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Las preocupaciones primordiales de cualquier ser humano son mantener salud, que le permita obtener otros beneficios.

La segunda es evitar la inseguridad y una tercera que deriva de la segunda es mantener sus bienes que, con esfuerzo los ha comprado.

Si se cubren estas tres preocupaciones, el ser humano se siente realmente feliz y con ello podrá mantener una vida con calidad.

Sin embargo, a pesar de que Andrés Manuel López Obrador, ha manifestado que la gente en México es feliz, realmente es lo contrario, desde que entró en funciones como titular del poder Ejecutivo en el país, estas tres preocupaciones siguen siendo la constante de la gente y quizás se han profundizado aún más.

Por el momento solo tocaremos el tema referente a la salud.

En México, el sistema de salud se vio cimbrado por la pandemia del Covid-19, lo que mostró que realmente no existe una infraestructura que permita cubrir este beneficio a todos los mexicanos, posiblemente quien cuente con seguridad social por tener un trabajo formal, han vuelto a sentir las deficiencias de este sistema, ante la poca calidad en la revisión médica, cada médico despacha a sus pacientes en un promedio de 10 minutos, porque al parecer deben cubrir una cuota de estos justifique su trabajo, y solo se remiten a preguntar al paciente si s siente mal o no, sin hacer la auscultación correspondiente..

Además el paciente debe realizar una serie de trámites para que le sean otorgados los medicamentos que necesita y que lamentablemente son escasos, por diferentes circunstancias.

Pero a todo esto antecede el esperar por un promedio de una hora u hora y media para ser atendido o ser enviado a otro consultorio para ser “revisado”, lo que evidencia la falta de más hospitales e infraestructura médica, amén de vigilar que los medicamentos no desaparezcan de las farmacias.

Gobiernos del pasado asumieron responsabilidad e intentaron igualar oportunidades para atender a los más vulnerables, a los que, si se le deja a su suerte, no podrían romper las barreras que les impiden salir adelante. Por eso se creó el Seguro Popular.

Que se convirtió en una gran área de oportunidad para que la población pudiera cubrir sus necesidades de mantener salud.

El gasto que el gobierno mexicano, por lo menos el federal, destinaba a la salud se distribuyó más equitativamente entre los asegurados del sistema público y los que no lo estaban, que por circunstancias distintas no podían contar con el servicio.

La desaparición del Seguro Popular en esta administración cambio esta tendencia y abrió nuevamente la brecha dejando a su suerte a quienes no cuentan con sistema de seguridad social.

La atención a la salud de personas sin seguridad social llevó a gobiernos anteriores a protegerse. Ha crear fondos para garantizar recursos para comprar medicamentes, ampliar instalaciones o contratar personal médico. Por eso el Seguro Popular contaba con un fondo de ahorro destinado a gastos catastróficos, que pudiera atender enfermedades que implican altos costos y en ocasiones cubrir emergencias originadas por fenómenos naturales, difíciles de predecir.

Con la creación del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), estos recursos se trasfirieron al Fondo de Salud para Bienestar, el cual ha mantenido al sistema de salud, pero cuando este se termine y no se apliquen recursos presupuestales al Fondo, los problemas se recrudecerán.

México requiere tener un sistema de salud universal que no distinga a la gente y que sea sostenido por los recursos que se recaben de la misma población, impuestos, por lo que urge que el gobierno federal empiece a establecer mecanismos que permitan regular al mercado informal, que ha crecido derivado de la falta de creación de empleos, para que pueda obtener recursos que se destine al fondo para la salud y evite que en el corto plazo exista un colapso en el sistema y la gente deje de ser feliz.