NÚMERO CERO/ EXCELSIOR
El tono político y los movimientos de López Obrador marcan el pulso de la controversia comercial en materia energética con Estados Unidos dentro del T-MEC. Cuando se rebaja la vibración de su discurso significa avance de la posición negociadora; por el contrario, la exaltación nacionalista y antiamericana marca el tempo de la radicalización. El grado de la tensión también produce señales en su equipo, como la designación de Raquel Buenrostro tras renunciar Tatiana Clouthier, quien estaba al frente de la negociación. El perfil del relevo en Economía en un área clave para la relación con EU, parece una señal del estado de la negociación y hace temer un endurecimiento de posturas. Más que la salida de Clouthier, preocupa a la contraparte que su sucesora sea un mensaje del posicionamiento del ala dura procontrol del sector energético de Pemex y la CFE. Por ello, es importante conocer sus razones para abandonar el gabinete (no reveladas) siendo una de las figuras más cercanas a su equipo desde la campaña y que apuntaló la imagen de un sector moderado cada vez más desdibujado en el gobierno y sirvió como interlocutora con los empresarios, particularmente del grupo Monterrey.
Éstos han resentido su salida, que no esperaban, pero sobre todo temen que el sector moderado en el gobierno siga diluyéndose. Lo que evidencia su renuncia es una acumulación de diferencias respecto a los dictados de Palacio Nacional desde que se abrieron consultas del T-MEC, en julio pasado, para evitar un litigio comercial por la política energética y las reglas de origen de autos. Su encargo se congeló por falta de independencia, lo que también explica su relevo con una funcionaria eficiente, pero que destaca por su dependencia hacia el Presidente, sin experiencia ni trayectoria en comercio.
El cambio ocurre en un momento delicado del conflicto comercial, que puede imprimir el tono de la relación con EU los últimos dos años del gobierno. Aunque Clouthier rechaza que su salida fuera abrupta, lo cierto es que ocurre cuando el T-MEC entra en un impasse al concluir los 75 días obligatorios de consultas antes de desembocar en un litigio por incumplimiento en materia energética, que podría costar demandas millonarias o sanciones a exportaciones mexicanas.
El Presidente ha bromeado con esa amenaza con un “¡uy, qué miedo!”. El conflicto ha oscilado del enrarecimiento a la suavización del tono tras la visitade Antony Blinken en septiembre pasado. Sin embargo, la perspectiva es que el litigio tome fuerza con el relevo de la extitular del SAT y fiel subordinada a las decisiones de Palacio Nacional. ¿Cuál es la reacción del Presidente, si su política energética choca con el muro del T-MEC y sobrevienen juicios y sanciones comerciales?, es una pregunta que se hace EU por un conflicto en el modelo energético.
Por supuesto, tanto él como el gobierno de Biden han celebrado el diálogo para un acuerdo, que se ve difícil porque las demandas apuntan a la reforma eléctrica por favorecer a Pemex y la CFE en contra del T-MEC. No obstante, hay algunas señales para rebajar la tensión, como la aprobación para abastecer gasolina a los expendedores por igual, como demandan las empresas estadunidenses, o la presentación de solicitudes de nuevos expendios que el gobierno tenía bloqueados. Pero no es el único asunto donde la política interna puede topar con el T-MEC, también el plan antiinflación tiene riesgo de vulnerar al tratado en reglas sobre importaciones y exportaciones. Clouthier dejó en curso la revisión del sustento jurídico del plan contra la inflación, que aún no se ha publicado.
Como señaló el canciller Ebrard en el Senado, muchos opositores han apostado a un conflicto con EU, pero no se ha producido, a pesar del discurso político nacionalista presidencial. Sin embargo, el nombramiento de Buenrostro podría anunciar el arribo de ese discurso a la mesa de negociación comercial. La reivindicación de la soberanía en ese terreno es música para las bases obradoristas, además de una salida frente a una eventual derrota en tribunales.