Nos dicen que el ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva fue muy elogiador de Ricardo Monreal, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República.
“Ricardo, tu has dado una demostración clara de que la habilidad de quien coordina la actividad política, cualquiera que sea, mientras más plural más perspectivas de vencer con sus buenas causas”.
Y está en lo cierto porque sus paisanos podemos dar cuenta de lo que Monreal privilegia y encausa en la Cámara Alta, a pesar de nadar, a veces, a contracorriente hasta de sus propios correligionarios. Pero ese es otro tema…
Aunque llevaba un discurso preparado, el ex mandatario, dirigiéndose siempre a Monreal Ávila, se echó, como decimos en México, “un palomazo” para “no perder la oportunidad de hablar un poco de la experiencia que he vivido en el Partido de los Trabajadores en Brasil” y de su experiencia para alcanzar la Presidencia.
Fue así que Lula Da Silva, en un extensísimo discurso, como los que daba Fidel Castro en la Cuba postrevolucionaria, contó muchos detalles de sus andares y las decepciones que sufrió en la lucha por la igualdad social. Conforme hablaba, el ex mandatario sudamericano fue conmoviéndose al grado de llegar a las lágrimas.
“No puedo vivir tanto porque el hombre que tiene una causa, que asume una causa, él no piensa más para sí mismo”, comentó con la esperanza de lograr que nadie viva en la calle ni padezca hambre.
Al concluir, volvió a reconocer a Monreal Ávila, y agradeció “de corazón” a todos los que asistieron para verlo y escucharlo. “No voy a olvidar estos momentos que hemos compartido aquí en este lindo país llamado México”.