Nomás para no atizar amnesia selectiva recurrente en linderos de Palacio.
“Es mentira que el pdte. @lopezobrador_ se negó a contestar una pregunta sobre los jóvenes desaparecidos en Lagos de Moreno, Jal. La sensibilidad y la solidaridad siempre han identificado al mandatario. No somos iguales.Esa versión forma parte de una estrategia de desinformación”.
Sí, en efecto, tal registró con todo y acusación el guionista, el escritor y dj Jesús Ramírez el pasado 16 de agosto de 2023 en su cuenta de X a las seis de la tarde con 25 minutos.
Y es que un chistorete del licenciado presidente, ese día en la mañanera tuvo la carga de falta de atención y de respeto a la memoria de cinco jóvenes desaparecidos el 11 de ese mes en Lagos de Moreno, Jalisco, y cuyos teléfonos celulares aparecieron en días recientes en el sitio donde se presume fueron ultimados.
Raro, raro, pero no se sabe nada más.
No, no es malpecho referirlo.
El licenciado presidente abusa del poder. Es juez y parte, acusa, condena, descalifica, insulta, ironiza, estigmatiza, revictimiza.
¿Y?
No pasa nada. Dueño omnímodo del poder sale avante de los desaguisados que provoca con sus declaraciones en la homilía cotidiana. Nadie en su entorno, nadie más allá de los contrapesos que se significan en la oposición y que, por antonomasia, no son creíbles y, aún más, tienen carácter de críticos y hasta enemigos pagados por intereses oscuros, vendepatrias.
Dice que esa mañana, cuando concluía la mañanera, no escuchó que le pidieron opinara respecto del caso de los jóvenes desaparecidos en Lagos de Moreno. Pero si atendió a la petición de un periodista argentino para que le atendiera.
–Están aquí unos compañeros de Argentina. Si vienen mañana, mañana les damos posibilidad, sí. ¿Mañana si estás aquí? ¿Cuándo te vas? –planteó ese día Su Alteza Serenísima.
–¿Cuándo me voy? El viernes –respondió el interesado en contar con ese privilegio de preguntar al Duce.
–¡Ah!, entonces ven mañana –otorgó el licenciado presidente y, luego, contó el chistorete que, evidentemente soslayaba a la petición de opinar respecto de los muchachos desaparecidos.
En el registro de la versión estenográfica de esa mañanera no se alude siquiera al elemental “inaudible” y de inmediato cita la respuesta de su excelencia.
–Ayer me decía un amigo, me decía que le decía su esposa:
—Que me des 200 pesos para ir al mercado.
—No oigo. Por acá, por el otro.
—Que me des 500 pesos para ir al mercado.
—Mejor los 200.
Y todos, cómplices y aplaudidores, entre risas festejaron la puntada del Duce en ese Salón de la Tesorería
¡Recáspita, doctora Sheinbaum!
Y es que, mire usted, ante el poder político, un mal que acusa el ciudadano es el del olvido, la amnesia en tiempos electorales, dejar en lo anecdótico el perverso discurso que poco empata con el cumplimiento. Pinche demagogia.
Ahí tiene usted, al licenciado López Obrador en el caso de otros estudiantes asesinados, en otra mañanera con otro desplante en abuso del poder. Un exceso.
No sólo habló respecto de los seis jóvenes –cinco de ellos estudiantes de la Universidad Latina de México y, el sexto, del Instituto Vicente Guerrero– asesinados en el municipio de Celaya, Guanajuato, cuyos cuerpos fueron encontrados la tarde del pasado domingo 3 de diciembre.
El licenciado presidente los revictimizó. Protagonista y sabelotodo, el Duce se adelantó a la autoridad y, cual investigador, comandante de la Perjudicial, irresponsablemente los vinculó al consumo de drogas.
¡Sópas, sargento Matute!
“Acaba de haber un problema lamentable en Guanajuato hace dos días de un asesinato de jóvenes, y tuvo que ver con consumo de droga, eso que se está combatiendo allá y que no queremos que se extienda”, adelantó y revictimizó a los jóvenes guanajuatenses.
Después cayó en el enredo, elemental en él que aventura, supone pero carece de pruebas.
“O sea –prosiguió–, no hay consumo de droga en Oaxaca, no hay consumo de droga en Chiapas. Incluso existe consumo, pero no es un problema, o sea, no existe consumo de droga en Yucatán, no existe consumo de droga en Campeche, pero incluso en Sinaloa, en Jalisco, no hay ese consumo de droga; es tráfico, pero no hay consumo de químicos. El problema en Guanajuato es que por razones que deben de seguirse analizando creció el consumo en jóvenes”.
En serio, señoras, señores, jóvenes y jóvenas, no se rían, porfis. Como Doña Chimoltrufia lo dijo el licenciado. ¿Y?
“Y fíjense –continuó–que estamos hablando no de todo Guanajuato, sino del corredor industrial. Pero con todo lo que se pueda decir de Zacatecas o de Michoacán o de Jalisco, no es lo mismo, porque no tienen el consumo que hay en Guanajuato; ya ni hablamos de Querétaro, no hay consumo. O sea, sí hay, pero mínimo, nada.
“¿Cuántos pierden la vida en México por sobredosis?
“Muy pocos, para los 100 mil que pierden la vida en Estados Unidos y jóvenes. Entonces, es muy claro”, aseguró el licenciado López Obrador y, si usted no le entendió no se preocupe porque no es el único ni la única. Así como dice una cosa dice la otra.
¿Estamos?
Pero lo peorcito del licenciado en el papel de sargento Matute fue una ofensa no sólo al sentido común. Por eso, por eso le mientan la madre.
Lea usted:
“Estos muchachos que asesinaron hace dos días en Guanajuato fue por el consumo, porque le fueron a comprar a alguien que estaba vendiendo droga en un territorio que pertenecía a otra banda (…)”, juzgó sin pruebas.
–Pero ¿qué fue lo que pasó?, ¿qué información tiene? –le tendieron una pregunta a modo, pero… Se siguió de frente, insistió en presumir dotes de investigador:
–Pues lo que sucedió es que jóvenes estudiantes, incluso de medicina, fueron a una fiesta a Querétaro y de regreso pasaron creo que…
–A Juriquilla y luego… –le ayudó Chucho Ramírez.
–Sí, se fueron a Querétaro y luego se fueron a Villagrán. Y en algún lugar de estos pasaron —esto es todavía hipotético (¿entonces, mi comanche?), todavía no se tiene toda la investigación, se está investigando, pasaron a algún lugar, supuestamente para la adquisición de droga, y ahí los asesinaron. Y hay que ver eso a fondo – expuso el dueño de la verdad con sus otros datos.
¡Ah!, por supuesto habló de la familia, del amor, de la buena vecindad, de atender a los hijos, como seguro él hizo con sus vástagos que no sabían a qué se dedicarían en el sexenio y se dan vida de jeque.
¡Caray!, iba requetebién y le echaron a perder la mañana cuando le preguntaron acerca de los resultados de la prueba PISA. Y los despreció.
“Pues ya los vieron. Nosotros no los tomamos en cuenta porque pues todos esos parámetros se crearon en la época del neoliberalismo, del predominio del periodo neoliberal, en donde lo que querían era impulsar supuestamente la calidad de la enseñanza, la excelencia, y desaparecer la educación pública, degradándola (…)”.
Y etcétera, etcétera, porque, con fondo de violines de Villafontana, se rasgó la camisa de algodón y el saco de cashmere y sollozó: “nunca en la historia de México se había ofendido tanto a los maestros como en el periodo neoliberal, a nuestros maestros, nunca”. ¿Le creen los de la CNTE? ¡Recórcholis, Drakko! Digo.
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