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Con absoluta severidad y sonoridad la señora presidenta (con A) nos ha documentado —muy a su manera— la raíz profunda de los inocultables e incurables quebrantos financieros de Petróleos Mexicanos, la empresa nacional cuyo precipicio económico Andrés López propuso alguna vez (lo ha narrado Carlos Navarrete, su correligionario de entonces), para reemprender desde el fondo la marcha ascendente imaginada (nada más imaginada) por Lázaro Cárdenas.

Y ha dicho, a su conveniencia clientelar, el origen de las derrotas económicas de la petrolera; su anemia en la producción, su morosidad en el pago a proveedores, su dependencia fiscal, su inviabilidad y su desastre, en una palabra, con la envoltura de un discurso ejecutivo a la larga inservible por su apego nada más al campo ideológico y la propaganda política.

Pero como se adhiere al dogma, no resulta útil ni para comprender ni para corregir. Nada más para justificar. Sólo funciona como castigo verbal contra los antiguos opositores, convertidos hoy (los dos) en políticos momificados.

“Esa deuda irresponsable, corrupta que adquirieron Calderón y Peña nos toca pagarla a nosotros. No se puede no pagar, son compromisos con bancos, fondos, etcétera”.

Los mayúsculos adeudos obligarían a Pemex a pagar “250 mil millones de pesos, equivalentes a más de tres veces el costo total del nuevo Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles en la capital mexicana”. Sólo un apunte: el AIFA no está en la capital mexicana.

Pero cuando todo se ubica en los años de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, hay una especie de salto cuántico en el tiempo porque en la cronología del desastre de hoy, se olvida el ayer. Nada más se ve el anteayer.

Pero para entender algunas cosas ideologizadas en extremo, recordemos los hechos del lejano 2007.

Era el mes de mayo y en la casa de campaña de la colonia Roma (San Luis Potosí), Andrés López estaba reunido con sus colaboradores, partidarios y hasta admiradores. Los senadores del PRD, Navarrete y Graco Ramírez planteaban presentar un proyecto de rescate para Petróleos Mexicanos. López se negó tajantemente.

—“Nada para fortalecer al espurio”, gritó colérico.

“¡No, no… no se metan con Pemex, ese es mi tema! A Pemex lo vamos a arreglar cuando lleguemos a la presidencia”. No arregló nada.

—“¡No me importa que se hunda Pemex –vociferaba patrióticamente—, si se tiene que hundir que se hunda… sí tenemos que incendiar los pozos, los incendiamos… pero no vamos a hacer nada que fortalezca al espurio…!

Tiempo después, Navarrete, protagonista y testigo nunca desmentido de aquel arrebato furibundo, contaría:

—Andrés recibía maletas llenas de dinero. Nosotros lo financiábamos. ¿De dónde salía todo ese dineral? Parte los legisladores y gobiernos del PRD.

Estos saltos en el tiempo, inservibles cuando la persuasión es por el Power Point y la molicie del pensamiento se sustituye mediante escalas, dibujitos, barras, gráficas y demás recursos visuales propios de la mercadotecnia o las exposiciones de empresa gringa, me hacen recordar líneas del poeta Luis Flores (multi galardonado por cierto en plena juventud):

“Si su pensamiento es un castillo de fantasmas,

“girar hacia el presente

es el único prudente movimiento:

“lo anterior se borra, lo anterior se barre… “

Pues sí, se borra y se barre. ¿Por qué? Por la misma razón del sectarismo eterno. Para reforzar aquello de yo soy la verdad y la vida o después de mí el diluvio. Y además para mantener intacta la fidelidad hacia el gran maestro, el guía, el faro, el Gran Timonel, el sol rojo de nuestros corazones; el caudillo de Macuspana por la Gracia del Pueblo.

Líneas arriba referí la cita de los dos ex presidentes a cuya mala gestión, inmoral conducta y perversidad manifiesta atribuye la señora presidenta (con A) los progresivos y crónicos males de la única petrolera en el mundo cuyo oro negro produce números rojos.

De Enrique Peña no hay mucho. Su vida muelle entre la República Dominicana y España; el golf, la mesa, la barra y el lecho diverso, lo mantienen lejos de la vida política (con un pacto o sin él) y las dentelladas de la fiscalía chimuela.

Así también vive Calderón. A pesar del odio cerval, López hizo el compromiso público (mediante una consulta amañada y furris), para no procesar a su enemigo, quizá el peor de todos o al menos a quien más resentimiento le tiene.

Pero en compensación Felipe Calderón no pierde una sola oportunidad de exhibir su torpeza y su bien conocida escasez neuronal. De veras, para actuar como actúa y hablar como habla, se debe ser tonto (pendejo, sonaría mejor) por los cuatro costados:

“El Poder Judicial (en México, dijo en Georgetown) está en manos de militantes y simpatizantes de Morena. Algunos de ellos eran abogados de narcotraficantes o hay personas sin experiencia…

“Y, para terminar, no hay garantías para ningún ciudadano y mucho menos para la gente de la oposición…”

Hasta ahí todo es debatible. Donde Calderón se tira a la fosa séptica (una vez más) es con este “análisis”, por su inexactitud y su costo público cercano a la debilidad mental:

“… No quiero decir lo que los americanos pudieron hacer (para evitar nuestra reforma judicial).

“Pero lo que está claro es que este proceso de demolición, no sé si la expresión es correcta, pasó justo bajo la nariz del Embajador de Estados Unidos, y no estoy hablando de esta Administración.

“No sé si el Embajador no se dio cuenta de lo que estaba pasando exactamente o simplemente ignoró aquello, que es terrible”.

Obviamente se refería a Ken Salazar, representante del expresidente demócrata Joe Biden quien terminó siendo desterrado del Palacio Nacional, precisamente por sus señalamientos contra esa reforma. Pero visto lo visto, Calderón ni se enteró.

“Cualquier reforma judicial —dijo KS— debe tener las salvaguardas que garanticen que el Poder Judicial sea fortalecido y no esté sujeto a la corrupción”.

Pero hubo más. Ante la nota de queja del gobierno mexicano, Salazar matizó, pero insistió:

“Las preocupaciones que expresé sobre la elección directa de jueces son en espíritu de colaboración. Como socios, buscamos un diálogo honesto y abierto para seguir con el gran progreso democrático y económico que hemos alcanzado.”

Pero de Felipe Calderón nada debemos esperar ni siquiera su llamado a los Marines.

Quienes lo conocimos hace muchos años, pudimos apreciar su poca estatura política, su culturita superficial.

Y así, llegó a la presidencia en un país donde todo puede pasar, como experimentó José Guadalupe Arroyo después de echar a una fosa Eulalio Pérez H. en “Los relámpagos de agosto” de Jorge Ibargüengoitia.