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Sin duda que el poder en una persona que no esta centrada psicológicamente, puede ser una herramienta que perjudique a muchas personas y naciones, lamentablemente ejemplos en el mundo de esto hay muchos.

Estamos a menos de once meses de que exista cambio en el poder Ejecutivo del país, sin embargo, el discurso de quien en estos momento ocupa ese lugar se ha vuelto más autoritario y nos muestra que es una persona que añora el presidencialismo de los años 70 y 80 del siglo pasado, donde la omnipotencia del presidenta era la que imperaba y los demás simplemente decían “lo que usted diga señor presidente”.

Este presidencialismo que vivíamos hizo mucho daño al país, porque abrió la puerta a la corrupción y por supuesto a la creación de una clase burocrática y política que empezó a ver más por sus intereses, ante la falta de rendición de cuentas, que por el beneficio de todos los mexicanos.

Esto nos llevo a tener una serie de crisis económicas que fueron ampliando la brecha social entre pocos que tiene mucho y muchos que tienen poco.

Pero esto afortunadamente cambio a partir de la última década del sexenio anterior, donde se empezó a crearon una serie de leyes que permitieron crear órganos autónomos y con ello impedir que el poder centralizado en una persona siguiera haciendo mucho daño al país.

Estos órganos autónomos, incipientes, empezaron a dar frutos y con ello conocimos varios de las formas que funcionarios públicos y políticos utilizaban para acrecentar sus riquezas personales.

Pero al inicio de esta administración federal, la animadversión para con estos órganos autónomos se evidencio, porque nuevamente se concentro el poder en una sola persona. Su primer paso para ello fue que la Comisión Reguladora de Energía (CRE), la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), el Centro Nacional de Control de Gas (Cenagas) y el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace), en el sector energético, se supeditaron a la Secretaria de Energía, cuya titular, Rocío Nahle ocupo un lugar como empleada de López Obrador.

Esto provoco también que el sector energético del país, desacelera su paso a la creación de esta energía con insumos no contaminantes.

Al paso del tiempo, los presupuestos a estos órganos fueron disminuyendo con el objetivo de hacerlos inoperantes. A esto se agrega que los comisionados de cada organismo cumplieron con el tiempo que fueron escogidos y dejaron vacantes, que no han sido cubiertas debido a la falta de ternas para cubrir los espacios y a que la mayoría en el Senado de la república retardo también la designación de los mismos, con son los casos del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), la Comisión Federal de Competencia (COFECE) y el Instituto Nacional de transparencia, Acceso a la Información y Protección de datos Personales (INAI).

Esto hizo aun más inoperante a los órganos autónomos, lo que se tomo como factor para que López Obrador, manifieste que no sirven para nada estos organismos además de ser bastante onerosos sobre el presupuesto federal.

Desde luego que esta narrativa, ha sido utilizada durante este sexenio con el objetivo de evitar rendir cuentas sobre el uso de cada peso que se utiliza de los recursos públicos.

López Obrador quiere regresar a sus añorados años 70 y 80, donde aprendió que siempre hay posibilidades de dar un “pellizco”, al presupuesto para trasladarlo a fortunas particulares.

Por ello es necesario recordar que cada órgano autónomo fue creado con un solo objetivo, evitar que las decisiones personales del presidente en turno dañaran el desarrollo de México, malversara los recursos públicos y los desviara a cuentas particulares y sobre todo ser contraparte de cualquier poder que quisiera imponerse sobre los otros.

Repito sin el INAI, no sabríamos de muchas de esas operaciones, donde funcionarios públicos, políticos y particulares buscan enriquecerse a costa de los recursos públicos. Sin la COFECE, los monopolios seguirían imperando y por supuesto no habría competencia en los mercados que evitan que los precios de los productos se incrementen sin razón alguna, lo mismo sucede con el IFT, pero en el sector de las telecomunicaciones.

Si permitimos que en esta, o en la próxima administración la mayoría de Morena y partidos aliados, en el congreso de la Unión desaparezcan estos órganos autónomos, abrimos las puertas de par en par no solo a la corrupción, sino posiblemente a capitales ilegales que pudieran convertirse en los dueños del país y sus habitantes.

La izquierda que tanto enarbolo López Obrador, regreso a su más añorado sueño, tener el poder, conservarlo por varios años a través de sus títeres y enriquecerse sin mayor esfuerzo.

Deberemos leer y aprender la lección, que un país sin contrapesos es un país de un solo dueño, para mal de muchos.