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Cuando tomó posesión nuestra presidente, Claudia Sheinbaum, hubo muchas especulaciones respecto a que si se independizaría de inmediato del expresidente López y que, tomando el poder, ella iba a dar un giro muy importante respecto de las políticas planteadas por el expresidente.

Temo decirles, que la conducta de nuestra presidente ha manifestado lo contrario. Aparte de seguir fielmente a los dictados del expresidente, Sheinbaum ha hecho todo lo posible por radicalizar aún más sus posturas.

Así tenemos, por ejemplo, en el ataque y destrucción hacia el Poder Judicial, una fuerte señal de que ello es mandato del pueblo dado a ella por lo que continúa apoyándola a su conveniencia y vehementemente la promueve en sus giras de fines de semana.

También la presidente ha dado muestras de un desprecio, por demás inexplicable, a la iniciativa privada, al no acudir a la junta anual en Monterrey de CONCAMIN, organismo empresarial de máxima importancia en el país.

Así como ejemplo de autoritarismo al apoyar la llamada reforma a la “supremacía constitucional”, que elimina de cuajo los recursos que se puedan intentar los ciudadanos y organismos en contra de reformas constitucionales, aun cuando sean en violación a los derechos humanos.

En materia de seguridad pública, la presidente sigue con su discurso de que “hay que atender las causas”, ignorando que las verdaderas causas de la violencia son la impunidad, la colusión de los criminales con el gobierno y la tolerancia del gobierno a las actividades delictivas del crimen organizado.

Así, la señales que Claudia Sheinbaum está mandando a los mexicanos son muy claras: ella representa al pueblo y el pueblo le dice que tiene ella todo el poder sobre la Constitución y sobre el Poder Judicial, por lo que lo que ella determine será “ley suprema de la nación”.

Por el otro lado, el mensaje que le manda a la comunidad financiera y de negocios internacionales. Es algo así, como que “yo tengo un cañón apuntado a los inversionistas y a sus propiedades, pero -no se preocupen- nunca lo voy a usar en contra de ustedes, porque yo los necesito para que continúen invirtiendo en el país, generando empleos para darle prosperidad a mí pueblo, para que yo continúe gobernándolo como se merecen”.

Yo le preguntaría a los inversionistas, ¿ustedes invertirían en un país en esas condiciones?

Indudablemente que hay empresas y personas que responden: “hay muchos inversionistas que invirtieron en China, con circunstancias similares y no hubo ningún problema”.

Nada más que, hay que aclarar, México, no es China y nos encontramos en un contexto geopolítico e histórico, distinto, en donde México se hizo socio de Estados Unidos y Canadá, a partir de un tratado, que, con los cambios constitucionales y de leyes que se han estado haciendo en México, o se planean realizar, no se está respetando los compromisos hechos, por lo que ya México se encuentra en violación de sus obligaciones. Entonces, ¿por qué habría que creerle ahora a Claudia?

Al tener un Poder Judicial en el cual, todos sus jueces, magistrados y ministros, que para haber llegado a sus cargos, su inmensa mayoría requirieron muchos años de “picar piedra” en los juzgados y tribunales, y llevaron a cabo amplios estudios, no solo de licenciatura, maestrías y doctorados, sometiéndose a arduos y competidos exámenes de oposición, ahora van a ser despedidos de sus cargos, a través de tómbolas, para ser sustituidos por abogados con 5 años de experiencia y 5 cartas de recomendación de sus vecinos, cuyos requisitos causa riza burlona a los juristas de Harvard e indigna ello a nuestra presidente, con ello, vamos a decaer en la calidad de la impartición de justicia de una manera exponencial.

Aún más decaimiento en el desempeño de los jugadores será causado por la férrea supervisión a la que quedarán sujetos al estar sometidos a un tribunal inquisitorial del propio Poder Judicial, que tendrá facultades de revisar sus resoluciones y si no se conforman a las conveniencias del régimen hasta la cárcel pueden parar o perder sus cargos.

Y aunado a lo anterior, ahora se acotan las suspensiones en los amparos y las facultades de la Corte de declarar la nulidad de las reformas que se hagan a la Constitución, aunque violen derechos humanos y tratados internacionales.

Entonces nos quedan claras las señales que nos manda nuestra presidente Sheinbaum, ella representa al pueblo y lo que ordene al Congreso o al Poder Reformador de la Constitución se hará porque dimana del pueblo mismo.

Con esto, esperamos repercusiones graves en detrimento del pueblo.