En efecto, la reducción de la pobreza anunciada por el INEGI y fuertemente celebrada por la presidente Sheinbaum, es una buena noticia. No cabe duda de que mexicanos obtengan un nivel de ingresos mayor al que antes tenían es una extraordinario dato que debe ser celebrado.
Pero, ahí viene esta fea expresión del “pero”, ello no significa que vayamos mejor con la economía en México, y que esta situación no sea más que una “victoria pírrica” (esta expresión viene de la historia en que Pirro venció en dos batallas a los romanos, pero dichas victorias diezmaron tanto a sus ejércitos que posteriormente los romanos lo vencieron por tener mayores capacidades de recuperación).
Tenemos en México grandes problemas por delante, el más importante de ellos es la destrucción de nuestras instituciones de orden y democracia que el actual régimen está llevando a cabo. Al haber destruido los organismos autónomos estamos dejando a la voluntad política del presidente de la República en turno, el hacer y deshacer a su antojo las políticas públicas del país.
Con la destrucción de la independencia del Poder Judicial y con la pauperización de sus juzgadores, estamos dejando a la deriva a la ciudadanía y a las personas extranjeras que tratan con el gobierno y con los particulares en México, en la resolución de conflictos que suceden en las relaciones de negocios, las personales y el trato que tienen con el gobierno. Ello genera un alto grado de incertidumbre que provoca la disminución de inversiones.
Sí, en primera instancia, México representa, ante la geopolítica actual, un lugar de grandes oportunidades, pero la inestabilidad que la destrucción institucional puede provocar deja a nuestro país en una posición vulnerable.
Nada más imaginemos situaciones en la que las empresas se tengan que enfrentar al gobierno por situaciones fiscales, como la deducibilidad de ciertos gastos, como asuntos aduaneros, concesiones, permisos, usos de suelo, y no se diga, expropiaciones y confiscación de bienes. O bien, litigios con personas con un gran poder económico en México que devenga en una gran influencia con jueces, magistrados y ministros del poder judicial, en aspectos de interpretación de contratos, situaciones de posesiones inmobiliarias, incumplimiento de contratos y pleitos derivados de adeudos o de incumplimiento de obligaciones contractuales.
Todas estos asuntos pueden causar que las personas que salieron de la pobreza tengan en ello una especie de “victoria pírrica”, por lo que en un santiamén regresen a ella.
Ahora bien, para cerrar con broche de oro, el problema de la incertidumbre de vivir y hacer negocio se hace aún más grave, porque ahora nuestra presidente quiere hacer una reforma electoral para que su partido detente el poder por largo tiempo, ya que ella y su partido manejarán a su plena voluntad al INE, si es que existe, o al órgano electoral que lo sustituya, y en el caso de que aún así no le salgan las cosas, tendrá la última garantía de la cooptación del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para que apruebe sus caprichos y se mantengan largos años en el poder.
En efecto, millones de mexicanos han salido de la pobreza, pero ¿cuánto tardarán en regresar a ella? con este gran deterioro que hemos y estamos sufriendo?
Para tener un país con menos pobres de forma permanente, no bastan los programas sociales ni aumentar por decreto los salarios mínimos; es necesario forjar y mantener instituciones que otorguen a todos las garantías de respeto al Estado de Derecho, a los derechos humanos y a la seguridad y justicia.
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