Poco a poco, después de las sorpresas electorales se ha ido perfilando el nuevo régimen de López Obrador. Hay mucha esperanza en la mayoría de la población, hay cautela en una gran parte de ella. Por un lado, salen los jacobinos de la izquierda delirante, por el otro, los organismos empresariales y los medios se alinean. En las organizaciones de la sociedad civil, unas reclaman la negativa de AMLO de querer a un fiscal carnal, otras organizaciones están estáticas, esperando lo que viene.
Hay muchas especulaciones respecto a lo que provocará el triunfo de MORENA en las elecciones y la gran alineación de muchos actores políticos del PRI que se fuero al novel partido, aunado a la falta de balance de poder resultante de la abrumadora mayoría en el Congreso, a que devenge en una especie de mutación del PRI para que regrese el régimen de partido único autoritario.
Mi opinión y deseo al respecto es que esto último no puede suceder. La época de partido único hegemónico y autoritario ha quedado atrás en el Siglo XX. Peña Nieto, casi tuvo lo mismo con el PRI en su sexenio, logró las reformas estructurales, pero no pudo mantener al PRI en el poder, sino que lo mandó a un vergonzoso quinto lugar.
Estimo que AMLO pudiera intentar lo mismo, pero se irá topando con una sociedad inmensamente diferente a la que existió en México a principios del Siglo XX. Ahora nuestra ciudadanía está comunicada, tiene, con sus grandes carencias, mayores niveles de educación que los que había entonces. Pero, sobre todo, en la mayor parte del Siglo XX no había democracia en México. Las elecciones eran un simple escenario que los del PRI le llamaban de “legitimación”. No había leyes ni tribunales electorales. Los miembros de las mesas directivas de casilla eran los mismos integrantes de los comités seccionales del PRI. A las elecciones los ciudadanos les llamaban coloquialmente como el “chanchullo”, aduciendo a que tenían trampa. Siempre ganaba el PRI todo, el llamado “carro completo”, era lo “normal”. Había expresiones coloquiales para expresar la palabra imposible, como la de “gánale al PRI”.
Así quedó inmerso en la cultura mexicana del siglo pasado el tener un gobierno casi monárquico, pero que cambiaba cada seis años, viniendo así una especie de renovación de visión, pero con la corte de siempre. Los políticos eran los mismos, nada más cambiaba la cabeza.
Aún nos quedan remembranzas de ese México de antaño, que inclusive hay gente que lo añora. Con el nuevo régimen que se viene de López Obrador, hay analistas políticos que piensan que esos años regresarán al país. Yo no creo que eso vaya a suceder, aunque no lo dudo de que lo quieran hacer. Pero considero que nuestra sociedad moderna, así como el sistema electoral y judicial jamás lo van a permitir.
Ahora tenemos una gran sociedad civil organizada. Hay una penetración grande de inversión extranjera y múltiples conexiones con el mundo exterior. México se encuentra inmerso en la política mundial, formando parte de múltiples organismos internacionales. Los derechos humanos de vigilancia mundial sustituyeron a las antiguas “garantías individuales” de la época liberal. La soberanía nacional está supeditada al respeto de dichos derechos que son tutelados por organismos internacionales.
Si AMLO ejerce bien el poder, con prudencia, sensibilidad y sabiduría, su partido y movimiento tendrán gran permanencia en México, pero si empiezan los excesos los desaciertos, las necedades y frivolidades, se toparán con las elecciones de medio término, en donde no solo se renovará la Cámara de Diputados, sino múltiples gobiernos, legislaturas estatales y ayuntamientos, pudiendo bien los ciudadanos cobrarle la factura al nuevo gobierno.
Esto no es novedoso, le ha sucedido en varias ocasiones a los gobiernos del PAN, le acaba de suceder al nefasto gobierno de EPN, no será excepción el de López Obrador.
Debemos de tomar en cuenta que en gran parte la política es eminentemente local. Lo comprobamos en mi estado de Chihuahua en estas pasadas elecciones. En los municipios donde gobernó bien el PAN, como en Chihuahua y el área de Delicias, el PAN se llevó carro completo, y en Parral en donde el PAN le dio su informal apoyo al independiente que gobernó bien esa ciudad, la ciudadanía le pagó bien al PAN con una diputación federal. Mientras que, en mi Ciudad Juárez, en donde la presencia del gobierno del Estado dirigido por el panista Corral deja mucho que desear y del independiente Cabada que resultó ser un gran fiasco, las elecciones castigaron tanto a los candidatos del PAN como a los del indpendiente, concediendo carro completo a MORENA.
Así esperamos que la política y la democracia sigan funcionando en el país para que den los frutos que buscamos con el anhelado bien común.