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El 10 de noviembre se realizó un evento promovido por Sí por México en donde se anunció una gran alianza para postular candidatos que hagan oposición a Morena y a sus aliados para las elecciones de 2021. Los cuatro partidos políticos de oposición PAN, PRI, PRD, y MC estuvieron de acuerdo en participar en la alianza.

La alianza realmente abre una gran esperanza para quitarle a Morena y a sus aliados la mayoría que tienen en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, y la que mantienen en innumerables legislaturas de los estados y la Ciudad de México, así como en los ayuntamientos y las gubernaturas en juego.

Sin embargo, el demonio está en los detalles. Para que la alianza fructifique es necesario realizar una gran labor de determinación de quiénes serán las personas a postularse para que compitan por la alianza en los múltiples puestos de elección popular que serán votados.

En el tablero de ajedrez están 300 distritos electorales federales de donde saldrán las diputaciones federales de elección directa de los ciudadanos y 200 distritos en donde surgirán diputados de los partidos políticos en proporción de los porcentajes de votación total obtenidos. Similares fórmulas aplican en los distritos locales en las entidades federativas. Asimismo, habrá miles de elecciones de regidores y presidentes municipales y 15 gubernaturas.

La clave del éxito de la coalición consistirá en que la oposición ofrezca una alternativa atractiva a los ciudadanos respecto de las plataformas legislativa y planes de gobierno. Pero algo crucial será cómo se seleccionarán las candidaturas, y, sobre todo, quiénes quedarán en ellas.

Para los efectos de describir esta problemática vamos a utilizar como ejemplo los 300 distritos electorales federales.

Estas elecciones son eminentemente locales, por lo que los actores políticos que se encuentran en cada uno de los distritos electorales tendrán una relevancia especial. Digo lo anterior, porque integrantes de la alianza tendrán que desarrollar una metodología para la selección de candidatos.

Lo peor que pudiera pasar es que a nivel de élite las dirigencias de la alianza se pusieren de acuerdo a nivel cupular, para la designación directa de candidatos sin consideración alguna de los militantes de los partidos políticos y de la ciudadanía en general.

Así los candidaturas de la oposición no tendrían legitimidad ciudadana y generarían muy variadas reacciones tanto en las militancias de los partidos como de la ciudadanía, pudiendo descarrilar un posible triunfo de la oposición.

Para evitar lo anterior es necesario realizar algunos ejercicios de criba de los posibles candidatos. Me permito presentar una posibilidad.

Para empezar, tenemos que tomar en consideración que existen 200 posiciones totalmente en manos de los partidos políticos que son las diputaciones plurinominales. Asimismo, de los 300 distritos en juego, existen muchos en las que las preferencias electorales ya han sido de antemano capturadas por los partidos. De ese universo, las dirigencias de la alianza pueden repartir candidaturas entre la sociedad civil y los partidos, de los mejores perfiles disponibles.

En el resto de los distritos, estimo que lo mejor es abrir a la ciudadanía en general, incluyendo a los militantes de los partidos, una gran convocatoria para los que se quieran registrar como precandidatos.

Luego, las dirigencias locales de la alianza deben eliminar a los ciudadanos que no tengan buena fama pública y que no reúnan un perfil mínimo, para que luego, en sendas precampañas se ponga a competir a los precandidatos y se determine a los ganadores por encuestas, en las que se incluyan mediciones de conocimiento, positivos y negativos, y los ganadores sean postulados como candidatos.

Claro que habrá casos particulares en donde pueda haber otras formas de selección. Pero lo que sí es importante es que la oposición presente a las mejores mujeres y hombres para que nos representen en las próximas elecciones y vencer a Morena en los comicios.