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Una vez más el refranero ilustra:
“El que mucho se despide, pocas ganas tiene de irse”.
Ignoro cuántas veces el señor presidente se ha referido a su futuro. Carezco de la metodológica paciencia de Luis Estrada para contabilizar, codificar, categorizar y ordenar las palabras del Gran Timonel; las ciertas, las dudosas y las francamente mentirosas. Pero en cuanto a su retiro histórico bucólico en Palenque, en la misteriosa combinación de investigar la historia de México y admirar la fauna, la flora y la pirámide, deben haber sido seis o siete por lo menos.
Y cada una de esas ocasiones difiere un poco de la anterior, pero la esencia es la misma: me voy para confirmar al término de mi ciclo en la política. Es el tiempo del relevo generacional. No intervenir, excepto si mi presidenta me llama; no recibir a nadie, no dar consultas ni recomendaciones, dice con una templanza digna del estilita Simón, quien pasó sus últimos años trepado en la punta de una columna a la mitad del desierto alejado de las tentaciones mundanas del demonio y del poder.
Sin embargo, ahora ha surgido una novedad: el señor expresidente vendrá a la Ciudad de México para visitar a su esposa quien como todos sabemos tiene sus propias actividades intelectuales derivadas de su apego por las expresiones más acabadas de la cultura y no estará permanentemente en el rancho.
Así pues, el señor presidente anuncia sus futuros viajes a la capital (del rancho a la capital; la visita conyugal), con estas palabras:
“…Yo voy a estar trabajando en mi investigación sobre el México prehispánico, ya estoy reuniendo mi bibliografía básica, mis libros básicos, son 80, 100, porque no quiero salir a buscar un texto o no quiero ir a un archivo, no quiero ir a una biblioteca y que me tomen una foto, no.
“…Va a ser muy difícil que me deje tomar una foto hacia adelante, no voy a viajar en aviones comerciales porque no voy a ir a los aeropuertos, voy a ver cómo le hago para trasladarme, porque voy a estar viniendo para ver a mi compañera Beatriz, que la amo mucho y que me ha ayudado; bueno, nada más con aguantarme ya, imagínense…
“Entonces, cuando yo venga, pues voy a ver cómo le hago, pero voy a estar allá. lo otro es que yo no quiero ser líder moral, ya lo he dicho muchas veces, ni jefe máximo, ni caudillo, mucho menos cacique, yo ya termino en 100 días y me jubilo, y lo sigo diciendo para que se vaya internalizando. Muchos que me conocen por mis convicciones saben que soy congruente, y que la honestidad es lo que estimo más importante en mi vida, y que no estoy acostumbrado a la hipocresía, a decir una cosa y hacer otra…” Ajá.
En ese sentido el gran líder cancela otra posibilidad para quienes quisieran convertir su retiro en consultorio:
“…Pero lo repito y lo repito porque puede ser que alguien dude, sobre todo los simpatizantes nuestros, y que vayan a tener la idea de decir: ‘Vamos a ir a Palenque a nuestro compañero para platicar, para que nos ayude, para que nos ponga en comunicación con la presidenta’. No voy a poder hacerlo, yo ya me retiro por completo, voy a atender a mi familia y eso, ya les dije, no se habla de política…”
Sin embargo, algo llama la atención: la negativa de viajar en aviones comerciales (entonces se usan los oficiales) se debe al rechazo de la popularidad consustancial a un expresidente quien deberá contrariar el dogma (ya abandonado hace tiempo), del uso indiscriminado de aviones oficiales. No hay de otros. O son del gobierno o de las aerolíneas o de algún ricachón privilegiado.
¿A quién le pedirá el “aventón” por los cielos? Excepto si quiere viajar en su propio autobús, como “Rockstar” en gira.