NÚMERO CERO/ EXCELSIOR
La migración es la “cabeza de turco” de las disfunciones de la relación México y EU, a la cual culpabilizar de los fracasos en seguridad y para exculpar de las nuevas “guerras” contra el crimen. Un imaginario enemigo colectivo al que se achacan casi todas desgracias y males que ninguno puede resolver en su territorio de la inseguridad, narco, desempleo o pobreza.
En los nuevos tiempos de miedo y xenofobia son el perfecto “chivo expiatorio” para viejos mitos y prejuicios, que resurgen con las políticas antiinmigrantes de Trump. La posición que ocupan recuerda las cabezas de madera del sultán de Constantinopla a las que los europeos daban lanzadas para exorcizar el temor al imperio otomano; ahora la vieja costumbre resurge contra los migrantes, como sucedáneos de criminales a los que impulsos imperiales y racistas en EU quieren cortar la cabeza.
Pero como con aquellos mitos y leyendas, la estigmatización no soporta la prueba de la realidad y los hechos, aunque la poderosa narrativa “trumpista” siga creyéndose. Ahí está la gran mentira de una inexistente invasión migrante, pero que justifica militarizar la frontera con 10 mil efectivos mexicanos y 3 mil 600 estadunidenses; no obstante que desde 2024 hay un descenso significativo de cruces ilegales, incluida una baja de más de 55% de los encuentros entre puertos de entrada, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EU. Así y todo, sus soldados van con la orden de limpiar la frontera de migración ilegal y organizaciones criminales, ¿esos números serían suficientes para “cazar” lo mismo a migrantes que a narcos? No son ni la mitad de los 28 mil que López Obrador destacó por exigencia de Trump para contener la migración en su gobierno.
Tampoco las deportaciones masivas el primer día de Trump en la Casa Blanca se han dado más que en la contabilidad electoral de su campaña. En sus primeras semanas en la presidencia suman alrededor de 6 mil los repatriados a México, una cifra que se ha alcanzado en otros momentos. Pero agudiza el asedio contra más de 4 millones de mexicanos sin documentos en EU, con retóricas antimexicanas y campañas para alertar del peligro de ataques en la frontera de criminales enojados por perder el negocio de la droga. ¿De narcos o migrantes? Trump dice que la guardia está ahí para detener droga y migrantes ilegales, pero Sheinbaum omite a los segundos.
En cambio, las protestas como la de “un día sin migrantes” contra las políticas “trumpistas” en California y Texas encienden el yerro de la vergüenza y la deshonra de viejos impulsos racistas y xenófobos. En las redes sociales allá prenden debates sobre la conveniencia de ondear la bandera mexicana en las manifestaciones por la imagen negativa de un país que su presidente señala como “narcogobierno” y de matar a sus ciudadanos con las drogas. El discurso de Trump es carta blanca para añejas ideas segregacionistas que respaldan confinarlos en guetos o llevarlos como criminales a la prisión de Guantánamo o de Bukele en El Salvador.
La relación en la frontera está rota entre socios que no pueden separarse, el sistema legal de migración estadunidense está destrozado y México acepta de facto convertirse en tercer país seguro con el regreso del programa Permanecer en México, que inauguró la primera presidencia de Trump, cuando obligó a López Obrador a aceptarlo con la misma extorsión que a Sheinbaum del severo golpe de aplicar aranceles.
El acuerdo para aplazar las tarifas un mes es un triunfo político de Sheinbaum, pero también al costo de ceder a las exigencias de Trump en migración. México se prepara para recibirlos con el programa México te Abraza en las principales ciudades fronterizas, donde los aguardan cuatro años crueles de incertidumbre y terror. El plan tiene el objetivo ambicioso de reintegrar a los repatriados con apoyos de empleo, acceso a seguridad y programas sociales, pero se diseñó sin conocer la dimensión de la crisis de migración que puede acompañar todo el gobierno de Trump.
¿Cómo planear sin saber el tamaño de la población? ¿A qué costo? ¿Sólo mexicanos u otras nacionalidades? Trump ha hablado de la mítica cifra de un millón de deportados, pero la amenaza es difícil de cumplir por el costo legal y práctico, y Clinton devolvió más de siete millones de migrantes. Se necesitaría bola de cristal, pero la experiencia en emergencias humanitarias recomienda trabajar con los peores escenarios.
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