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López Obrador tenía razón.

Porque le preocupó la convocatoria a la marcha por la democracia se dedicó a fustigar a los organizadores, a sus potenciales asistentes y a sus opositores.

En sus descalificaciones queda asentado su odio:

“Cretinos, corruptazos, sin autoridad moral, fifís, lambiscones, ladinos, desclasados, intelectuales orgánicos, disfrazados de demócratas, racistas, clasistas, aspiracionistas, hipócritas, sabihondos, déspotas, ladinos…”.

Cientos de miles no se intimidaron con esos terminajos.

Acudieron a pie, en auto y hasta en silla de ruedas para llenar a la vez Paseo de la Reforma y la Plaza de la República, donde el histórico consejero electoral José Woldenberg dio el mensaje central.

La minimización de esta fiesta ciudadana era esperada hasta este lunes en Palacio Nacional, pero se adelantó el secretario de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres:

-Asistieron entre 10 y 12 mil personas -mintió, luego, y su falsedad remite a 1988, aunque en sentido inverso.

El dirigente del partido gobiernista, Jorge de la Vega Domínguez, pronosticó 20 millones de votos para Carlos Salinas de Gortari, cifra imposible de lograr.

Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez lideraron al Frente Democrático Nacional (FDN) al ingresar al Palacio Legislativo el 1 de diciembre con un grito histórico:

-20 millones, jajaja…

LOS MISMOS DE AYER

Es la historia de siempre:

Antes, las autoridades priistas subestimaban las manifestaciones y tergiversaban: si eran concentraciones oficiales, asistían 120 mil, pero si eran opositores no pasaban de 40 mil.

Hoy aquellos priistas están disfrazados de demócratas y vestidos de morenistas, pero en el poder, minimizan las movilizaciones populares como la registrada ayer y desoyen su mensaje.

Pero si el temor de López Obrador se cumple, es el comienzo de un gran movimiento para aglutinar a la sociedad y, al margen de los partidos o contra ellos, organizarse para ir por el poder federal en 2024.

De las decenas de nomenclaturas convocantes depende no dejar morir esta euforia prendida tanto en la Ciudad de México como en muchas ciudades para retar el regreso a un pasado oscuro.

Justo como dijo José Woldenberg:

“Nuestro futuro no puede ser resultado de la seducción de un pasado que fue desterrado. No a la destrucción del INE…”.

FLOR PARA CULTIVAR

El mensaje fue para todos.

Los poderosos de hoy no pueden desoír a la sociedad y dar gusto a venganzas por supuestos agravios electorales del 2006 o síndromes familiares de infancia, todos personales.

Pero sobre todo a las fuerzas opositoras, cuya primera lectura es revivir la unidad y cerrar tentaciones a presiones políticas o judiciales para someter a dirigentes de PRI, PAN, PRD y MC.

Las consecuencias se verán en las elecciones del 2023, cuando ese frente electoral debe reorganizarse para contener el avance del poder unipersonal.

Si esto se cumple, López Obrador habrá visto con su exclusiva sensibilidad el significado real de las marchas de ayer aquí, allá y acullá en la República y allende las fronteras.

En 1988 las movilizaciones de Cuauhtémoc Cárdenas fueron fructíferas porque de ellas nació la hoy vilipendiada CNDH en manos de Rosario Piedra Ibarra, pero bien reivindicada por el INE.