Pues bien, todo mundo habla de que la “oposición” debe arrebatarle a Morena su mayoría (adquirida artificialmente) en la Cámara de Diputados. En efecto, esta es una verdad de Perogrullo. Indudablemente, esta situación es imperativa, pero el detalle es que los partidos políticos establecidos son los únicos que tienen la llave formal para poderlo lograr. La llamada “sociedad civil” se ha venido organizando, pero, en términos electorales, son un puñado de gente que sienten representar a todo el sentir ciudadano opositor.
Lo primero que hay que reconocer ante los escenarios en los que nos encontramos ahora, es que tenemos partidos de oposición sumamente débiles, frente a una sociedad civil novata que desconoce en su esencia los procesos electorales, encontrándonos con fenómenos como el recientemente ocurrido en las elecciones en Coahuila e Hidalgo en las elecciones del fin de semana, de que el PRI que todo mundo creía muerto, que ha sido experto en el manejo de procesos electorales, con su estructura, que tradicionalmente ha sido fuerte en ambos estados, se levanta, con carro completo en Coahuila y con excelentes triunfos en Hidalgo.
Otro dato importante por considerar es que Morena, aunque formalmente hablando es un partido político, dista mucho de verdaderamente serlo, tanto en estructura electoral como en promoción del voto en las elecciones, mostrando su debilidad en los comicios de Coahuila e Hidalgo. Morena, sin el fenómeno de López Obrador acompañándolo es una fuerza política marginal e inestable.
Así que tenemos una situación muy especial que resolver para el 2021. Por un lado, es absolutamente necesario quitarle a Morena su mayoría en la Cámara de Diputados. Con eso le quitamos al presidente el poder del presupuesto y tendría la oposición en sus manos el control del órgano supervisor del comportamiento del Ejecutivo Federal que es la Auditoría Superior de la Federación. Pero, además se le quitaría al presidente la facultad de aprobar cualquier ley, sin el consenso de la oposición.
Pero, por el otro lado, tenemos un escenario complicado respecto a la cerrazón tradicional de los partidos, que han sido dominados por camarillas cerradas cuyo interés está centrado principalmente en mantenerse en sus cotos de poder partidistas.
Finalmente, tenemos a la sociedad civil que cree que con una buena actitud ciudadana los partidos se abrirán ante ellos como por arte de magia. Por desgracias, las cosas no operan así.
Estimo que para que haya una verdadera interacción positiva entre la sociedad civil y los partidos de oposición, debe de haber una gran presión ciudadana que aún no visualizo. Debe de haber un sentido de urgencia que no veo claro que exista aun en el espíritu ciudadano.
La única organización que ha actuado de forma radical, estructurada y con contundencia, ha sido FRENA, pero con las grandes limitaciones que le impone la futilidad de su objetivo: la renuncia del presidente.
También debemos de considerar que dentro del seno de los partidos políticos de oposición, hay niveles grandes de sus militantes que se han sentido excluidos por las mafias que han dominado a los partidos, teniendo dichos militantes inconformes grandes oportunidades de hacer valer su voz, para que conjugada con la de los ciudadanos sin partido que se encuentran conformando esta masa de sociedad civil organizada, puedan hacer una verdadero movimiento opositor que mueva a los partidos políticos opositores a actuar adecuadamente.
Finalmente, queda conformar tanto coaliciones formales e informales, para que después de corrido el proceso de las campañas, los partidos de oposición que se encuentren compitiendo acuerden en que solo quede un opositor por distrito, a fin de evitar la dispersión del voto que puede hacer que la oposición sucumba ante Morena, aun cuando tenga un peso específico mínimo en las elecciones, pudiéndose levantar con el triunfo con una oposición dividida.
Solo así se puede vencer a Morena.