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Número cero/ EXCELSIOR

Con la Marcha Rosa y un llamado al voto útil prácticamente cierra campaña el frente opositor en el Zócalo de la CDMX, para emplazar a las urnas como un referéndum sobre la 4T. Su coartada es que haya un voto oculto contra el gobierno de López Obrador y su sucesora en Morena, Claudia Sheinbaum, aunque eso signifique saltar a su cancha y ponerse a merced de su discurso: continuidad o retroceso.

Nadie conoce el tamaño de esa franja que ocultaría sus preferencias, pero se invoca para justificar que la elección pueda cerrarse contra todo pronóstico de las encuestas; particularmente en estados con los padrones más grandes que definen el triunfo como Edomex, Veracruz, Puebla o la CDMX. Esa expectativa engarza con la convocatoria de Xóchitl a perder el miedo a votar contra Morena, e inevitablemente, castigar al gobierno. Otra estrategia dirigida a sus votantes que equivoca el tiro en la popularidad presidencial pocas veces vista en el ocaso de un sexenio.

La oposición había tratado de evitar hacer de la elección un referéndum sobre López Obrador, aunque Xóchitl le prodigara nutridos ataques y acusa de encabezar una elección de Estado que, además, si la perdiera, tampoco reconocería. Pero eso le dio pocos resultados por caer en su terreno de juego, que desde el principio puso las coordenadas de las urnas en la disyuntiva de continuidad de la 4T o volver a los gobiernos corruptos y privilegios del pasado.

Por eso su campaña se enfocó en el mensaje de salvar a México y a su democracia de la concentración del poder si ganara Sheinbaum, que alude al presidente, aunque de manera indirecta. Además del riesgo de reforzar el encono, ya no sólo con miras a un conflicto poselectoral, sino más allá en los rescoldos de la polarización y resentimiento político y social de los derrotados.

En la marcha, y luego el tercer y último debate, es previsible que la oposición machaque con la idea de un gran bloque opositor y el llamado a los indecisos a un voto estratégico por Xóchitl, aunque no fuera su opción preferida, con la esperanza de que esto haga la diferencia en las urnas y, sobre todo, evite el carro completo de Morena.

En el país, el voto útil no es nuevo. Fox apeló a votar por él para sacar al PRI de los Pinos en el 2000. Le funcionó en una elección muy cerrada y, sobre todo, para capitalizar la inconformidad de las mayorías convencidas de que estarían mejor con el cambio que seguir con la corrupción y crisis de gobiernos priistas, aunque el PAN no fuera su primera opción. Pero ése no es el caso hoy, como indica la aprobación presidencial y la distancia de Sheinbaum, que difícilmente se revertiría ni con todo el voto de MC.

En 2024 ese llamado es el último recurso de las élites partidistas que detentaron el poder hasta 2018 y confiaban en regresar después de la “anormalidad” de López Obrador. Pero sin comprender nunca los resortes de su popularidad como condición para comunicarse con más de la mitad del país que lo aprueba. Construyeron un mensaje para sus bases y desoyeron al resto. Y, sobre todo, no advirtieron la emergencia de una nueva coalición de poder que los desplaza a través de un laborioso tejido de alianzas y lealtades detrás de su liderazgo. Por eso la estrategia no ha funcionado, aunque también hasta el final pretendan un gran bloque opositor con la declinación de Máynez, o en su defecto, dar con un “chivo expiatorio” de una eventual derrota.

En el otro lado, la preocupación en la campaña de Sheinbaum es traducir la percepción de triunfo en votos en las urnas y cuidar fraudes o impugnaciones. Es contradictorio que la oposición lea en esa inquietud como una debilidad de su ventaja en las encuestas, al tiempo que crea que a la 4T le conviene la abstención. Su mayor motivo de nerviosismo es que se judicialice por denuncias de elección de Estado o las críticas a los órganos electorales de falta de piso parejo en la campaña.

Y no por el temor de que los tribunales la anulen, un mito que nunca ha ocurrido en una elección presidencial. Sino por el riesgo de que el litigio deje un país aún más polarizado y enraizada la disputa política y afán de revancha en el próximo sexenio.