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Los trajeron para una supuesta asamblea plenaria de periodismo independiente como si en verdad la exposición voluntaria y la divulgación sin rigor alguno de cualquier ocurrencia a través del canal de “You Tube” o cualquiera otra plataforma digital fuera periodismo, pero si las cosas las organiza el responsable de la Comunicación Social del presidente, única y válida y orgullosa excepción para perder la virginidad y cantar el estribillo fácil (es un honor estar con Obrador). Son los nuevos acridios.
Como suele suceder, durante la recepción de quienes a México vinieron (además de los habitués de la mañanera), el señor presidente se puso a contar sus historias. Habló de su obsesión por Catarino Garza, tan olvidado como insignificante y también de Daniel Cabrera, “El hijo del Ahuizote” y de la prensa del periodo liberal.
Por cierto, recordó cómo fue renombrada Daniel Cabera (no dijo cuándo), el vestíbulo de la tesorería, antes conocido como “Salón Guillermo Prieto”.
Y así se puso histórico, pedagógico, taumatúrgico, historiográfico, antiséptico, dispéptico y propedéutico:
“… ese periodismo fue desapareciendo, se fue apagando. También, era muy difícil ya mantener un periodismo independiente cuando predominó un partido de Estado durante mucho tiempo y ese partido de Estado empezó a cooptar, a comprar conciencias y lealtades, y surgió una prensa completamente subordinada al poder…”
Ninguna comparación con el coro del viernes.
Pero si ya nuestro señor presidente ha aludido al “Hijo del Ahuizote”, yo hurgo en mi edición facsimilar de “El Ahuizote. Semanario feroz, aunque de buenos instintos; pan, pan y vino, vino: palo de ciego y garrotazo de credo, cuero y tente tieso” . Los corresponsales se entenderán con el Sr. D. Filomeno Mata”, advertía.
“EL PUEBLO SOBERANO. C. Presidente (20 de enero de 1875). Me has trasquilado a tu sabor (sic); has enriquecido a tus amigos; has acabado con la dignidad de mis hijos; has convertido las instituciones en la farsa más vergonzosa; tienes un ministerio que produce la hilaridad, y todavía me preparas muchos días de gloria. Por eso hoy vengo a unir mi felicitación con las de tus amigos; conociendo por la esperiencia (sic) de que somos el uno para el otro y que para un gobernante como tú, se necesita un pueblo como yo…”
Obviamente eso se lo decía don Filomeno a Lerdo de Tejada. Hoy la comunicación independiente (¿?) no necesita ahuizotes (De Ahuizotl, nombre del octavo rey del México antiguo, célebre por su crueldad, del náhuatl Ahuitzotl, de ahuitzotl, literalmente, ‘espinoso del agua; nutria’, de atl ‘agua’ + huitzotl ‘espinos’, de huitzli –espina, púa–. Persona molesta, malvada.)
Hoy la independencia de los discípulos de la IV-.T no se manifiesta ni en el ingenio ni en la ironía. Se conforma con el grito unánime, atronador, mayúsculo, cuyos ecos cimbran las columnas de los cada vez menos venerables patios del Palacio.
Y a cambio de tan sonora y canora proclamación de la comunicación libertaria, los asistentes al (mal) llamado “Primer Encuentro Continental de Comunicador@s Independientes: Informar es liberar” (con todo y su atropello gramatical de colocar el signo de la arroba –una medida de peso– en lugar de una letra vocal), reciben un regalo de su estatura.
Ni oro, ni mirra, ni incienso: les dan un huevito revuelto y un bolillito, en una caja-plato de unicel.
Y ahí los mira uno en las fotografias de la prensa de ayer, de pie, con los alimentos terrenales –lo espiritual va aparte–, y la masticación urgente a dos carrillos. Traían hambre, pues.
¿Y esto tiene alguna finalidad?
“… Esta es una iniciativa que nació en este espacio, que se ha convertido en un recinto de la palabra, de la verdad, de la lucha por la democracia, por la inclusión, y que a partir de los diálogos circulares que todos los días el presidente de la República de México hace aquí pues se ha logrado una reflexión, un espacio de pedagogía política, bla, bla, bla…”
Se busca chamba.