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Número cero/ EXCELSIOR

El ***tiempo de definiciones*** en la esgrima es el golpe que a pie firme ejecuta el tirado para llegar a tocar al adversario. En ese radio queda la Marea Rosa al acoger a Xóchitl como su candidata y, con ello, desmentir o dejar atrás la profesión de fe en la sociedad civil de un movimiento bajo bandera apartidista. El emplazamiento de López Obrador a definirse a favor o en contra de la 4T finalmente los encontró descolocados por la desesperación de una derrota.

Las organizaciones que mandaron las mayores marchas contra López Obrador en defensa del INE y del Poder Judicial sí están tocadas por el augurio de perder la confrontación y cerrarse el camino hacia el futuro. El Presidente ha puesto el llamado de las urnas en el encuadre político con que lideró la conversación pública en su sexenio. El sable de la polarización finalmente los tocó para identificarse y tomar partido con la justificación del tiempo de definiciones en un país en el punto de quiebre entre un pasado que no existe y el futuro donde todo está por suceder.

Ubicados en extremos opuestos, la revelación cae como anillo al dedo a las denuncias de simulación de opositores con camuflaje de organizaciones sin color partidista que agitaban la idea del resurgimiento de la sociedad civil contra el poder presidencial y la aplanadora de Morena. El mismo discurso que primero cimentaría la alianza opositora y luego la candidatura de Xóchitl como encarnación de ella, aunque ambos gravitaran en la esfera de la estrategia electoral de alianza opositora.

El velo terminaría de correrse como hilo de nailon casi invisible, pero muy poderoso para estirar de él en el discurso oficial por diferenciarse entre el engaño y la mentira de antes, y los nuevos tiempos de la 4T. La invitación a Xóchitl a una marcha de la Marea Rosa el próximo 19 de mayo, día del tercer y último debate, los colocan en el objetivo de la cámara presidencial que hace mucho publicó la fotografía de los promotores embozados de su candidatura.

Esta vez el Frente Cívico Nacional, Sí por México o Unidos no se deslindaron de esa imagen, como siempre hicieron para defender que su única causa era luchar contra las reformas autoritarias de un “déspota” y un “populista”. Ahora, dicen, no pueden ser neutrales porque así lo exigiría “defender la república y la democracia” ante el rezago de Xóchitl en la carrera. Es posible que una de las mayores debilidades de la oposición contra la 4T es que actores públicos, aliados y voces se negaron a identificarse abiertamente para hacer política en la plaza pública, quizá porque nunca repararon en que la simulación política fue detonante del voto indignado contra la manipulación y privilegios en 2018.

Su manifestación vuelve a poner en el centro de la elección la figura de López Obrador, sin nunca haber desplegado un proyecto ganador, que porte emociones, experiencias y nuevos significados, que sólo derrotarlo. Con las cartas sobre la mesa juegan su resto para llamar la atención como un desnudo público que inocule la percepción de triunfo inevitable construido por la 4T. Darse como ganador e incluso hablar de las urnas el 2 de junio como un trámite es una estrategia ganadora de Sheinbaum; pero su soporte es el mensaje de continuidad del “obradorismo” contra el que lucha la Marea Rosa por desalojarlo del poder.

Si Sheinbaum puede poner un cerrojo para administrar su ventaja, es por moverse en las plantillas de las líneas políticas defensivas que trazó López Obrador para enfrentar la elección, aunque se cuestione su intervención en el proceso en una frontera muy delgada con la defensa de su proyecto. Aunque también ella ha logrado ahogar ataques con la táctica de encerrase en una crítica contra el discurso de odio y exaltar el mitin abarrotado para persuadir a indecisos que no se emocionan sólo con golpeteo ni la narrativa del miedo; de arroparse en actos de apoyo en la plaza pública que se despliegan a través de estructuras territoriales de los poderes de Morena.

Pero, en el fondo, la degradación del debate público no deja más lugar que gestos y signos en las campañas. De la 4T por hacer de la oposición simplemente un proyecto que no se ve, y de ésta por no dejar de verse, aunque sea a través de mareas rosas descoloridas por los tonos partidistas.