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La Marcha por la Democracia, un mar ciudadano que llegó hasta el Zócalo capitalino y se replicó en todo el país

Este domingo, durante la Marcha por la Democracia, la plaza pública del emblemático Zócalo capitalino, junto con las avenidas Reforma, Juárez y las calles aledañas al Centro Histórico, resonaron con el clamor de expresiones de hartazgo de miles de ciudadanos. Algunos estiman la cifra en más de medio millón de asistentes, mientras que el gobierno capitalino, liderado por Martí Batres, la redujo a sólo 90 mil. Estos ciudadanos expresaron su rechazo a través de la frase polémica “narco presidente”. Aunque pueda resultar escandaloso para los defensores del gobierno, esta frase refleja el ejercicio de la libertad de expresión, aunque esta vez —hay que ser sinceros— en un tono más crítico y confrontacional que no se había palpado en anteriores manifestaciones. Se pudieron ver carteles con frases como “voto libre”, “no se metan con el INE” o “nuestra democracia no se toca”.

Y en un corto análisis, si el Zócalo de la Ciudad de México operara bajo las mismas reglas de la FIFA que por ejemplo rigen el Estadio Azteca, en cuanto a conducta y expresiones del público, entonces estaríamos ante un escenario tan irónico como revelador.

Imaginemos, sólo por un momento, que si cada eco de la frase “narco presidente” —coreada este domingo por las miles de voces en unísono descontento y dirigida a Andrés Manuel López Obrador—, se contabilizara de la misma manera que los gritos de “puto” sancionados en los partidos de fútbol, la repetición constante de esta expresión, en voz baja, a media voz o a todo pulmón, una y otra vez a lo largo de las dos horas que duró el evento, convertiría al emblemático Zócalo no solo en un epicentro de disidencia política, sino, irónicamente, en candidato a ser sancionado de por vida.

La crónica de esta auténtica y multitudinaria marcha, reafirmada por los colores blanco y rosa, se materializó en una manifestación sin precedentes, que forma parte del despertar cívico de México y convocó a ciudadanos de todas clases sociales que no necesitaron de los típicos acarreos, pago de asistencia o coacción. Más que un acto político, fue la expresión palpable de una sociedad que se resiste a ver mermadas sus libertades fundamentales bajo la sombra de un gobierno que, según las voces críticas, asoma tintes autoritarios.

La jornada cívica, que también se replicó en muchas ciudades del país, estuvo enmarcada por el compromiso libre y solidario de esos miles de asistentes, que acudieron a manifestarse y a escuchar los planteamientos y reflexiones de Lorenzo Córdova Vianello, figura emblemática de la defensa democrática y piedra angular del actual Instituto Nacional Electoral (INE), quien tomó la palabra ante una multitud expectante.

A su lado, sobre el templete, José Woldenberg, el destacado sociólogo y politólogo mexicano, que tuvo el honor de ser el primer presidente del Instituto Federal Electoral (IFE) creado en 1990, precursor del actual Instituto Nacional Electoral, una institución autónoma encargada de organizar las elecciones federales, y que representó un paso significativo hacia la consolidación de la democracia en México.

El discurso de Lorenzo Córdova no solo delineó el panorama actual de la democracia mexicana, sino que también sirvió como un estandarte para aquellos que temen por el futuro de sus derechos y libertades.

La reflexión sobre el pasado autoritario de México, mencionada por el ex funcionario del INE, sirve como recordatorio de los oscuros capítulos de un sistema político que negaba la pluralidad y la libertad. Esta mirada retrospectiva no solo es una llamada a la memoria colectiva sino también un aviso de lo que podría volver a suceder si se abandona la vigilancia democrática. Luego habló del valor de la autonomía institucional y subrayó que la independencia de organismos como el INE ha sido pilar de la construcción de la democracia mexicana, y ha permitido transiciones de poder pacíficas y legitimar el sistema político ante los ojos de la ciudadanía. De ahí que cualquier intento por socavar esta autonomía —dijo—, es un ataque directo a su esencia misma.

La masiva asistencia a la Marcha por la Democracia es una demostración palpable del compromiso de la sociedad mexicana con sus instituciones democráticas. Esta participación activa es fundamental para contrarrestar los esfuerzos que buscan limitar el espectro político y social del país —dijo y destacó la importancia de una prensa libre. Parte integral de la democracia, indicó, es asegurar que los periodistas puedan ejercer su labor sin temor a represalias. Córdova destacó este punto y subrayó que un país sin prensa libre es un país sin voz crítica, sin un contrapeso esencial al poder.

Más adelante se refirió al acceso a la justicia. Sostuvo que otro pilar de la democracia es la garantía de que todos los ciudadanos pueden acudir a un sistema de justicia imparcial. Este es un derecho fundamental que debe ser protegido para asegurar que el gobierno actúe dentro del marco de la ley.

También mencionó que la capacidad de los ciudadanos para acceder a información sobre la gestión gubernamental es crucial para el ejercicio de una democracia sana. Sin transparencia, la rendición de cuentas se ve seriamente comprometida, abriendo la puerta a la corrupción y el abuso de poder.

Córdova precisó sobre los peligros de la división artificial impuesta por narrativas polarizantes y dijo que un un país tan diverso como México, la unidad en la diversidad debe ser la estrategia para fortalecer el tejido social, no la segregación basada en diferencias ideológicas y sostuvo que la lucha por preservar y fortalecer la democracia no es solo por el bienestar actual sino también por el de las futuras generaciones. Es un legado de libertad, justicia y equidad que se debe dejar a los jóvenes de México.

Sin mencionar al presidente Andrés Manuel López Obrador por su nombre, advirtió contra la polarización y el autoritarismo, identificando cómo se ha intentado socavar el tejido democrático y se promueve una visión unidimensional del poder y la sociedad. Así también criticó los intentos de socavar la independencia del INE, lo cual —indicó—, representa una amenaza directa a la capacidad de México para realizar elecciones libres y justas, un pilar fundamental de la democracia, que han sido fruto de luchas ciudadanas y el esfuerzo colectivo. La defensa de estos logros —subrayó—, es una responsabilidad compartida de todos los ciudadanos.

El extitular del INE manifestó que la democracia requiere de una ciudadanía informada y activa, capaz de ejercer presión sobre sus representantes y mantener una vigilancia constante sobre el desempeño gubernamental. La participación no termina en las urnas; es un proceso continuo de interacción y exigencia, ya que la trascendencia de la democracia va más allá de las elecciones libres, porque implica la protección contra los abusos de poder y la garantía de libertades fundamentales como la libertad de prensa, el acceso a la justicia y la transparencia gubernamental.

Finalmente, Córdova manifestó que la visión de una democracia verdaderamente inclusiva y representativa es el horizonte hacia el cual México debe avanzar. Una sociedad donde todas las voces sean escuchadas y donde la dignidad de cada persona sea reconocida y respetada es el cimiento sobre el cual debe construirse el futuro del país.

Al concluir su alocución —que fue interrumpida por aplausos y espontáneas manifestaciones de apoyo a sus propuestas y señalamientos—, sólo la entonación del himno nacional fue el dique que tamizó las expresiones de inconformidad ciudadana volcadas en un grito generalizado imposible de ocultar: “narco presidente”, que seguramente no habrá sido para nada del agrado del mandatario quien se hallaba de visita en Puebla, desde donde se dio oportunidad de criticar la manifestación y a los intelectuales participantes, a quienes tildó de “alcahuetes” por su silencio ante lo que él considera fueron “fraudes” en las elecciones de 2006 y 2012 en su contra.

Frente a las críticas que sugieren que la democracia podría estar amenazada bajo su gobierno, López Obrador respondió que estas acusaciones provienen de lo que él denomina “la democracia de los oligarcas, la de los ricos, la democracia de los corruptos”, contrastándola con su ideal de una “democracia del pueblo”.

FOTOS : ALBERTO CARBOT