Con el apabullante triunfo del Presidente López Obrador nos encontramos en una gran encrucijada nacional que ojalá la podamos resolver; por un lado, tenemos a millones de mexicanos resentidos, con razón, del abuso cometido por gobiernos coludidos con los oligarcas del país. Este es un hecho indiscutible. Sin embargo, el problema que tenemos, es que AMLO, después de haber utilizado en su discurso y narrativa esta situación, ahora como presidente, continúa con la misma narrativa como si permaneciera en campaña, acendrando la lucha de clases y generando un odio profundo entre dos partes de nuestra sociedad que no fueron actores de los abusos e injusticias cometidos por el gobierno y sus socios oligarcas, que son las personas de bajos recursos económicos y la clase media.
Considero que el discurso de AMLO que pone al Neoliberalismo como el villano de los mexicanos está equivocado. Este esquema no es más que el viejo liberalismo de Juárez que tanto pregona López Obrador, con los ingredientes modernos de la globalización y el libre mercado entre las naciones, que en sí AMLO defendió a ultranza (aunque no en el discurso) en los hechos, al haber postrado a México con una política migratoria dictada por Trump, para evitar la amenaza de éste de imponer aranceles a los productos mexicanos que los estadounidenses importan a su país. Esto no es otra cosa que defender a toda costa el libre mercado que tanto critica en su discurso.
Cierto, que está habiendo muchas protestas en contra del actuar de AMLO, mismas que él descalifica diciendo que provienen de los oligarcas que quieren recuperar el statu quo prevaleciente antes de que AMLO tomara posesión. Quizás así sea en parte, pero lo que AMLO debe tomar en cuenta, es que lo que la inmensa mayoría de la gente quiere es lo siguiente:
- Que nuestra democracia no se destruya y no regresar a un gobierno hegemónico comandado por un caudillo que someta a todos los poderes políticos y económicos del país.
- Mantener una sana división de poderes y una competencia electoral libre y equitativa.
- Que se respeten las instituciones del Estado Mexicano (órganos del Estado y organismos constitucionalmente autónomos y técnicos), sin que haya manipulaciones insanas de sus integrantes, que sean elegidos conforme a sus capacidades y compromiso en las diversas áreas de su competencia.
- Que haya un sano ejercicio de la economía, sin que haya excesos en el gasto público en cosas superfluas, pero tampoco en la generación de clientelas políticas, repartiendo dinero a diestra y siniestra (es mejor bajar impuestos que cobrarlos para luego repartirlos), concentrando el asistencialismo únicamente en las personas vulnerables.
- Tener un sistema fiscal justo, eliminando las concesiones tributarias que existen de-facto en la economía informal, cobrando los impuestos a todas las actividades productivas y desarrollando una coordinación fiscal justa y descentralizada.
- Respetar el Estado de Derecho, sin excepción alguna, combatiendo la corrupción pasada (sin perdones) y presente, desarrollando un gobierno ético, sin complicidades ni componendas, que se dedique a darnos seguridad y justicia, a prestar servicios públicos, salud, obra pública, educación y atención al desarrollo económico.
- Desarrollar una política exterior de colaboración entre las naciones, defensa de los derechos humanos y del medio ambiente y un comercio libre, pero equitativo.
Con una agenda sencilla como la propuesta, dejando a un lado las visiones de convertir al gobierno como empresario, AMLO se puede conciliar con el pueblo de México dejando un legado como el constructor del México del Siglo XX. Creo firmemente que AMLO debe de aprovechar el enorme capital político que tiene para lograrlo.