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No puedo dejar de opinar sobre lo que acaba de ocurrir con la determinación del presidente electo de que al iniciar su gobierno cancelará la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (“NAIM”). Para cuando se lea esta Columna semanal, ya habrá habido literalmente una gran cascada de opiniones al respecto. Pero vale la pena reflexionar sobre cómo se va a conducir nuestro próximo gobierno y cómo va a repercutir en la vida cotidiana de los mexicanos ese comportamiento.

Me da la impresión de que al ocurrir el avasallador triunfo de López Obrador y de MORENA, que nos lleva a tener prácticamente un cambio de régimen en donde no habrá contrapeso del Congreso de la Unión al de por sí constitucionalmente grande poder presidencial, mucha gente pensó que ante la realidad de empezar a gobernar su actuación se moderaría, algo parecido a lo que muchos estadounidenses creyeron sobre el comportamiento de Trump al tomar posesión del poder.

Con la realidad con la que nos estamos topando, es la realidad de que a AMLO no le importa la realidad con la que se está enfrentando, siendo que la única realidad que quiere es la realidad de que tiene todo el poder en México y lo ejercerá para lo que él desee, independientemente de las consecuencias que le imponga la realidad.

A AMLO no le importan las consecuencias económicas de su resolución de cancelar el proyecto en Texcoco, por más graves que estas sean. Para empezar, no le importa el tener que pagar por adelantado el capital de los bonos de deuda emitidos en los mercados internacionales y literalmente tirar a la basura el dinero invertido en la obra.

Tampoco le importarán a AMLO las consecuencias indirectas de su acción, es decir, la pérdida de confianza en México de las calificadoras de crédito internacionales, que están ya mandando mensajes sumamente negativos respecto del incremento del riesgo/país cuyas primeras consecuencias serán incrementar el costo del servicio de la deuda pública y privada y detener la entrada de capitales.

Al realizarse una “consulta ciudadana” que deja mucho que desear respecto a su rigor metodológico, carente de toda validez legal, se está estableciendo una metodología de gobierno consistente en que las acciones que en el futuro realizará el presidente de México serán legitimadas a través de este tipo de consultas, llamémosles “patito”.

El principal problema que veo en esto es que en efecto, podemos estar entrando a un nuevo régimen político dictatorial, sin saber bien a bien, cómo reaccionarán las instituciones del Estado Mexicano, que habremos de suponer que se entregarán tímidamente a la voluntad del dictador legitimada por “El Pueblo”, a través de consultas “patito”, pero cómo reaccionará el pueblo cuando empiecen las acciones de gobierno a pegarle en su bienestar económico y, sobre todo, en la pérdida de libertades.

Con esto, es de preverse que nuestro país se irá sumergiendo en una serie de movimientos que primero pueden empezar por grandes apoyos masivos populares al presidente, cuando empiece a fluir el dinero a los ninis, a los campesinos, con sus precios de garantía, a los sindicatos de maestros con las prebendas que tendrán ante la inminente cancelación de la reforma educativa, con los trabajadores de PEMEX y CFE, ante el regreso de sus monopolios.

Pero luego la realidad se irá imponiendo en la economía nacional y tarde que temprano vendrán las consecuencias hacia la población en general, ya sea con inflación, con pérdida de empleos, con incremento en los niveles de inseguridad, con pérdida de eficiencia en los servicios públicos, con escases de bienes de consumo y pérdida de nivel de vida.

De ahí, el enigma será ¿cómo reaccionará la oposición, como responderán los empresarios, cómo se expresarán las asociaciones de la sociedad civil, cuál será la actitud del ejército, de la iglesia de los Estados Unidos y de otras potencias extranjeras.

Ya un banco suizo empezó a especular en una posible consulta para reelegir al presidente. Ante una situación de emergencia debida a una crisis económica, ¿cómo será la reacción del pueblo ante una posible imposición del presidente?

Apenas empezamos, AMLO aún no toma el poder y ya está causando serias disrupciones, debemos no nada más estar atentos y conscientes de estos riesgo que se avecinan, debemos todos ir pensando cómo defender a nuestra patria, que somos todos, es necesario estructurarnos para hacer que las instituciones funcionen. No nos podemos dar el lujo de “esperar a ver qué pasa”. Tampoco debemos de huir de México los liderazgos. Debemos resistir el hecho de que se quiera gobernar sin sustento serio, en base a un supuesto mandato popular que nos lleve a descomponer la estabilidad económica y política del país en detrimento del bienestar y la vida digna de nuestro pueblo.