NÚMERO CERO/ EXCELSIOR
Los barones de Morena se tensan por el hilo más delgado de perturbación política que genera la lucha anticrimen. Sus estructuras territoriales crujen cuando rozan unos liderazgos con otros o se rompen bajo los golpes de la estrategia de seguridad de Claudia Sheinbaum y sus llamados al orden por ostentaciones escandalosas.
Por lo pronto, la desautorización presidencial por casos graves como el de Adán Augusto López y su secretario de Seguridad en Tabasco, Hernán Bermúdez, y los escándalos de menor calado del dispendio de viajes de Ricardo Monreal o Andy López Beltrán debilitan a sus líderes en el Congreso; aunque su bancada los sigue defendiendo. Una circunstancia provechosa porque se los impuso López Obrador en la sucesión presidencial. Pero también riesgosa por profundizar las rencillas internas y restar a sus mayores operadores políticos en un momento delicado por los cortocircuitos políticos que provoca su plan de seguridad. Su mensaje, mucho más que sus tibias acciones, es un llamado ético a la estructura morenista a ejercer el poder con humildad, de poner la casa en orden y “no confiarse” en la hegemonía del partido para atajar desviaciones ante el correr de excesos comprometedores de enriquecimiento y lujos, como adelantó en una carta a la dirigencia en mayo pasado; aunque el apercibimiento podría dar lugar a sanciones más duras, pero con sus métodos graduales y la táctica de aislar los problemas.
¿El gradualismo puede quedar corto ante casos que dañan gravemente a Morena? ¿Se impone la prudencia y cautela para no desestabilizar su movimiento hacia la elección intermedia en 2027? El impacto de la batida contra el crimen es notorio en la perturbación política en estados atrapados por éste en Tabasco, Tamaulipas, Sinaloa o el Edomex. Las coaliciones de intereses al interior del morenismo se agrietan por la disrupción política entre sus principales familias, aunque ninguna parece dispuesta a avanzar en el descontento; o quizá dejarlo soterrado hasta la revocación de mandato de la Presidenta.
Uno de los epicentros más visibles de las tensiones está en el Grupo Tabasco por la crisis de seguridad que heredó el gobernador Javier May y el escándalo que salpica a Adán Augusto con la “bomba política” de la acusación contra Bermúdez de encabezar el cártel de La Barredora desde la responsabilidad de la seguridad pública en su gobierno. Lo más riesgoso de este caso es que la perturbación en uno de los clanes del corazón morenista funcione al revés que el dogma o las prácticas disciplinarias con que opera la política para mantener la cohesión partidista.
La conmoción en Tabasco se acumula desde la acusación de May contra Adán Augusto de encubrir el crimen tras llegar al cargo. Pero la alteración determinante se debió a la confirmación de la orden de aprehender a Bermúdez en boca del jefe militar de la plaza con ficha roja de Interpol por darse a la fuga. La ruptura del orden o la normalidad en el clan fue ostensible con la declaración del secretario de Gobierno, José Ramiro López Obrador, de que el caso pone a flote toda la “pudrición” de nexos entre la política y el crimen.
Pero también porque no es la única disrupción que atraviesa a Morena y provoca una actuación de Sheinbaum fuera del dogma de la defensa a ultranza de sus barones; aunque no como sus críticos quieren para abrir la puerta de la picota a López Obrador. Eso no está sucediendo, ni creo que esté en el horizonte, por la implosión que causaría y el debilitamiento ante las presiones de EU… porque no lo necesita. Pero otra vez la paradoja de la seguridad para Sheinbaum, entre las advertencias de Trump y la alteración política de liderazgos de su partido, desde López Hernández y Ricardo Monreal hasta el secretario de Organización, Andy. Los mensajes de Sheinbaum han sido tan claros como parcos, desde la atalaya ética de los principios del partido; aunque no parecen pretender quedar sólo en sanción moral, sino conducir al ostracismo de sus líderes en el Congreso una vez que ya fueron aprobadas las principales reformas del sexenio.
Pero, más allá de llamados al orden y sus formas graduales, todo indica que la perturbación seguirá tensando a los clanes morenistas mientras se sostenga la lucha contra el huachicol en Tabasco o Tamaulipas, las drogas en Sinaloa y la extorsión ante poderes estatales rebasados o contra la pared por el crimen.
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