Desde el informe que el presidente dio en Palacio Nacional de sus primeros 100 días de ejercer el Ejecutivo Federal ha habido múltiples reacciones, muchas de ellas de críticas acérrimas al nuevo régimen que vienen de intelectuales, académicos, líderes empresariales y de la sociedad civil y, por supuesto, de políticos de oposición.
También tenemos los halagos provenientes de la gente del régimen y, sobre todo, los niveles altísimos de aprobación del pueblo en general de todo lo que hace López Obrador. Estimo que el mal humor del pueblo que describió el entonces presidente Peña Nieto se acabó para tornarse en lo contrario, en una gran alegría del pueblo basada en la nueva narrativa que nuestro actual presidente ha desarrollado de forma magistral, misma que es sencilla y de fácil comprensión. Ésta se reduce a lo siguiente: “todo lo acontecido en el gobierno antes de nosotros es malo, salvo los gobiernos de Lázaro Cárdenas, Francisco I. Madero y Benito Juárez. El nuevo gobierno acabará con la corrupción que estaba manejada por la Mafia del Poder, acabará con la pobreza y ello nos llevará a eliminar la violencia y criminalidad. López Obrador da el ejemplo de honradez y sencillez en su actuar público y privado y será ejemplo nacional para que todos logremos el bienestar que buscamos”.
Ante esta narrativa y el nuevo gobierno, el pueblo literalmente se ha volcado en apoyo al presidente López Obrador, sin importar las cosas que haya hecho o dejado de hacer, sean por falta de conocimiento, ineptitud o maldad y sin importar los daños que haya ocasionado. Por esa situación, mucha gente cree que el país está condenado a esperar “a ver si nos va bien” o “a ver cómo nos va”, sin ser parte actora en el proceso.
Verdaderamente veo con terror que nuestro país quede simple e irremediablemente a la merced de un solo hombre. México es más grande como para tener eso. Hay talento en los mexicanos y la suficiente madurez para comprender que no es posible estar sujetos a una especie de monarquía por más popular que esta sea. No se trata de oponerse por estar en contra al tratarse de una opción política distinta a la que ha habido, sino luchar para que las cosas se hagan bien. Sí, para que se cumplan las promesas de campaña de desterrar a la Mafia del Poder, para eliminar la corrupción, para deshacernos de los criminales, para acabar con la pobreza, para que impere la ley y se eliminen los privilegios.
En fin, lo que queremos en México es tener una República que sea próspera pero democrática, en donde haya libertades, pero que exista respeto a la ley y rendición de cuentas, en donde no haya impunidad. Pero no podemos permitir que por caprichos faraónicos se destruya nuestra economía, que imperen visiones retrógradas y nos quieran aplicar remedios que funcionaron en el pasado porque la realidad era radicalmente diferente a la actual.
Muchos dirán que esto es imposible, cuando imposible sería si no hacemos nada. México tiene innumerables personas con grandes capacidades para proponer abiertamente que muchas cosas se hagan bien, sin que se desvirtúen los objetivos de la propuesta política del presidente, por lo que hago un llamado a que los ciudadanos colaboremos de buena fe para que se corrija lo que está mal, lo que no tiene sentido económico y que nos puede causar un daño profundo. Debemos de formar una enorme caja de resonancia para ello.
Para que se logre esto es necesaria la intervención de los medios de comunicación y las redes sociales utilizadas positivamente, para ir generando una nueva narrativa que diga: “sí, expulsemos al la Mafia del Poder, no dejemos que nos sigan explotando, pero fortalezcamos primero las instituciones, como la Comisión Federal de Competencia Económica y la Comisión Federal de Telecomunicaciones, para que se eliminen los monopolios y los privilegios que hacen que nuestra economía no crezca, fortalezcamos a la Fiscalía General de la República y al Poder Judicial de la Federación para eliminar la impunidad, fortalezcamos a nuestras policías, para prevenir y combatir la delincuencia. Simplifiquemos la administración pública para prevenir la corrupción. Concentremos el dinero del erario para invertirlo para crear las condiciones económicas y de orden necesarias para la inversión y la generación de empleo, en vez de estar regalando dinero para crear clientelas políticas. Adelgacemos al gobierno en su tamaño, eliminando duplicidades e ineficiencias, dejando lo esencial para darnos seguridad y justicia, orden y prevención, salud, educación e infraestructura de calidad.”
No es necesario pelearnos con el nuevo gobierno, sí es necesario colaborar con él para que las cosas se hagan bien para los fines prometidos, de esta manera AMLO tendrá el éxito que queremos.