COMPARTIR

Loading

En mi entrega anterior escribí sobre la balcanización de la política mexicana, aludiendo a la inmensa cantidad de aspirantes que hay para la presidencia de la República. En seguimiento a ello, ahora quiero escribir de los riesgos existentes de tener innumerables aspirantes a la presidencia de la República, y terminar escogiendo al peor.

Por eso me refiero al macabro juego de la llamada “ruleta rusa”, consistente en poner una bala en el cilindro de un revolver, darle vuelo al cilindro, ponerse la pistola en la cien y apretar al gatillo. Para el desafortunado que le toca ahí termina volándose los sesos.

Pues así estamos en la política mexicana, en donde si no nos vamos como ciudadanos por los mejores escenarios para el elegir a la mejor persona para dirigir al país como presidente de la República, podemos, a lo menos las generaciones vigentes ahora, cometer un suicido político que pagarán principalmente las generaciones venideras.

Hablemos entonces de esos escenarios posibles, y comencemos por las “corcholatas” de Morena. Tenemos ahí tres corcholatas y una persona que no es reconocida como tal, Ricardo Monreal que no deja de ser aspirante de Morena. Claudia Sheinbaum, quien se dice que es la favorita del actual presidente, por la sola razón de que la considera como su incondicional y así López de cierta forma permanece en el poder, como en una especie de “Maximato”, emulando el control que el Jefe Máximo de la Revolución Mexicana, General Plutarco Elías Calles, que dejando el poder presidencial continuó mandando en tres presidencias sucesivas, terminando con Lázaro Cárdenas que lo desterró del país.

Ahí tenemos que las corcholatas más fuertes, según los sondeos de opinión, son Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum. Estando el primero muy cerca de la segunda, muchas veces en empate técnico. La tercera corcholata, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, queda a un muy distante tercer lugar. Pero el presidente lo considera como “su hermano”, por la vieja relación de cercanía entre ellos, pero que López lo quiere tener en el juego (yo lo interpreto por si es necesario usarlo como opción de salida si las cosas no se dan como López quiere).

Viendo esta situación, muchos empresarios opositores al régimen, ven a Ebrard como una buena opción para derrotar al presidente en su cometido para las elecciones del 2024.

Para ello, visualizan un escenario de que Movimiento Ciudadano lo postule como su candidato, haciendo a un lado al presidente Municipal de Monterrey, Colosio Riojas, y a los gobernadores de Jalisco y Nuevo León.

Ante el escenario anterior, la Alianza va por México, suponiendo que se reconfigurare eliminando a Alito y a sus diputados seguidores, si llevare a cabo la selección de su candidato a la presidencia, a través de elecciones primarias, podría llegar fuerte también con una candidatura.

Ante estas disyuntivas, la ruleta rusa que puede resultar es que se dividiera grandemente el voto de Morena y el de la oposición (claro sin contar en ella a Movimiento Ciudadano), quedando Ebrard como ganador.

¿Por qué considero este resultado como suicidio político para el país? Por varias razones; la primera es que el electorado tiene muy corta memoria de quién es Ebrard. Es un militante priista de toda la vida, que ha estado siempre cercano a la corrupción institucionalizada que tradicionalmente ha tenido ese partido. Pero se ha olvidado el motivo por el cual Vicente Fox lo despidió como secretario de Seguridad Pública del entonces Distrito Federal, y fue por la omisión más perversa que una persona con ese puesto puede tener en su acervo, cuando, prácticamente en sus narices, permitió que una turba de personas quemara vivos a varios policías federales en Tláhuac, sin que diera órdenes de parar el ataque, teniendo a un cuartel de la policía a menos de un kilómetro de distancia del lugar de los hechos.

La segunda, fue el gran fraude cometido con la Línea 12 del Metro, construido cuando Ebrard era jefe de Gobierno del D.F., que luego devino en la tragedia del accidente, ocurrido también en Tláhuac. Yo me pregunto, ¿queremos los mexicanos tener a una persona así dirigiendo al país?

Este escenario es bien factible que se dé, por lo que la oposición está obligada a escoger dentro de sus múltiples opciones al mejor candidato, que sea realmente una nueva opción ante la situación de destrucción a la que nos ha traído el presidente.

Es necesario un candidato honrado, sincero, inteligente, profesional, comprometido, de conducta intachable, para que saque al país de la situación complicadísima a la que nos ha llevado López. No juguemos como país a una ruleta rusa, que nos puede llevar a una situación en la que no podremos salir en muchos años.