En la semana hable sobre dos temas fundamentales para saber si México va por el camino del crecimiento económico o lamentablemente nos hemos quedado en un estancamiento que en el corto plazo podría convertirse en un problema mayor.
Los resultados del Instituto Nacional de Geografía y Estadística, (INEGI), no fueron alentadores, el crecimiento económico ha sufrido un estancamiento y la creación de empleos no ha sido lo suficiente para superar el número de estos, antes de la pandemia de Covid-19, por lo que el resultado del crecimiento económico para el tercer trimestre del año, no se pronostica tan esperanzador.
Recientemente la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), daba a conocer su análisis sobre el crecimiento económico en este continente y apuntaba que persistía la dinámica de bajo crecimiento principalmente por los problemas estructurales y a que estos países, incluyendo México se han caracterizado principalmente por ofrecer mano de obra barata y no el desarrollo tecnológico e industria que se necesita para crear riqueza.
De tal forma que México poco tiene de que presumir y sí mucho de qué preocuparse, para enfrentar los retos de una crisis económica que se estima continuará por lo menos la mitad del siguiente año y se logrará salir de ella será hasta el 2023, si es que se aplican las políticas económicas y publicas correctas.
Es cierto que en México se aplicaron políticas comprometidas con la población, pero estas han sido insuficientes para permitir crear riqueza y reactivar el círculo virtuoso de la economía, por lo que, de no existir un apoyo importante en el fortalecimiento de los sectores productivos, seguiremos manteniendo niveles de pobreza altos.
El mercado interno de cualquier nación es el motor principal de su economía, pero este debe estar apuntalado con sectores productivos fortalecidos que originen empleos y salarios que permitan elevar la calidad de vida.
En México seguimos recuperando los empleos perdidos y estos se han ubicado con niveles bajos de remuneración, en el subempleo por lo que la precariedad social sigue predominando.
Esto solo nos deja señalar que la dinámica de bajo crecimiento, solo lograremos recuperar un 6 por ciento del 8.5 por ciento de la caída economía que sufrimos en el 2020, por lo que resulta lógico de apuntar que no han sido resueltos los problemas estructurales que han impuesto esa trayectoria y limitado el crecimiento real y potencial.
Insisto para que exista una recuperación “transformadora”, se requiere que las políticas de corto plazo tengan una visión de largo plazo en camino hacia un nuevo curso de desarrollo.
Si partimos de la caída del 2020, entonces nuestra economía deberá crecer por lo menos en un 4 por ciento los próximos dos años para que al final del sexenio se pueda manifestar que el promedio de este crecimiento estará entre el 2 y 2.5 por ciento, algo que tampoco será la panacea para resolver los problemas, pero si la base para establecer crecimientos del 4 y hasta el 6 por ciento para los próximos años.
Si el objetivo es ofrecer empleos para todos, con remuneraciones adecuadas, se necesita crecer en esos porcentajes, pero apuntalados con recursos, no solo del gobierno federal, sino de inversionistas privados, nacionales y extranjeros, que permitan que el gobierno destine los recursos públicos a cubrir las necesidades de servidos que la población demanda, carreteras, escuelas, hospitales, medicamentos, etc.
Para ello debe primero establecer los cimientos para crear riqueza, que a su vez permita recaudar mayores recursos y estos encaminarlos a fortalecer el gasto público para tener un Desarrollo sustentable en los próximos años.
Lamentablemente las políticas públicas de este gobierno están encaminadas únicamente a realizar programas sociales, que poco sirven a la gente para superar sus niveles de pobreza, y no a la creación de empleos.
Se originan proyectos que ante su falta de proyección y programación han elevado sus costos, como ha sido el Aeropuerto Felipe Ángeles, el Tren Maya y la refinería Dos Bocas, bocas y a salvar empresas que siguen mostrando números rojos como lo es PEMEX y recientemente la CFE, que únicamente se ha convertido en «barriles sin fondo» y que salen muy caro a los mexicanos.
Por ello la insistencia de que exista un cambio de rumbo, una mejor aplicación de políticas públicas para el fortalecimiento económico y de los sectores productivos para generar los recursos públicos para la re inversión y desarrollo económico del país.