Aún no empieza plenamente el nuevo régimen instaurado por López Obrador y ya vemos algunas señales de deterioro de lo que se puede convertir este nuevo gobierno. Damos dos muestras de esta situación:
Hoy en la Cámara de Senadores a mano alzada se le niega la licencia al senador Manuel Velasco Coello, quien había hecho en su estado de Chiapas cambios constitucionales al vapor, para permitirle postularse al Senado siendo gobernador del Estado. Velasco pidió licencia en su estado para ser senador plurinominal de su partido, el Verde Ecologista de México, con la intención de que, ya siendo senador, solicitaría licencia para retirarse de su cargo para regresar de gobernador por un breve período que concluye en diciembre. Ante la evidencia de esto se le niega rabiosamente su licencia por la mayoría de MORENA y los demás partidos en el Senado, aduciendo la incongruencia y perversidad de la acción. Pero, dos horas más tarde, en la Junta de Coordinación Política del Senado, el PRI y el PVEM exigen a MORENA que cumpla con su acuerdo de permitirle esta acción a Velasco. Por lo que dos horas después de esta negativa, MORENA promueve que se revoque la negativa de licencia al senador Velasco aduciendo su coordinador parlamentario que tiene el derecho constitucional de pedirla, y así se vuelve a votar por los mismos que se la negaron, pero ahora concediéndosela.
En otro escenario, en la Cámara de Diputados, vemos que continúa el pleito del Diputado Gerardo Fernández Noroña (postulado por el Partido Encuentro Social, renegando a pertenecer a su grupo parlamentario, para adherirse al grupo parlamentario del Partido del Trabajo), en contra del presidente de la mesa directiva de la Cámara, Porfirio Muñoz Ledo, reclamándole que con permiso de quién había acudido al informe de Enrique Peña Nieto al Palacio de Gobierno.
Estas son dos pequeñas muestras del gobierno que se avecina. Mucha gente cree que el nuevo régimen será una especie de nuevo PRI, pero opino que las circunstancias históricas, políticas, económicas, de la condición en las que se difunde la información, de la clase de ciudadanía que tenemos, de las instituciones democráticas que existen, y de las circunstancias de la globalización en la que nos encontramos, no lo van a permitir.
Aunque es un hecho que el gobierno de AMLO no va a tener contrapesos, está por verse si los legisladores y la suma de fuerzas políticas disímbolas que conforman el Congreso de la Unión, y que integrarán a los funcionarios designados en el Poder Ejecutivo Federal, vayan a permitir que el poder se ejerza de una manera monolítica como lo ejerció el Partido Revolucionario Institucional durante el Siglo XX.
Debemos también de tomar en consideración, que, en este mundo del Siglo XXI, existen muchas fuerzas incontrolables, debido a la penetración en la sociedad que las redes sociales han tendido y por la globalización de la política a la que nos encontramos sujetos.
Claro está, tenemos los casos de Venezuela, Nicaragua y Cuba, para probar que sí pueden existir gobiernos totalitarios en nuestro siglo, pero lo vasto de nuestro territorio, la problemática tan compleja que representa la penetración del crimen organizado en nuestras instituciones y la diversidad de visiones políticas distintas que imperan en México, me lleva a pensar que el nuevo régimen de AMLO no la va a tener tan fácil para controlar al país como mucha gente cree.
La moraleja que debemos de aprender de todo esto es que los ciudadanos no debemos en ningún momento de bajar la guardia de hacerle contrapesos al gobierno nuevo, para inducirlo a que se conduzca dentro del estado de derecho y apegado a sus promesas de erradicar la corrupción y darle a los mexicanos una vida digna, con oportunidades y con libertades.
Aprendamos a navegar bajo las nuevas circunstancias de este nuevo régimen, a pesar de que formalmente en el Poder Legislativo vaya a tener muy pocas voces discordantes, y que los órganos del mismo vayan a ser avasallados por MORENA y sus aliados.
No hago un llamado a la oposición al nuevo régimen, sino un llamado a cuidarlo de que no caiga en excesos, que en última instancia nos vayan a llevar a niveles superiores de corrupción y abusos a los que nos sometió el gobierno del PRI con Peña Nieto.