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A cinco días de culminar el año, y con la posibilidad de terminar con un crecimiento de 3.3 por ciento este año, nos muestra que la promesa de crecimiento de 5 por ciento anual nunca pudo lograrse, principalmente por las malas decisiones tomadas a lo largo de estos años y a las circunstancias de una falta de políticas publicas para fortalecer el sistema productivo del país.

A esto deberemos sumar que el endeudamiento continuó en crecimiento, a pesar de tener una política de “Austeridad y Ahorro”, que en realidad fue de opacidad y corrupción.

Jamás se cumplió la promesa de barrer las escaleras de arriba hacia abajo, porque jamás se encontró la escoba para realizarlo, es decir, se prometió meter a la cárcel a los políticos corruptos que durante años se enriquecieron haciendo mal uso de los recursos públicos.

Porque en esta administración fue la misma formula, se quejaron de la “estafa maestra” que tuno un costo de 7 mil millones de pesos, pero no se habla de Segalmex que duplico este costo entre 13 y 15 mil millones de pesos.

Tampoco se habla de la destrucción de sistemas como el de salud, donde 32 millones de mexicanos se quedaron sin una institución que brinde seguridad social, donde la falta de medicamentos ya es común, porque a este régimen no le interesa la salad de niños con cáncer, las mujeres que sufren muchas mas enfermedades que los hombres y estas de no tratarse significan una muerte segura, de los ancianos que no reciben los medicamentos adecuados, porque la final todos ellos reciben recursos de los “programas sociales”.

También se destruyo el sistema educativo, que los resultados fueron develados cuando a través de la prueba PISA se mostró que los estudiantes mexicanos ya no saben sobre matemáticas, comprensión de la lectura y las ciencias, lo que representa un retroceso. Pero para este régimen un panorama excelente, para seguir engañando millones de personas.

Además la ciencia y tecnología como señala su líder “solo se utilizan para crear armas”. Lo que representa un gran grado de ignorancia.

A todo esto se agrega que el 2024, será un año altamente político que en la economía, por l gran gasto que representará un complejo proceso electoral, donde además de la Presidencia de la República, el próximo 2 de junio elegiremos a nueve gobernadores/as, 128 senadores, 500 diputados federales y más de 1,500 cargos en 32 congresos estatales y gobiernos municipales de todo el país.

Estas implicaciones económicas repercutirán en las presupuestales, ya que sucede, cada seis registra una atonía o freno en las inversiones del sector privado ante la incertidumbre sobre nuevas políticas en el gobierno, pero en 2024 el temor es que, si gana Morena y tiene una enorme mayoría en el Congreso Unión, cualquier incitativa que se presente, se aprobará sin análisis previo de los legisladores. Escenario suficiente para cambiar radicalmente nuestra Constitución, a favor de medidas populistas pero poco democráticas, es decir retrocederemos décadas en este rubro solo por la instalación de un centralismo de poder y un partido hegemónico.