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Andrés Manuel López Obrador nuevamente nos muestra que sigue viviendo del pasado y que piensa que la mejor época es la que vivió cuando era joven y el presidencialismo exacerbado era el principal protagonista no solo dentro del país sino fuera del mismo.

En el marco del desfile militar, López Obrador realizo un discurso que fue más hacia un nacionalismo revolucionario sin medirlas consecuencias de que ante esta postura solo pone en riego el crecimiento económico de nuestro país.

En su discurso, que fue escrito más hacia la imagen de Fidel Castro, que a la Cuba que busca una apertura económica y comercial, se refirió al bloqueo comercial que, ya no lo es tanto, que mantiene Estados Unidos hacia Cuba y que se originó durante la presidencia de John F. Kennedy, por lo que no reconoce que si existe cierto intercambio comercial y diplomático entre Estados Unidos y Cuba.

Este nacionalismo de extrema izquierda, como lo bautizó Adolfo López Mateos durante su mandato, es mantener relaciones diplomáticas con Cuba a pesar de que otras naciones no las realice. A esto le agrega pretender cambiar a la Organización de Estados Americanos (OEA) por otro organismo que incluya a Cuba y “no sea un organismo lacayo de Estados Unidos “.

López Obrador muestra que no vive el presente, sino un pasado lejano que ya no puede regresar debido a diferentes circunstancias, económicas, políticas y hasta tecnológicas.

En los tiempos de López Mateos, Luís Echeverría y López Portillo, las circunstancias eran distintas, el mundo vivía un “Guerra fría” que lo dividía y que impedía el crecimiento global, y con ello el desarrollo de las naciones más atrasadas.

Esto permitió a Luís Echeverría crear su famoso grupo denominado “Tercer Mundo”, donde México era el “hermano mayor” para empujar el desarrollo de otras naciones, principalmente centroamericanas y caribeñas. Esto a través de convertir al Estado de administrador a empresarial, lo que al paso del tiempo solamente dejo más pobreza que riqueza.

Esta época del presidencialismo de Echeverría y López Portillo, solo dejo una mayor pobreza en la gente, un sometimiento a comprar las cosas que producía el Estado y vender la producción agrícola e industrial al Estado porque no había competencia comercial, el resultado una corrupción desbordante que hizo millonarios a un pequeño grupo de personas y al Estado lastimado económicamente, aumentando con ello la deuda externa.

Este es el México que vive y sigue soñando Andrés Manuel, un Estado empresarial que no le importa gastar grandes cantidades de dinero para tratar e equilibrar las finanzas de PEMEX, que cada día se convienen en un problema y que posiblemente tardaran en recomponerse, porque ahora el sector energético está mirando hacia las llamadas energías limpia t el petróleo se coloca en un segundo plano.

Esta administración ha invertido más de mil millones de pesos en el rescate de PEMEX y se espera una aplicación importante en las próximas semanas, algo que ha que resta a salud o educación para millones de personas en México.

México sigue sumando gente en pobreza, ya llegamos a los 55.3 millones y un poco más de 3 millones en la extrema pobreza, pero esto poco le importa a López Obrador que sigue pensando que la paridad cambiaria es un punto de fortalecimiento, porque recuerda aquella frase histórica de López Portillo “defenderé al peso como un perro”, pero que al final nos dejó cifras altas de inflación, y una deuda que no ha podido disminuir ante los altos tasas de interés que se pagan por no amortizarla de manera suficiente.

El discurso de ayer y su postura nacionalista, solamente nos muestra que su gobierno es una especie de mutante creado por diversas partes del pasado, pero nada del presente, donde el estatismo y el nacionalismo sigue imperando aun cuando sean nociones caducas. López Obrador también ha ignorado la fase de su máximo héroe, Benito Juárez “Entre las naciones como entre los individuos, el respeto al derecho ajeno es la paz”, algo que implica no involucrarse en problemas ajenos para no acarrear problemas propios.