderes preventivos y curativos de la filosofía originada en Macuspana hace ya muchos años:
“…ahora que estamos con esta nueva situación frente al gobierno de los Estados Unidos, que puede poner aranceles y todo esto que ya sabemos, ¿saben qué va a salvar a México?, que hay Cuarta Transformación y que el principio es:
“Por el bien de todos, primero los pobres”.
“¿Y cómo hacemos eso?
“Pues, evidentemente, con los Programas de Bienestar, primero. Sin los Programas de Bienestar no tendríamos la situación económica que tiene México. Fíjense el tamaño de los Programas de Bienestar, son más de 800 mil millones de pesos que van directamente a las familias mexicanas…
“El programa de Apoyo a Adultos Mayores son más de 500 mil millones de pesos que se distribuyen a casi 13 millones de personas en nuestro país de 65 y más años. Ese recurso, que va directo, que, además, no tiene ningún condicionamiento como era antes, que se daba un apoyo a cambio de un voto (¿?), se daba un apoyo a cambio de pertenecer a un partido político, ahora no, es directo del gobierno al pueblo, sin intermediarios, ese recurso es lo que permite que la economía se esté moviendo.
“Igual, el apoyo a personas con discapacidad, Jóvenes Construyendo el Futuro, las becas de jóvenes de preparatoria, el apoyo al campo, todos esos apoyos, todos esos apoyos de los Programas de Bienestar…
“…Lo segundo es el impulso a la obra pública. Durante muchos años, durante todo el periodo neoliberal, la obra pública dejó de hacerse.
“¿Qué había?
“Concesiones de carreteras, una concesión para que lo hiciera un privado, pero el gobierno no invertía en carreteras, en trenes, en desarrollo para el país. Eso también cambió…”
La verdad todo esto es un enorme consuelo.
Si las cosas nos vienen tan bien gracias a un solidario, humanista y –en el mejor sentido– revolucionario compendio de justicia, porque ese es a final de cuentas el anhelo final, ¿por qué hacemos cuanto el vecino malevo impone y nos desvivimos en darle gusto para que retire sus amenazas? Pero con plena soberanía, eso sí
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