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>< No son solo agua, son un veredicto. Ya no más trompos que mareen ni pirinolas que fallen
Cuando el agua baje y los ríos vuelvan a su cauce se verá el verdadero rostro de la devastación causada por las lluvias en cinco estados de la República Mexicana.
Porque las lluvias no son solo agua, son un veredicto y lo primero que saldrá a flote será la negligencia gubernamental que gira sin parar, el abandono y la corrupción que ya navega entre acusaciones de que se quedaron con el dinero destinado a la construcción de diques.
El propio alcalde de Poza Rica, Fernando “El Pulpo” Remes, reconoció que no terminaron un muro que se levantaría en el “ligeramente” desbordado (pero letal) Río Cazones, como minimizó la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle.
La obra costó –porque cobraron- 14 millones de pesos y sólo se tuvo un avance del 10 por ciento.
A ello sume que se desestimó el golpe que ya venía. La Conagua alertó a los gobiernos estatales, el 8 de octubre pasado, que el pronóstico era de “lluvias torrenciales” que podrían ocasionar “inundaciones y deslaves” así como “aumento en los niveles de ríos y arroyos” que ya estaban hasta el tope.
Pero como ocurrió con Otis en Acapulco, las autoridades federales y estatales estaban mirando hacia otro lado. En este caso, hacia el Pacífico donde se paseaba el huracán Priscilla.
Sabían pero una vez más se desestimaron los riesgos y hoy la desgracia se intenta tapar con saliva mientras más de un centenar de municipios se convirtieron en archipiélagos de lodo, muerte, desesperación y olvido.
Las cifras oficiales, hasta ahora, señalan que al menos 64 personas perdieron la vida y otras 65 están desparecidas. Se estima que hay dos centenares de comunidades incomunicadas y más de 100 mil viviendas afectadas.
El agua se los tragó sin piedad y miles de damnificados estuvieron varados en techos o albergues improvisados, sin luz, sin agua potable, sin nada más que promesas que se diluyen como el barro.
Por ello, ante la desgracia, México no necesita trompos que mareen ni pirinolas que fallen. Ni más diluvios de promesas o remolinos de olvido.
Urge que el gobierno federal y los estatales dejen de girar en promesas y empiece a construir diques, a revisar programas y a tomar acciones en beneficio de las comunidades, porque si las lluvias vuelven –y volverán–, la negligencia no será excusa: será crimen.
#LluviasMéxico
#TromposyPirinolas
