COMPARTIR

Loading

NÚMERO CERO/ EXCELSIOR

El miedo es el mensaje. El plan de Donald Trump de declarar una emergencia nacional y usar al ejército para deportaciones masivas es difícil de dimensionar y aterra sólo pensar en el tamaño de crisis migratoria que implicaría expulsar a un millón de personas al año. Pese a que la amenaza no da lugar a sorpresa, es improbable que México, como el país más expuesto, pueda estar preparado para un riesgo humanitario de tal magnitud. El regreso de un Trump victorioso, con mucho más poder que su primer mandato, corrobora que los migrantes son blanco fácil como chivos expiatorios de líderes populistas que los convierten en criminales para ganar en las urnas; sirven de vehículo de difusión ideológica para el porvenir electoral de partidos racistas en más de un país con el “contagio” de mensajes xenófobos. ¿Realmente Trump está decidido a propiciar una catástrofe o toma ventaja para negociar?

El muro fronterizo antiinmigrante está en el centro de sus promesas electorales desde su primer mandato. Entonces también endureció la línea antiinmigrante hacia Latinoamérica, pero contrario a su objetivo, generó mayor trasiego de personas. El papel de aliados como México ayudó a la contención con la GN bajo amenaza de represalias comerciales y pactos políticos para que los migrantes permanecieran en el país. Ahora, la presidenta Sheinbaum asegura tener “un plan y estarlo desarrollando” con su gabinete, para tratar de moderar las acciones del republicano y persuadirlo de los peores escenarios; mientras refuta la prédica del temor e intenta calmar el nerviosismo que genera su discurso. Evitar una crisis migratoria es prioridad de su gobierno, pero ¿cuáles son sus líneas rojas en una negociación?

Primero, su gobierno confía en la diplomacia, dado que la deportación depende de acuerdos, aunque ya se ha comprometido a recibir a los mexicanos, no así a otras nacionalidades. Y segundo, cree poder convencerlo con propuestas y datos de sus declaraciones sobre los migrantes como “héroes y heroínas” que contribuyen a la economía norteamericana con su trabajo y el bono demográfico, aportaciones fiscales, así como integración a sus comunidades. Sobre todo, de la necesidad de Trump de contar con aliados para su plan hacia la región, donde hay países hostiles a sus ideas como Cuba y Venezuela. Su equipo tiene una estrategia para frenar la migración, que algunos cifran en un millón de personas sólo desde 2023. Desde su primer día en el poder podría generar órdenes ejecutivas para cumplir su promesa de blindar la frontera, con graves perjuicios económicos y comerciales; reactivar normas como el título 42 para expulsiones exprés o redadas masivas para llenar campos que le ofrece Texas; o cancelar el programa de la aplicación electrónica de solicitud de asilo CBP1 que, sólo en México, dejaría varados a 300 mil latinoamericanos.

Tiene el arsenal de herramientas listo y parece haber aprendido de fallos anteriores, como no haber convertido a México en tercer país seguro para retener a los migrantes a cambio de ayuda económica. Ése podría ser otra vez su objetivo, aunque para México es una línea roja por cuestiones de soberanía nacional. Ése es el rol que podría pretender otra vez con la retórica del miedo y el endurecimiento de sus políticas, aunque para México es un punto de quiebre en una negociación por considerarlo asunto de soberanía nacional.

México tiene a su favor que su apoyo es crucial para el éxito de la estrategia de Trump de articular muros de contención con países aliados que detengan a la migración en su territorio, pero necesita encontrar la forma de rebajar la agresividad y alcance de sus exigencias. Frente a los riesgos del mensaje del miedo, también reforzar la red consular para preparar a la comunidad mexicana con herramientas con que defenderse de abusos o redadas. Aunque la coordinación está acéfala por la declinación del excónsul en NY, Jorge Islas, tras denuncias de acoso laboral de 16 mujeres en la misión diplomática; y la poca visibilidad de la responsable del INM, Tatiana Clouthier, en los trabajos. La Cancillería asegura estar preparada para enfrentar los peores escenarios, aunque es difícil determinar la dimensión que puede alcanzar el primer cuerpo a cuerpo con Trump. El escollo de una crisis migratoria es visible a flor de agua, aun si no se descubre del todo, pero Sheinbaum no tiene alternativa ni mucho tiempo para resolverlo.